viernes, 29 de enero de 2010

Benevolencia hacia Pascua Lama

Lucio Cuenca
publicado en www.lanacion.cl


Mientras ocurren los rápidos cambios de funcionarios públicos del gobierno saliente y entrante, todos con igual benevolencia con esta multinacional, la promesa de Bachelet de proteger los glaciares se diluye en este verano político. Esto demuestra que Pascua Lama es inviable y cualquier movimiento en la cordillera afectará inevitablemente a todo el prístino Valle del Huasco.

Hace unos días supimos que algunos servicios públicos fiscalizaron a Barrick Gold en su proyecto Pascua Lama. Hemos visto a la Conama, una vez más, no sólo desoyendo los llamados de la comunidad del Valle del Huasco, sino actuando con extrema benevolencia hacia esta minera pese a las graves irregularidades.

La fiscalización de noviembre estableció que la liberación del material particulado (polvo) se debía a que los camiones pasan con tolva descubierta y la empresa no humecta el camino. También, que hizo un camino no autorizado que cruza un brazo del río Estrecho; que el glaciar Estrecho recibe material particulado, un “impacto no previsto” en la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de 2006. Barrick extrae agua de un lugar no autorizado y en un comienzo impidió el ingreso de los fiscalizadores a las faenas que iban por un camino público cerrado con un portón.

Estas denuncias de organismos del Estado se suman a lo que la comunidad del Huasco ha dicho desde octubre de 2009 sobre el paso ilegal de camiones por Alto del Carmen, lo que pone en peligro a la población. La RCA dice explícitamente que Barrick no puede construir el proyecto si es que no dispone de un desvío (by-pass) porque -dice la aprobación- “los vehículos pesados no deberán circular por las calles interiores de las localidades de Alto del Carmen” y otras del valle. Pero la directora regional de Conama-Atacama respondió una denuncia formalizada por OLCA hace unos días explicando que los camiones ahora sí pueden pasar por las calles de Alto del Carmen hasta el mes 19 de construcción del proyecto, porque la Corema-Atacama decidió arbitrariamente modificar ese punto de la resolución sin ningún estudio. Para ella esta modificación no constituye un cambio del proyecto.

La modificación se hizo en junio de 2009 y no fue informada a los vecinos de Alto del Carmen, que comenzaron a ver pasar los camiones sin aviso previo. Las autoridades tomaron una decisión con argumentos desconocidos y sin considerar a la comunidad. El by-pass podrá ser construido el próximo año mientras Alto del Carmen se sume en la incertidumbre no sólo por el paso de camiones, sino por la disminución del agua debido a la intervención en los glaciares.

Esta actitud la vemos cuando, tras la fiscalización de algunos servicios públicos, la Corema decidió por unanimidad abrir un proceso de sanción, dejando fuera arbitrariamente el paso de camiones sobre el río Estrecho, el manejo y control de los drenajes ácidos y el impacto al glaciar Estrecho que no fue considerado en el Estudio de Impacto Ambiental. La benevolencia con de las autoridades ambientales de la zona está en perfecta correlación con el mensaje que nos lega la Presidenta Bachelet al dejar de La Moneda, luego que la transnacional conversara a puerta cerrada con ella y recibiera el apoyo incondicional del ministro de Minería y de la mayoría de los funcionarios.

Mientras ocurren los rápidos cambios de funcionarios públicos del gobierno saliente y entrante, todos con igual benevolencia con esta multinacional, la promesa de Bachelet de proteger los glaciares se diluye en este verano político. Esto demuestra que Pascua Lama es inviable y cualquier movimiento en la cordillera afectará inevitablemente a todo el prístino Valle del Huasco.

Lucio Cuenca
Director OLCA
Publicado en La Nación
http://www.lanacion.cl/benevolencia-hacia-

¿Tiene Michelle Bachelet responsabilidad en el desastre concertacionista?

escrito por Roberto Avila

Atribuir a una persona el desenlace exitoso o el fracaso de un proceso político es injusto y científicamente insustentable.
Sin embargo cabe preguntarse por los efectos de las conductas políticas personales en cuanto a si éstas contribuyeron a acelerar y acentuar u obstaculizar o impedir tal desenlace.

Hay entonces una gran pregunta en la política chilena. ¿Tiene Michelle Bachelet responsabilidad en el desastre concertacionista?. Debacle cuyos efectos desastrosos efectos irán in crescendo.

El candidato natural del socialismo y de la concertación para las elecciones presidenciales de 2005 era José Miguel Insulza. La Alvear se había borrado a si misma en su pugna con Adolfo Zaldivar. Por razones que sería interesante averiguar, el entonces ministro del interior, postergó su aceptación a la candidatura creando un espacio que llenó una candidata desconocida para la opinión pública y que venía desde fuera de la nomenclatura concertacionista que había estado gobernando exitosa, soberbia y lucrativamente.

En un acto multitudinario del PS celebrado en el Estadio Chile, 19 de Abril de 2005, apareció un lienzo del comunal Lo Prado que decía “Michelle Presidenta”. Insulza no fue al acto, donde seguramente habría sido ovacionado, Ricardo Lagos dirigió un mensaje televisado, se escucharon algunas pifias. Era el desprecio de la cúpula para con la base, por lo menos así lo sintieron estos últimos. Cuando llegó Michelle como una militante más, era ministra, hubo hartos aplausos, todavía no una ovación. Pero era el clic inicial entre los corrillos de su candidatura, planteada por la sinceridad ingenua de Martner y la vocación negociadora de Escalona y Solari, y la base partidaria. Se cumplía una ley de la vida, de la física y hasta del amor, nunca un espacio queda libre por mucho tiempo.

Sorprendentemente, quizás incluso para sus “negociadores patrocinantes”, Michelle prendió rápido y fuerte en la sociedad civil. En las discusiones del tercer piso de la sede socialista, “la franja de gaza” (cobijaba la disidencia socialista), manifesté mis aprensiones, fue becaria del Pentágono dije, los americanos no becan a los que promueven la justicia social, les dan otro trato. La respuesta fue contundente para mi escepticismo; era socialista, separada, ex presa política, mujer, jefa de hogar , ex exiliada, su padre muerto en las cárceles pinochetistas, hacía clase de marxismo en al universidad durante el Presidente Allende. La presentación no era mala, era alguien que conocía de la vida y sus rigores.

Michelle sintetizó una disconformidad en la concertación en contra de una cúpula que exhibía un nepotismo sin rubor alguno, que no sólo aplicaba sino profundizaba el modelo neoliberal y que además tenía ya signos claros de corrupción.

La militancia sabía que Michelle no era un dechado de talento, que cuando le tocó presidir un congreso partidario, por el sólo mérito de ser ministra, extravió las conclusiones, que por ello estuvieron un año sin publicar, el esfuerzo de 1200 delegados. Se confiaba en su posición política supuestamente de izquierda.

Es cierto, debe dejarse muy claro, ella no buscó la candidatura. Esta le llegó.

Cuando partió la campaña las limitaciones de la candidata se hicieron evidentes; señaló, por ejemplo, que el tipo de cambio lo fijaba el Banco Central. Hay más ejemplos, muchos, demasiados.

La Secretaría de Frentes de Masas del PS le preparó un hermoso acto de proclamación en el Teatro Cariola. Sindicatos, organizaciones de estudiantes y pobladores que repletaban el teatro se quedaron esperando. La candidata avisó, no se excusó, con los organizadores, no con los asistentes, que tenía una sesión de fotografías. La beca en el pentágono pensé, es mi pesimismo empedernido, me reanimé.

Un día, el entonces secretario general del PS Arturo Barrios me comentó que la candidata no le contestaba el teléfono. No era asunto circunstancial sino político, sus amores estaban con el grupo escalonista. Martner fue literalmente derrocado al poco tiempo de la conducción del socialismo por esa fracción.

Asistí a los actos de celebración del triunfo. Cuando salí a la calle vi un entusiasmó ciudadano fervoroso, particularmente en las mujeres, había esperanzas, yo también las tenia. Quien me acompañaba, me dijo: oye chico, cuando Fidel no esté, sería bueno también en Cuba una mujer.

Me duró poco el optimismo. La conformación del gabinete anunció lo que venía, los tres ministerios mas importantes quedaban en manos de personas, respetables por cierto, pero que representaban una síntesis de lo conservador y lo pro norteamericano en la concertación. Andrés Zaldivar en Interior, Alejandro Foxley en Relaciones Internacionales y Andrés Velasco en Hacienda. Este último tan laureado por su supuesta eficiencia que nos permitió a los cotizantes de AFP perder la mitad de nuestros fondos mientras el entubaba su voz dando lecciones de prudencia y austeridad.

Las cosas fueron mal desde un principio. Cuando estalló la revolución pinguina el gobierno quedó inicialmente estupefacto. Caería el ministro, le seguirían muchos otros, como nunca en los gobiernos de la concertación. Cuando el gobierno reacciona lo hace en el sentido de defender lo existente, el modelo educacional neoliberal. Se opera cooptando-corrompiendo dirigentes estudiantiles, que pasan ser empleados del ministerio de educación, reprimiendo, y engañando a la gente con una LGE que es más de la misma LOCE, ello culmina con las manos entrecruzadas y los brazos en alto, de Hernán Larraìn y Camilo Escalona celebrando la nueva ley, en realidad, la derrota de los nobles pinguinos, nuestros hijos.

El estropicio mayor que fue Transantiago se implementó con soberbia y arrogancia inusitada. Publiqué el mismo día de su partida una articulo en “El Mostrador” y “El Clarín “cuyo titulo lo dice todo • Transantiago el Titanic ha zarpado”. Me llovieron los insultos; resentido, frustrado, poco socialita etc.. .

Buscando sacar provecho del propio desastre la Alvear consiguió al expulsión de Adolfo Zaldivar, este montó un partido y saco 7 % de los votos, ¿quien ganó con ello?. Se perdió la presidencia del Senado, la presidenta impertérrita. Miles de votos fuera.

El ministro no tenia conocimiento alguno de trasporte público, el subsecretario cuya cónyuge se jactaba de su amistad con la presidenta, tampoco, por ello marchaban alegremente al precipicio. Desastre para el erario fiscal (se han gastado ya 5 mil millones de dólares, en intentar enderezar a este curco) y los usuarios, no para todos. El vicepresidente del PS aparece súbitamente como Presidente del directorio de dos concesionarias.

Largo sería el listado de la ineficiencia, se fue la segunda ministra de Educación por defenestración parlamentaria, el primero se había ido por repulsa ciudadana, la ministra de Salud Soledad Barría renunció por las chambonadas de marca mayor en los casos de sida, el estado deberá pagar demandas millonarias. La ministra del trabajo al inicio de la crisis llamó a los desempleados a no buscar trabajo para no impactar las estadísticas. Para el premio Nobel, como pudieron llegar a ser ministras?.

La corrupción no se detuvo y fue desde las millonarias como la del Registro Civil hasta la del director de Onemi de Arica de Arica sorprendido hurtando una crema de 9 mil pesos en una tienda. “Mecherìa” le laman en el argot delictual, especialidad menor de los bajos fondos.

Cuando se quiso intervenir en la corrupción se hizo dando palos de ciego, se defenestró ignominiosamente a la subsecretaria de Transporte Elinett Wolf, supuestamente por usar el auto fiscal para vender frambuesas, lo que el sumario demostró era falso. Se hizo eco de un artículo de prensa de mala fe y de la amplificación de la derecha, de los que se robaron las empresas estatales en beneficio propio durante la dictadura.

Cuando la presidente Bachelet inició su mandato, el PS estaba férreamente unido. Como pocas veces en su historia no había grupos ni personas que se definieran socialistas fuera de la estructura partidaria. Hoy las cosas están como se sabe.

La presidenta no gobernó con la concertación, como ocurrió siempre, ni con un partido, lo que ya sería un error de marca mayor, sino que lo hizo con una fracción socialista , el sector que lidera Camilo Escalona.

En el Congreso de Panimavida la presidenta inauguró el congreso no desde su investidura, la mayor de nuestro estado democrático, sino como la mas fervorosa militante fraccional, y así defendió la gestión de Camilo Escalona que ya acumulaba muchas criticas De su parte Escalona, como una suerte de regente inexistente en nuestra institucionalidad, dio la cuenta del gobierno, que por cierto, la pinto de los más hermosos colores.

La desembozada intervención de la presidenta a favor del grupo de Escalana en ese Congreso es determinante en la derrota de Diciembre pasado.

Todos fuimos notificados que estar contra el estado de cosas, era estar contra Escalona y su fracción y que detrás de ellos estaba la presidenta Bachelet,

Esa fracción impuso un sistema para elegir el candidato presidencial socialista que hacia imposible una competencia verdadera. Intervine en el evento proponiendo primarias abiertas, aún recuerdo los jactanciosos garabatos a mi persona luego que impusieron su método, que llevó al socialismo a tener en su momento cuatro candidatos presidenciales: Insulza, Arrate, MEO y Navarro. Los tres últimos querían ir a la interna socialita, lo más probable era que perdieran, noblemente se atenían al resultado, lo que no estaban dispuestos a tolerar es el insulto de permitir que el adversario juegue abiertamente con las cartas marcadas. De haber ido estos candidatos a la interna, querían hacerlo, lo repito, Piñera habría perdido sin apelación en diciembre pasado, en primera vuelta.

En la reunión de La Reina, la que en algún momento comentaré y que reunió a toda la izquierda partidaria, salvo Carlos Moya que estaba en Europa, Navarro, ante la criticas que algunos esbozábamos, expresó con toda sinceridad que el era un bacheletista convencido y luego reconoció que a pesar de aquello hacía meses que no lo recibían en La Moneda, a pesar que el era un senador, del partido de la presidenta. Los mismo el había pasado a uno que estaba más cerca, el ministro del Interior Belisaro Velasco, ¡la presidenta no le recibía los llamados a su ministro del interior! , de antología como no se debe gobernar.

No se puede gobernar con las amiguis, Allende nombró canciller a Almeyda aunque sus distancias personales fueran abismales. Nixon apenas pasaba a Kissinger, pero con él diseñaban la política exterior imperial. Se gobierna con equipos no con camarillas.

En Derechos Humanos las cosas no fueron mejores. La política era a todas luces incoherente. El gobierno mantenía en situación miserable las pensiones de los exonerados y paralelamente suscribía tratados de DDHH al por mayor, participaba y organizaba eventos recordatorios pero los abogados del Consejo de Defensa del Estado iban a discutirles las indemnizaciones a los familiares de las victimas en la Corte Suprema.

El Instituto de Derechos Humanos fue un festín, inventaron organizaciones brujas, se nombraron amiguis, y la presidenta se auto designo en el directorio.

¿Y los DDHH en el Chile de hoy ?, más de sesenta mapuches presos , sin las más mínimas garantías de un debido proceso, el subsecretario Rosende los estigmatiza por la prensa y luego el Ministerio Pùblico les aplica en concordancia con el gobierno la Ley Antiterrorista dictada por Pinochet. Hay varios mapuches muertos por la represión. Matías Catrileo asesinado por carabineros por la espalda. El autor continúa en la institución, recibiendo el viático especial de los carabineros allí destinados, y es un guardián del orden público, que no nos pile de espaldas.

¿Y 82% de apoyo ?. Muy simple, ese cohecho encubierto, que devalúa a nuestra ciudadanía, que no entrega derechos sino prebendas, por no decir limosnas, produce el efecto de agradecimiento personal, no la probación a la gestión gubernamental. Farkas también cultiva agradecimientos, aunque con su dinero.

Nada de esa “popularidad” se traspasó a Freí pues era agradecimiento personal.

La orientación neoliberal del gobierno de Lagos no se alteró y se siguió adelante con las privatizaciones de cárceles y hospitales, nuestras riquezas naturales se las siguieron llevando gratis, el sueldo mínimo en un miserable 165 mil pesos mensuales, en el país más caro de América latina.

La última paletada.

Cuando se planteó la renuncia de los presidentes de partido, más allá de la exigencia de MEO, estas eran esperadas por la ciudadanía como una autocrítica, ruptura con la soberbia anterior, que indicara nuevos rumbos, la presidenta salió en defensa de Camilo Escalona con lo cual le permitió algunas semanas mas de gobierno partidario y alejo los votos de los que aún pensaban que la concertación podía enmendar rumbos sin sufrir el escarnio de una derrota ante la derecha, cuyo verdadero rostro volveremos a ver desde 11 de Marzo.

La presidenta Bachelet defraudó las expectativas de quienes la apoyaron, consolidó y profundizó el modelo neoliberal y tiene responsabilidad principal en la derrota, que se graficará cuando ella misma entregué a los herederos del pinochetismo la banda presidencial esa es su obra real, ni la protección social, ni género, esas son sus obras: la derrota y la división.

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ROBERTO AVILA TOLEDO

CHILE: UN PUEBLO SIN OPCIÓN.

Por Héctor Vega*

Con inteligencia, la derecha del pasado –primitiva, expoliadora– supo adaptarse al modelo que el Imperio vendió al mundo. Uno de sus mayores logros fue venderlo a los que ayer se proclamaban partidarios del cambio y peor aún, a algunos que se decían revolucionarios.

Esto permitió la increíble alianza por el sistema neoliberal entre los grupos que apoyaron la dictadura militar hoy reciclados al juego político en la Alianza y la Concertación. Los primeros dividendos de esta alianza están a la vista: partidarios de Marco Enríquez Ominami, hasta algunos meses militante de la Concertación, se apresuraron a engrosar las filas de la candidatura de Piñera en la segunda vuelta. Tampoco queda excluido que la derecha de la democracia cristiana apoye a Piñera y que juntos gobiernen en un eventual gobierno de este.

Estos trasvasijes políticos tienen historia que la clase política en su conjunto aparenta ignorar.
TRAICIÓN AL PUEBLO


Recordemos que en 1989, cuando el pueblo celebraba el triunfo del NO, la Concertación negociaba con la dictadura y los partidos de la derecha, a puertas cerradas, los candados y cerrojos que impedirían reformar la Constitución de un Estado antidemocrático. Así se ha mantenido hasta ahora, entre muchas otras instituciones de la dictadura, el antidemocrático sistema binominal de elecciones; la ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras [LOCCM] que entrega el cobre a las transnacionales y hasta el cuarto gobierno de la Concertación, la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza [LOCE], hoy reemplazada por la Ley General de la Educación [LEGE] que da al traste con las reivindicaciones que se exigieron durante el movimiento de los pingüinos y que refrenda una vez más una educación regida por el libre mercado.

La negociación así descrita significó una verdadera traición a la tradición republicana de los partidos que forman la Concertación, pues concretamente decidió no tener mayoría parlamentaria para no verse obligada a cumplir su propio programa resumido en las postulaciones de la Asamblea Democrática en la lucha contra la dictadura en los años 80. El resultado fue que en 20 años de gobiernos de la Concertación, la sociedad y la economía se siguieron rigiendo por el modelo político y social que instauró la derecha pinochetista. Esta es la cuestión de fondo a la cual se enfrenta el electorado en la segunda vuelta, a saber la falta de opción, o más claramente, un voto que fatalmente deberá dividirse entre las dos derechas de la política chilena. Aquella en el gobierno, continuadora del modelo político y socio-económico del pinochetismo, o bien la derecha creadora del modelo.

Dura verdad a asumir por las bases de los partidos de la Concertación y que estas no pueden ignorar.
CINISMO ELECTORAL


Aclaremos todavía. Nunca la clase política de la Concertación buscó seriamente realizar las grandes transformaciones que hubiesen definido la transición hacia la democracia. Esa clase política siempre creyó que resolvía los problemas sociales mediante la política. Nunca entendió que la política surge de lo social, de la realidad de problemas cotidianos, de los cuales, los partidos políticos, Concertación y Alianza, el aparato estatal y la burocracia en estos últimos 20 años han estado alejados. Su despertar surge en las elecciones para luego volver al modelo neoliberal en el cual realmente creen. Lo de Lagos, cuando en segunda vuelta buscaba los votos del electorado, “he escuchado la voz del pueblo”, prontamente olvidado al día siguiente de la elección, retrata nítidamente las intenciones y el actuar de la clase política. En el mismo tono es la propuesta de 12 puntos de Frei para lograr el apoyo del Partido Comunista. Sus verdaderas intenciones quedan claras cuando quien firma el documento no es él sino Carolina Toha. Lo cual revela que se está dispuesto, cínicamente, a borrar con el codo lo que se firmó con la mano.

En resumen, después de 20 años de sistemática indiferencia a propuestas de cambio del modelo, la ciudadanía no tiene otra alternativa que constatar su falta de opción frente a las dos derechas de la política chilena. Esa es la cuestión de fondo que el sainete de las renuncias de los presidentes de los partidos políticos –Auth [PPD] y Gómez [PRSD] renuncian y Escalona [PS] y Latorre [DC] rehúsan– no logra ocultar. Sin embargo, no puede excluirse, que estos dos últimos, como último recurso politiquero también renuncien.
TEMAS NO RESUELTOS


Los temas no resueltos, que Bachelet pretendió ocultar mediante subsidios y jubilaciones para los sectores desposeídos del modelo, y que sólo fueron posibles por el alto precio del cobre en los mercados mundiales, surgirán recurrentemente en 2010, a saber: la reforma al sistema de educación, que la LEGE no logró soslayar; la deuda histórica de los profesores; la recuperación de las riquezas básicas [cobre entre otros] hoy en manos de las transnacionales; los grandes temas de los conflictos laborales [negociación colectiva y por rama de producción; el trabajo precario; el derecho a la huelga sin reemplazo entre muchos otros]; la Asamblea Constituyente y la modificación del sistema electoral, y en fin la recuperación de los bienes públicos: salud, educación, vivienda popular, el agua, el mar [hoy privatizado en beneficio de los especuladores/deudores de la explotación del salmón], las semillas…
JAQUE MATE AL PUEBLO


Es duro decirlo pero este NO es el momento del pueblo. El juego político de las dos derechas predominó por sobre sus urgencias. Para el pueblo, que no es parte de partidos políticos, hoy convertidos en agencias de empleo, no queda sino votar en conciencia, libremente, pues su verdadera opción no es parte de un acto que se agota en la emisión de un voto que no tiene valor, sino en el inicio de un proceso por la participación en las grandes transformaciones sociales que nuestra Patria exige. Lo que hoy aparece como una derrota circunstancial no es sino un desafío. Asumámoslo.

* Secretario General del Movimiento de Saneamiento Político y Social

Foto: Héctor Vega

El jaque mate del ministerio de Vivienda a los vecinos de la Central Campiche

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Corrigió ordenanza para abrir camino a proyecto de AES Gener
por Claudia Urquieta Ch.


La modificación de la normativa General de Urbanismo y Construcciones, firmada por Edmundo Pérez Yoma y Patricia Poblete, está hecha a la medida de la termoeléctrica. La jugada destraba la paralización de las obras dictada por la Corte Suprema, lo que dejaría sin efecto la sentencia. En la empresa ya iniciaron los trámites para obtener los permisos necesarios para continuar operando.


Luego de que un fallo de la Corte Suprema detuviera el proyecto de la Central Termoeléctrica Campiche, de AES Gener, en junio pasado, el gobierno inició la búsqueda de una fórmula para impedir que la apuesta a carbón de US$ 500 millones se convirtiera en un gran elefante blanco. Además de una pésima señal para los inversionistas energéticos.

• Rechazan intervención del Gobierno sobre termoeléctrica AES Gener Campiche
Desde mediados de 2009 las gestiones gubernamentales alcanzaron el nivel central del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), a través de las carteras de Energía, liderada por Marcelo Tokman, y de Interior, a cargo de Edmundo Pérez Yoma. El propio Pérez Yoma aseguró que “lo que dictaminó la Corte Suprema es una cosa fallada y no hay nada que hacer. Si hay que modificar algunas cosas, dentro de la legalidad vigente, lo vamos a hacer”.
Y lo hicieron. El pasado 1 de diciembre el ministerio de Vivienda y Urbanismo modificó la ordenanza general de urbanismo y construcciones respecto del uso de suelo de actividades productivas, lo que según fuentes ligadas al gobierno, “es un traje a la medida para Campiche”.
La modificación, firmada por la ministra de Vivienda y Urbanismo, Patricia Poblete, y por Pérez Yoma, fue publicada en la víspera de Año Nuevo en el Diario Oficial.
De esta forma, el fallo de la Tercera Sala de la Corte Suprema, que declaró ilegal la autorización dada al funcionamiento de la central a carbón por la Corema, por conceder el permiso sin que se realizara el cambio de suelo necesario, ya no será un freno para que se retomen las obras.
Ordenanza a la medida
En palabras simples la modificación al artículo 2.1.21, señala que si un predio queda afecto a dos o más zonas o subzonas con distintos usos de suelo y al menos el 30% de su superficie incluye los usos de suelo de actividades productivas y/o infraestructura, se admitirá en todo el terreno dicho uso de suelo, lo que incluye infraestructura energética.
En el caso de la Central de AES GENER, según lo explica la propia empresa en una carta enviada el 14 de enero a la directora de la Conama de Valparaíso, Karina Francis, el terreno en que se emplaza la Central Termoeléctrica Campiche incluye una zona de “uso industrial peligroso en una proporción aproximada al 33 por ciento del predio”.
El documento señala que las modificaciones a la ordenanza “han subsanado -a nivel normativo- los reparos que llevaron a la Corte Suprema” a invalidar la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) entregada en 2008 por la Corema V Región y que se fundaron en el Plan Regulador Intercomunal de Valparaíso (Premval).
Y concluye que “como la referida ordenanza tiene una jerarquía jurídica superior y preferente a ese instrumento intercomunal, el fundamento que la Corte Suprema tuvo en vista para invalidar la referida RCA, ha quedado superado, y procede por tanto, retomar el proceso formativo de la Calificación Ambiental del Proyecto”.
Como AES Gener da por superado el problema administrativo que ha mantenido por más de medio año la construcción de la central paralizada, solicita que luego de verificar sus argumentos se le entregue un nuevo permiso ambiental.
Al respecto, Karina Francis explicó que “en este momento estamos haciendo las consultas al Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Si da el visto bueno tenemos que ver a qué servicios que forman parte de la Corema lo enviamos para que lo revisen y resuelvan. Por ahora estamos estudiando el documento”.
Tomando en cuenta que el tema del suelo ya está resuelto y que era la piedra de tope esgrimida por tribunales, la entrega de una nueva RCA no debería ser más que un mero trámite.
Por su parte, AES Gener indicó que había que consultar al Minvu sobre esta situación, pero declinó hacer más comentarios.
Cómo lo hizo el Minvu
La jugada del ministerio liderado por Poblete para abrir el camino a Campiche, tomó forma luego de que la Contraloría General de la República rechazara en septiembre el Plan Intercomunal Metropolitano de Valparaíso (Premval) presentado por el gobierno regional, echando por tierra la idea original de allanar el camino a la central termoeléctrica a través de la modificación de dicho instrumento, que debió reingresar al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA).
En vista de esto, se buscó una solución alternativa, mucho más rápida y segura. En ella trabajó la División de Desarrollo Urbano del Minvu, liderada por Luis Eduardo Bresciani.
El 20 de noviembre, la Seremi de Vivienda y Urbanismo de Valparaíso, solicitó retirar del (SEIA) la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto Premval. El 7 de diciembre el Minvu volvió a reingresarlo con varios cambios.
Según fuentes del gobierno regional “esta fue una operación de alta cirugía. No dejaron cabos sueltos”.
Esto, porque la nueva propuesta está ajustada a lo ya realizado en la central, es decir lo que fue construido con la autorización entregada por el municipio a través de un estudio que le permitió realizar obras para mitigar el riesgo en el estero Campiche. Y también calza con la modificación a la ordenanza que le permitirá al proyecto retomar las obras.
El jueves, la Comisión de Ordenamiento Territorial del Consejo Regional de Valparaíso, realizó una reunión extraordinaria para analizar este tema.
Entre las inquietudes que se discutieron, según explica el presidente de la comisión, Manuel Millones, está que la modificación abre la puerta no sólo a Campiche sino que “podría generar un tremendo problema a otras áreas a nivel nacional, ya que hay un mayor debilitamiento a la mantención de las áreas verdes porque esos serán los suelos más permeables. Aquellas áreas que, como en este caso, están calificadas con otros usos, perfectamente pueden ser homologadas al uso industrial o productivo. Por eso es importante que se precise el alcance de la norma”.
Para resolver estas y otras dudas, acordaron citar al seremi de Vivienda y Urbanismo, a representantes de la CONAMA y también a AES Gener.
Al respecto, abogados expertos en temas ambientales señalaron que “la Corte dictó una sentencia y lo que se está haciendo es dejar sin efecto la sentencia por una vía muy simple: porque se modifica la ordenanza para levantar el vicio de nulidad que estableció la corte”.
Y agregan que “esto es un pésimo precedente. La señal que da es que se podría eludir el cumplimiento de la sentencia judicial dejando sin efecto las prohibiciones que llevan esas sentencias en todo ámbito. Puede colocar en entredicho las competencias de la Corte Suprema en el cumplimiento de su sentencia”.
Nuevas acciones legales
La noticia cayó como un balde de agua fría entre los miembros del Consejo Ecológico de Puchuncaví-Quintero, que a través del abogado Juan Carlos Palma, del estudio Santander y Cía, fueron los que presentaron el recurso que dejó sin efecto la RCA de Campiche.
Según el vocero, Ricardo Correa, “esta situación es de las más oscuras que hemos visto en el último tiempo. Ahora estamos esperando la respuesta que el Minvu le de a AES Gener para ver las acciones que entablaremos”.
Palma, señala que “si la empresa le reconoce el mérito de solucionarle el problema a una norma de carácter general, Vivienda está en un grave problema: dictar normas generales para casos particulares”.
El abogado explica que “la Corte estimó que era suficiente la ilegalidad referida a uso de suelo para acoger el recurso, por eso señaló que no era necesario pronunciarse acerca de las otras irregularidades de Campiche. Entre otras, se constató que no se habían realizado determinadas publicaciones o notificaciones; se tramitó en base a futuras modificaciones de un plan regulador; se autorizó un proyecto sin depósito de cenizas, porque no tienen dónde depositarlas. Además hemos constatado otras irregularidades que por razones estratégicas no vamos a anunciar”.
-¿Cómo evalúa que desde el gobierno los ministros Tokman, Pérez Yoma y Poblete hayan trabajado para encontrar esta vía para abrirle el camino a Campiche?
-El Ministro de Energía reconoció en enero de 2008 que las emisiones de CO2 de las termoeléctricas al 2020 se cuadruplicarían. Por otra parte está el estudio de la Conama para la zona que reconoce que ciertos compuestos se elevarían en un 600%. La ciudadanía podrá ponderar la coherencia entre lo que se dice y se hace.
El candidato de la coalición de gobierno señaló que estaba en contra de las termoeléctricas porque contaminaban mucho. Veremos si el nuevo gobierno sigue el mismo camino de un discurso, que por un lado habla de respeto al medio ambiente y calidad de vida de las personas o de la preocupación por el cambio climático, y por otro lado aprueba proyectos que, como Campiche, la Corte de Valparaíso y la Corte Suprema tuvieron que decir que vulneraba la garantía constitucional de vivir en un medio ambiente libre de contaminación.
Mera coincidencia
Consultado sobre el tema, Luis Eduardo Bresciani aseguró que “este proceso no ha estado vinculado a ningún caso particular”, por lo que para ver si se adecua a la nueva normativa “cualquier proyecto especifico tendrá que ser evaluado.”
El arquitecto explicó que “permanentemente actualizamos normas en distintos ámbitos. Desde el año 2008 la Contraloría nos hizo ver que había algunas normas sobre la localización de infraestructura que eran ambiguas y que generaron algunos problemas.
Por eso nos pidió que las perfeccionáramos… de manera de acotarlas más y hacerlas más certeras”.
-¿Entonces esta modificación la solicitó la Contraloría?
El origen histórico de este tema parte en 2008 por precisiones de Contraloría respecto al Caso Metrogas, ya que instruyó que perfeccionaramos esta norma para que fuera más precisa.
-¿No tiene nada que ver con Campiche?
-No he revisado si el caso concreto se puede aplicar. Me informaron que si esto ingresaba nos tendrán que consultar a nosotros y habrá que evaluar si la normativa se aplica o no al caso particular.
-Pero llama la atención que además de destrabar el problema del uso de suelo de Campiche, se haya retirado el Premval para modificarlo y que esas modificaciones dejen redondo el asunto con la ordenanza…
-Si se retiró tuvo que ver con los antecedentes de la DIA, ya que la Conama decía que faltaban antecedentes. Había que incorporarlos a la memoria por un tema de formalidad del sistema. No estaba vinculado al tema que me comentas.

lunes, 25 de enero de 2010

¿Tiene Michelle Bachelet responsabilidad en el desastre concertacionista?

¿Tiene Michelle Bachelet responsabilidad en el desastre concertacionista?

escrito por Roberto Avila
lunes, 25 de enero de 2010
Atribuir a una persona el desenlace exitoso o el fracaso de un proceso político es injusto y científicamente insustentable.
Sin embargo cabe preguntarse por los efectos de las conductas políticas personales en cuanto a si éstas contribuyeron a acelerar y acentuar u obstaculizar o impedir tal desenlace.

Hay entonces una gran pregunta en la política chilena. ¿Tiene Michelle Bachelet responsabilidad en el desastre concertacionista?. Debacle cuyos efectos desastrosos efectos irán in crescendo.

El candidato natural del socialismo y de la concertación para las elecciones presidenciales de 2005 era José Miguel Insulza. La Alvear se había borrado a si misma en su pugna con Adolfo Zaldivar. Por razones que sería interesante averiguar, el entonces ministro del interior, postergó su aceptación a la candidatura creando un espacio que llenó una candidata desconocida para la opinión pública y que venía desde fuera de la nomenclatura concertacionista que había estado gobernando exitosa, soberbia y lucrativamente.

En un acto multitudinario del PS celebrado en el Estadio Chile, 19 de Abril de 2005, apareció un lienzo del comunal Lo Prado que decía “Michelle Presidenta”. Insulza no fue al acto, donde seguramente habría sido ovacionado, Ricardo Lagos dirigió un mensaje televisado, se escucharon algunas pifias. Era el desprecio de la cúpula para con la base, por lo menos así lo sintieron estos últimos. Cuando llegó Michelle como una militante más, era ministra, hubo hartos aplausos, todavía no una ovación. Pero era el clic inicial entre los corrillos de su candidatura, planteada por la sinceridad ingenua de Martner y la vocación negociadora de Escalona y Solari, y la base partidaria. Se cumplía una ley de la vida, de la física y hasta del amor, nunca un espacio queda libre por mucho tiempo.

Sorprendentemente, quizás incluso para sus “negociadores patrocinantes”, Michelle prendió rápido y fuerte en la sociedad civil. En las discusiones del tercer piso de la sede socialista, “la franja de gaza” (cobijaba la disidencia socialista), manifesté mis aprensiones, fue becaria del Pentágono dije, los americanos no becan a los que promueven la justicia social, les dan otro trato. La respuesta fue contundente para mi escepticismo; era socialista, separada, ex presa política, mujer, jefa de hogar , ex exiliada, su padre muerto en las cárceles pinochetistas, hacía clase de marxismo en al universidad durante el Presidente Allende. La presentación no era mala, era alguien que conocía de la vida y sus rigores.

Michelle sintetizó una disconformidad en la concertación en contra de una cúpula que exhibía un nepotismo sin rubor alguno, que no sólo aplicaba sino profundizaba el modelo neoliberal y que además tenía ya signos claros de corrupción.

La militancia sabía que Michelle no era un dechado de talento, que cuando le tocó presidir un congreso partidario, por el sólo mérito de ser ministra, extravió las conclusiones, que por ello estuvieron un año sin publicar, el esfuerzo de 1200 delegados. Se confiaba en su posición política supuestamente de izquierda.

Es cierto, debe dejarse muy claro, ella no buscó la candidatura. Esta le llegó.

Cuando partió la campaña las limitaciones de la candidata se hicieron evidentes; señaló, por ejemplo, que el tipo de cambio lo fijaba el Banco Central. Hay más ejemplos, muchos, demasiados.

La Secretaría de Frentes de Masas del PS le preparó un hermoso acto de proclamación en el Teatro Cariola. Sindicatos, organizaciones de estudiantes y pobladores que repletaban el teatro se quedaron esperando. La candidata avisó, no se excusó, con los organizadores, no con los asistentes, que tenía una sesión de fotografías. La beca en el pentágono pensé, es mi pesimismo empedernido, me reanimé.

Un día, el entonces secretario general del PS Arturo Barrios me comentó que la candidata no le contestaba el teléfono. No era asunto circunstancial sino político, sus amores estaban con el grupo escalonista. Martner fue literalmente derrocado al poco tiempo de la conducción del socialismo por esa fracción.

Asistí a los actos de celebración del triunfo. Cuando salí a la calle vi un entusiasmó ciudadano fervoroso, particularmente en las mujeres, había esperanzas, yo también las tenia. Quien me acompañaba, me dijo: oye chico, cuando Fidel no esté, sería bueno también en Cuba una mujer.

Me duró poco el optimismo. La conformación del gabinete anunció lo que venía, los tres ministerios mas importantes quedaban en manos de personas, respetables por cierto, pero que representaban una síntesis de lo conservador y lo pro norteamericano en la concertación. Andrés Zaldivar en Interior, Alejandro Foxley en Relaciones Internacionales y Andrés Velasco en Hacienda. Este último tan laureado por su supuesta eficiencia que nos permitió a los cotizantes de AFP perder la mitad de nuestros fondos mientras el entubaba su voz dando lecciones de prudencia y austeridad.

Las cosas fueron mal desde un principio. Cuando estalló la revolución pinguina el gobierno quedó inicialmente estupefacto. Caería el ministro, le seguirían muchos otros, como nunca en los gobiernos de la concertación. Cuando el gobierno reacciona lo hace en el sentido de defender lo existente, el modelo educacional neoliberal. Se opera cooptando-corrompiendo dirigentes estudiantiles, que pasan ser empleados del ministerio de educación, reprimiendo, y engañando a la gente con una LGE que es más de la misma LOCE, ello culmina con las manos entrecruzadas y los brazos en alto, de Hernán Larraìn y Camilo Escalona celebrando la nueva ley, en realidad, la derrota de los nobles pinguinos, nuestros hijos.

El estropicio mayor que fue Transantiago se implementó con soberbia y arrogancia inusitada. Publiqué el mismo día de su partida una articulo en “El Mostrador” y “El Clarín “cuyo titulo lo dice todo • Transantiago el Titanic ha zarpado”. Me llovieron los insultos; resentido, frustrado, poco socialita etc.. .

Buscando sacar provecho del propio desastre la Alvear consiguió al expulsión de Adolfo Zaldivar, este montó un partido y saco 7 % de los votos, ¿quien ganó con ello?. Se perdió la presidencia del Senado, la presidenta impertérrita. Miles de votos fuera.

El ministro no tenia conocimiento alguno de trasporte público, el subsecretario cuya cónyuge se jactaba de su amistad con la presidenta, tampoco, por ello marchaban alegremente al precipicio. Desastre para el erario fiscal (se han gastado ya 5 mil millones de dólares, en intentar enderezar a este curco) y los usuarios, no para todos. El vicepresidente del PS aparece súbitamente como Presidente del directorio de dos concesionarias.

Largo sería el listado de la ineficiencia, se fue la segunda ministra de Educación por defenestración parlamentaria, el primero se había ido por repulsa ciudadana, la ministra de Salud Soledad Barría renunció por las chambonadas de marca mayor en los casos de sida, el estado deberá pagar demandas millonarias. La ministra del trabajo al inicio de la crisis llamó a los desempleados a no buscar trabajo para no impactar las estadísticas. Para el premio Nobel, como pudieron llegar a ser ministras?.

La corrupción no se detuvo y fue desde las millonarias como la del Registro Civil hasta la del director de Onemi de Arica de Arica sorprendido hurtando una crema de 9 mil pesos en una tienda. “Mecherìa” le laman en el argot delictual, especialidad menor de los bajos fondos.

Cuando se quiso intervenir en la corrupción se hizo dando palos de ciego, se defenestró ignominiosamente a la subsecretaria de Transporte Elinett Wolf, supuestamente por usar el auto fiscal para vender frambuesas, lo que el sumario demostró era falso. Se hizo eco de un artículo de prensa de mala fe y de la amplificación de la derecha, de los que se robaron las empresas estatales en beneficio propio durante la dictadura.

Cuando la presidente Bachelet inició su mandato, el PS estaba férreamente unido. Como pocas veces en su historia no había grupos ni personas que se definieran socialistas fuera de la estructura partidaria. Hoy las cosas están como se sabe.

La presidenta no gobernó con la concertación, como ocurrió siempre, ni con un partido, lo que ya sería un error de marca mayor, sino que lo hizo con una fracción socialista , el sector que lidera Camilo Escalona.

En el Congreso de Panimavida la presidenta inauguró el congreso no desde su investidura, la mayor de nuestro estado democrático, sino como la mas fervorosa militante fraccional, y así defendió la gestión de Camilo Escalona que ya acumulaba muchas criticas De su parte Escalona, como una suerte de regente inexistente en nuestra institucionalidad, dio la cuenta del gobierno, que por cierto, la pinto de los más hermosos colores.

La desembozada intervención de la presidenta a favor del grupo de Escalana en ese Congreso es determinante en la derrota de Diciembre pasado.

Todos fuimos notificados que estar contra el estado de cosas, era estar contra Escalona y su fracción y que detrás de ellos estaba la presidenta Bachelet,

Esa fracción impuso un sistema para elegir el candidato presidencial socialista que hacia imposible una competencia verdadera. Intervine en el evento proponiendo primarias abiertas, aún recuerdo los jactanciosos garabatos a mi persona luego que impusieron su método, que llevó al socialismo a tener en su momento cuatro candidatos presidenciales: Insulza, Arrate, MEO y Navarro. Los tres últimos querían ir a la interna socialita, lo más probable era que perdieran, noblemente se atenían al resultado, lo que no estaban dispuestos a tolerar es el insulto de permitir que el adversario juegue abiertamente con las cartas marcadas. De haber ido estos candidatos a la interna, querían hacerlo, lo repito, Piñera habría perdido sin apelación en diciembre pasado, en primera vuelta.

En la reunión de La Reina, la que en algún momento comentaré y que reunió a toda la izquierda partidaria, salvo Carlos Moya que estaba en Europa, Navarro, ante la criticas que algunos esbozábamos, expresó con toda sinceridad que el era un bacheletista convencido y luego reconoció que a pesar de aquello hacía meses que no lo recibían en La Moneda, a pesar que el era un senador, del partido de la presidenta. Los mismo el había pasado a uno que estaba más cerca, el ministro del Interior Belisaro Velasco, ¡la presidenta no le recibía los llamados a su ministro del interior! , de antología como no se debe gobernar.

No se puede gobernar con las amiguis, Allende nombró canciller a Almeyda aunque sus distancias personales fueran abismales. Nixon apenas pasaba a Kissinger, pero con él diseñaban la política exterior imperial. Se gobierna con equipos no con camarillas.

En Derechos Humanos las cosas no fueron mejores. La política era a todas luces incoherente. El gobierno mantenía en situación miserable las pensiones de los exonerados y paralelamente suscribía tratados de DDHH al por mayor, participaba y organizaba eventos recordatorios pero los abogados del Consejo de Defensa del Estado iban a discutirles las indemnizaciones a los familiares de las victimas en la Corte Suprema.

El Instituto de Derechos Humanos fue un festín, inventaron organizaciones brujas, se nombraron amiguis, y la presidenta se auto designo en el directorio.

¿Y los DDHH en el Chile de hoy ?, más de sesenta mapuches presos , sin las más mínimas garantías de un debido proceso, el subsecretario Rosende los estigmatiza por la prensa y luego el Ministerio Pùblico les aplica en concordancia con el gobierno la Ley Antiterrorista dictada por Pinochet. Hay varios mapuches muertos por la represión. Matías Catrileo asesinado por carabineros por la espalda. El autor continúa en la institución, recibiendo el viático especial de los carabineros allí destinados, y es un guardián del orden público, que no nos pile de espaldas.

¿Y 82% de apoyo ?. Muy simple, ese cohecho encubierto, que devalúa a nuestra ciudadanía, que no entrega derechos sino prebendas, por no decir limosnas, produce el efecto de agradecimiento personal, no la probación a la gestión gubernamental. Farkas también cultiva agradecimientos, aunque con su dinero.

Nada de esa “popularidad” se traspasó a Freí pues era agradecimiento personal.

La orientación neoliberal del gobierno de Lagos no se alteró y se siguió adelante con las privatizaciones de cárceles y hospitales, nuestras riquezas naturales se las siguieron llevando gratis, el sueldo mínimo en un miserable 165 mil pesos mensuales, en el país más caro de América latina.

La última paletada.

Cuando se planteó la renuncia de los presidentes de partido, más allá de la exigencia de MEO, estas eran esperadas por la ciudadanía como una autocrítica, ruptura con la soberbia anterior, que indicara nuevos rumbos, la presidenta salió en defensa de Camilo Escalona con lo cual le permitió algunas semanas mas de gobierno partidario y alejo los votos de los que aún pensaban que la concertación podía enmendar rumbos sin sufrir el escarnio de una derrota ante la derecha, cuyo verdadero rostro volveremos a ver desde 11 de Marzo.

La presidenta Bachelet defraudó las expectativas de quienes la apoyaron, consolidó y profundizó el modelo neoliberal y tiene responsabilidad principal en la derrota, que se graficará cuando ella misma entregué a los herederos del pinochetismo la banda presidencial esa es su obra real, ni la protección social, ni género, esas son sus obras: la derrota y la división.

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ROBERTO AVILA TOLEDO

domingo, 24 de enero de 2010

Del neoliberalismo encubierto al libre mercado desatado

Del neoliberalismo encubierto al libre mercado desatado

escrito por Paul Walder
sábado, 23 de enero de 2010
El lunes 11 de enero, a escasos días de las elecciones presidenciales, Michelle Bachelet firmó el ingreso de Chile a la OCDE, inscripción que fue traducida por la misma gobernante como el fin del camino de modernización y apertura comercial iniciado por el primer gobierno de la Concertación.

Tras veinte años de persistentes políticas a favor de la inserción de Chile en los mercados globales a través de profusos acuerdos comerciales con naciones de todo el planeta, Bachelet resumía el evento: "Lo que ha ocurrido durante estos veinte años es histórico. Chile deja atrás el subdesarrollo y se encamina a paso firme para convertirse en una nación desarrollada en unos años más”.

Una satisfacción más bien personal que no pudo impregnar a la opinión pública del mismo modo como sí lo lograron años atrás las firmas de tratados comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea, interpretados por los gobiernos de entonces como el “ingreso de Chile a las grandes ligas”. La pesadumbre por la baja votación conseguida por Eduardo Frei en la primera vuelta electoral del 13 de diciembre y la inquietud por los resultados de la segunda vuelta del 17 de enero pasado oscurecían tanto la mirada retrospectiva de las políticas de la Concertación, como la visión futura. Porque muchos de los temas levantados por el candidato de izquierda Jorge Arrate y el independiente Marco Enríquez Ominami fueron críticas directas a las políticas económicas de los veinte años que destacaba erradamente Michelle Bachelet.

Si el gobierno ha considerado el ingreso del país a la OCDE como el salto hacia una correa transportadora que conducirá al pleno desarrollo, la percepción en la opinión pública se mueve por otras realidades, las que son los efectos directos, individuales y sociales de aquel anunciado y nunca alcanzado desarrollo. Porque las consecuencias locales de la inserción de Chile en los mercados mundiales, de la globalización económica y financiera, han sido también la desregulación de todos los mercados nacionales y la concentración de la propiedad a favor de las grandes corporaciones, lo que llevó durante los últimos veinte años a una entrega sin precedentes del poder al sector privado, de todo tipo de abusos corporativos, de la pérdida de derechos ciudadanos y de un aumento persistente de la desigualdad en la distribución de la riqueza. Durante estas dos décadas las grandes corporaciones de los sectores industriales, de servicios y, de modo especial, financiero, lograron ganancias inéditas en Chile, las que, pese a la negada pero vigente política del chorreo económico, no se extendieron al resto de la población. Todo Chile ha trabajado para el enriquecimiento ilimitado del gran capital.

Un ciego malestar

Tras más de veinte años de neoliberalismo sin efectos favorables en la calidad de vida, el ciudadano finalmente ha expresado su malestar. Y nada más claro que en el voto. Pero no se trata de un fenómeno reciente. La votación contra la Concertación es el resultado de un proceso nacional subterráneo escasamente medido y poco escuchado por los gobernantes. Desde comienzos de la década y tras la crisis asiática los reiteradamente anunciados beneficios de la apertura comercial y la globalización económica y financiera ya eran interpretados por el país con creciente sospecha. Porque a la prédica de “más y mejores empleos” la evidencia era otra: un alto desempleo y deterioro, mediante externalización y flexibilización laboral de hecho, de los trabajos. Al discurso de más y mejor consumo, el ciudadano se vio prisionero de la concentración de la propiedad y de prácticas de colusión de precios, algunas evidentes pero muchas ocultas, y de un sistema crediticio abiertamente usurero y amparado por la institucionalidad económica sostenida por los gobiernos de la Concertación. Un consumo pagado en cuotas bajo la intimidación permanente de Dicom, castigo no sólo económico, sino que ha significado la supresión de la condición de consumidor, de ciudadano. Ante éstas y numerosas otras evidencias, los chilenos fueron alimentando un amargo resentimiento tanto a las políticas y a la falsa retórica de la Concertación.

Aunque los gobiernos de la Concertación, y en especial el saliente de Bachelet, intentaron destacar una vertiente social –desde el crecimiento con equidad de Ricardo Lagos a la redes de protección social de Bachelet- , la realidad, medida el domingo 13 de diciembre y el 17 de enero, ha sido otra. Ya hacia la mitad de la década la iglesia católica tuvo que interceder varias veces en conflictos sociales y laborales derivados de una institucionalidad hecha a medida de la gran empresa, proponer un salario –ético le llamaron- más justo para los trabajadores y, tal vez el llamado más concreto, criticar la esencia del mal: el modelo neoliberal.

Sondeos muy poco difundidos ya hablaban desde comienzos de la década del fuerte malestar que había producido en los chilenos la ampliación y consolidación del modelo de libre mercado. Estudios del PNUD concluían que una gran mayoría de la población quería más intervención del Estado en la economía. No bastaba con una mayor regulación, cuyos resultados sólo han demostrado la debilidad del Estado para fiscalizar y castigar a las grandes corporaciones, sino un giro a ortodoxia del mercado.

En noviembre pasado la BBC divulgó un sondeo mundial sobre el actual apoyo al modelo neoliberal, el que fue en su momento silenciado por la gran prensa chilena. Sólo meses más tarde el periodista Ernesto Carmona rescató el estudio y lo hizo circular a través de Internet. Los datos son contundentes y reflejan que más del 90 por ciento de los chilenos estima que el Estado debe asumir un rol más activo en la economía.

Entre otros datos, la encuesta reveló que casi la mitad de los chilenos “está de acuerdo en declarar que el capitalismo de mercado libre tiene problemas que se requieren resolver con más regulación y reformas, pero el 20 por ciento cree que se necesita un sistema distinto (...) en tanto un 72 por ciento de los encuestados aprueba más control gubernamental de industrias importantes, un 91 por ciento opina que el gobierno debe tener un rol más activo en la distribución uniforme de la riqueza y un 84 por ciento pide una mayor presencia del gobierno en la actividad reguladora del capitalismo”.

Tal vez la conclusión más rotunda es que Chile, tras Brasil, es el país, entre 27 naciones estudiadas, con mayor rechazo al sistema neoliberal. De acuerdo a la encuesta, los chilenos repudian sin más el actual modelo económico, fenómeno tal vez percibido por la Concertación, que incluyó entre su discurso electoral la idea de “más Estado”, eslogan que se levantó como una paradoja al observar las políticas de los últimos veinte años. Para ello basta recordar que durante el gobierno del derrotado Eduardo Frei se entregaron al sector privado áreas tan sensibles como el agua potable y los puertos.

Frankenstein de la Concertación

La resistencia al neoliberalismo en un país que ha desarrollado y acariciado este modelo con una fruición sin parangón en el mundo durante más de treinta años es un caso que ha de tenerse en cuenta. Porque el malestar sucede también en una nación despolitizada, carente de organizaciones sociales y sin una prensa masiva que ejerza la crítica, rasgos que han favorecido al populismo de la derecha. El modelo neoliberal, instalado a la fuerza por la dictadura fue moldeado por la Concertación para regocijo de la derecha y financiado por el gran sector privado, que ha convertido el consumo de masas como el único objetivo de la democracia. Un largo proceso que abarca ya más de una generación y que terminó por identificar a la Concertación con las penurias del modelo. Aun cuando es la derecha económica amparada por los militares la que detenta la paternidad neoliberal, fue la Concertación quien alimentó, fortaleció y embelleció a la criatura. Hoy, con rasgos de Frankenstein, ha destruido a quien la tomó en tan cálida adopción.

Los efectos del modelo no están sólo en el mall y en artilugios de consumo, presentados a modo de zanahoria a los ojos del burro. Los verdaderos efectos, que son el garrote, están en la comercialización de todas las actividades de la vida, partiendo por la salud, la educación y todos los servicios. Y también están en el alto desempleo, en el pavor producido por la inestabilidad laboral, en la inequidad, en la desprotección social. Se trata de efectos negados por el sector privado y, si bien últimamente y muy tardíamente reconocidos por los gobiernos, nunca resueltos. Un ejemplo de la mínima incidencia de estas políticas asistenciales ha sido la pensión asistencial que creó el gobierno saliente para las personas que quedan al margen del sistema privado de pensiones. Esta ley, celebrada como un triunfo de las políticas públicas ante el mercado, se estrelló a poco andar con el colapso financiero internacional, que generó pérdidas millonarias a los fondos de pensiones de todos los trabajadores. Tras la debacle masiva, el gobierno, sin intervenir ni criticar el sistema privado, sólo observó los movimientos del mercado.

Las condiciones laborales han quedado al arbitrio del mercado, lo que ha sido amparado durante veinte años por los gobiernos de la Concertación. Una encuesta de la Dirección del Trabajo publicada la primera semana de enero reflejó las condiciones laborales en el sector privado: más de la mitad de los trabajadores chilenos (55 por ciento) gana sueldos que no superan los 257 mil pesos brutos, en tanto sólo en el 5,1 por ciento de las empresas existen sindicatos activos.

La Concertación se presentó en estos años como el representante de la gobernalidad, de la estabilidad política, de la armonía social. Una política basada en los consensos con la derecha, que ha derivado en una política acotada –expresada por el sistema binominal-, en acuerdos entre las elites y en una fuerte exclusión de las demandas de la ciudadanía y de sus organizaciones sociales. Así como en estos veinte años la economía fue entregada para saciar el apetito del sector privado, la política, limitada a las elites y redes de poder crecientemente corruptas, ha clausurado cualquier posibilidad de mayor democratización.

Las políticas de los consensos fueron decisiones de grupo impuestas en los hechos de un modo autoritario. Un modo de gobierno que tuvo efectos en todos los aspectos de la vida política y social –derechos humanos, pueblos indígenas, políticas públicas, etc.- y que en economía se expresaron en un pacto por mantener y reforzar la ortodoxia neoliberal. Una fusión ideológica que tuvo su expresión en las propuestas de ambos candidatos. Porque si hubo diferencias, éstas fueron pequeños matices, como quedó en evidencia en la oferta del “bono marzo” anunciado por ambos candidatos.

La Concertación, enquistada en el poder político y también en el económico por medio de relaciones gozosas pero peligrosas con las grandes corporaciones, fue incapaz de ofrecer un cambio real, el que ha tomado la derecha, más como figura retórica que como propuesta política ante un pueblo despolitizado, ignorante, amnésico y desmovilizado. Porque si hay algo que la derecha ha defendido durante los últimos treinta años, es el libre mercado, que es su esencia, su ley, su naturaleza. Pero como gran paradoja, esta ciudadanía, explotada por las grandes corporaciones y endeudada con el sector financiero, ha confiado de forma candorosa en los causantes de sus males.

En Chile ha terminado el ciclo de los gobiernos de la Concertación. La ruptura de las fuerzas de izquierda pudo haber sido una causa, las oscuras redes políticas y la corrupción otras, pero en especial ha sido por el descrédito de sus políticas económicas, piedra de tope para la Concertación que crecerá con la derecha. En medio de una crisis internacional que impedirá altos crecimientos del PIB para generar chorreo económico, que es la única política redistributiva aceptada por la derecha, el malestar ciudadano aumentará.

Piñera habla de cambios. Pero en los hechos habrá continuidad en el modelo económico. La Concertación deja tras veinte años el gobierno. Pero seguirá gobernando a sus anchas el mercado.

PAUL WALDER

Publicado en revista Punto Final

Planificación urbana y ciudadanos permanentes

Planificación urbana y ciudadanos permanentes

Alberto Texidó
Arquitecto U. de Chile, DEA Proyectos Arquitectónicos UPC Barcelona, PhD(c) Arquitectura y Estudios Urbanos, Universidad Católica de Chile. Investigador Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales PUC.
http://www.uc.cl/ieu
Una vez más enfrentamos un proceso electoral en el que deberemos decidir sobre que queremos del gobierno que elijamos. En el debieran expresarse de manera clara las intenciones, programas y líneas de acción que en materia de política urbana cada candidatura ha puesto sobre la mesa.
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Afinada la visión en esa dirección se hacen evidentes las posiciones contrapuestas sobre cómo hacer ciudad. Qué pueden priorizar y planificar de manera coordinada los entes técnicos del Estado a nivel central o local por un lado y, por otro, la utilidad de las grandes obras de infraestructura que se supone pueden gatillar el progreso en sus entornos, y que normalmente se vinculan o implican automatismos de mercado o iniciativas privadas.
Estas dos perspectivas son las que a lo largo del tiempo han confrontado la visión de un MINVU más bien planificador, no siempre coincidente con un MOP ejecutor industrial. Fue ello lo que motivó hace unos años un proyecto multi-ministerial de confluencia: el Gran Ministerio del Territorio, el que junto a Bienes Nacionales y Transportes debía desarrollar una acción coordinada del Estado sobre las ciudades y poblados, idea que fuera levantada y abandonada durante el gobierno de Ricardo Lagos.
La mejor ciudad no puede ser el producto de actos espasmódicos de la autoridad pública, manifestados como epidemia en época de elecciones. Es necesario abstraer la generación de los proyectos de los momentos puramente electorales y proyectarlos a una mayor responsabilidad cotidiana.
En este desencuentro urbano, si pudiéramos catastrar la cantidad de proyectos que son anunciados durante períodos de campaña electoral, priman las obras públicas por sobre las acciones planificadoras. Pese a que su relevancia se debilita al aparecer menos atractivas o poco eficientes en la captación masiva de votos.
Sea a través de inauguraciones parciales o totales, podemos reconocer un modo de operación sobre la ciudad lleno de cálculos, anuncios y primeras piedras, bastante coincidentes con períodos ocasionalmente fértiles como son las elecciones.
El caso del Transporte Público de Santiago es un ejemplo. Las mejoras a los recorridos-frecuencias de buses o las recientes ampliaciones anunciadas de la red de Metro, cubren portadas y titulares como verdaderos emblemas electorales.
Casos previos coincidentes: la inauguración de la línea 5 (1997) se realizó a mediados del mandato de Eduardo Frei (1994-2000) y su ampliación hacia Santa Ana se inauguró al terminar su período en marzo de 2000, cuando Ricardo Lagos recibía la banda presidencial.
Durante el Gobierno de Lagos (2000-2006) se anunció la cartera de proyectos Bicentenario, hoy extinta; se inauguró la ampliación de la Línea 5 hacia Quinta Normal; la ampliación al norte de la línea 2 y se inició la línea 4 hacia Puente Alto, conjuntamente con el complejo y apresurado andar del Sistema de Transporte Público Transantiago, que obligó a la inauguración anticipada de estaciones de Metro.
Con Bachelet (2006-2010) se repite la tradición. Junto a los ajustes (casi naturales) al Transantiago vemos la ampliación de la línea 1 a Las Condes y de la 5 a Maipú, junto al reciente anuncio de la Línea 6, celebrado por la mayoría ciudadana, justificado por los tecnócratas y criticado como apresurada oferta electoral de débil justificación por la oposición.
No obstante lo anterior, las políticas públicas sobre vivienda, transporte, infraestructura y equipamientos urbanos se tornan un tema de debate nacional con inusual potencia y claridad. Y se transforma, por lo tanto, en un momento positivo para reflexionar que deseamos efectivamente y como podemos participar en la construcción de una política urbana.
La mejor ciudad no puede ser el producto de actos espasmódicos de la autoridad pública, manifestados como epidemia en época de elecciones. Es necesario abstraer la generación de los proyectos de los momentos puramente electorales y proyectarlos a una mayor responsabilidad cotidiana. Quién, cómo o dónde se están tomando las decisiones sobre como construir ciudad en Chile no debiera pertenecer al mundo de la información reservada de los entes públicos o las empresas, sino más bien al de la certidumbre ciudadana. Y el CUANDO, así, con mayúsculas, no solo a consideraciones de pura economía sino también de comunidad y participación.
No debiéramos entonces depender solo del calendario electoral para decidir sobre la ciudad sino de aquel del hábitat humano, resolviendo en el espacio tridimensional de opinión, convivencia y proyecto colectivo lo que queremos hacer. Ello nos haría evolucionar desde electores circunstanciales hacia ciudadanos permanentes.

La derecha histérica, bipolar, soberbia y caníbal

La derecha histérica, bipolar, soberbia y caníbal
escrito por Rafael Luís Gumucio Rivas

En primer lugar es necesario eliminar un cierto número de falacias que los medios de comunicación y los políticos de derecha quieren convertirlas en una especie de sentido común : Es falso que los sistemas electorales determinan el sistema de partidos y su número, pues en las ciencias sociales no existe la relación causa-efecto, y sólo los positivistas creen que es posible establecer leyes.
En cada situación histórica juega una serie de variables que hacen casi imposible cómo se va a desarrollar, por ejemplo, las famosas tres reglas de Duverger, en el sentido de que los sistemas mayoritarios a una vuelta favorecen la existencia de dos y medio partidos; a dos vueltas, cinco a seis partidos; y en proporcional, a una multiplicidad de partidos. Hay muchos casos que contradicen estas reglas: 1) en Venezuela y Colombia se aplicó el sistema proporcional, dando por resultado un bipartidismo (ADECO y COPEI, en Venezuela, y Liberales y Conservadores, en Colombia); 2) en Francia se aplicaron el mayoritario a dos vueltas, y el proporcional, sin cambiar el número de partidos; 3) en Chile, el sistema proporcional permitió una multiplicidad de partidos, en el período de Carlos Ibáñez, y terminó en el bipartidismo en 1973, UP y CODE.

- es falso que el sistema binominal sea una variante de los sistemas mayoritarios, pues el binominal es una aberración en los sistemas electorales. En ningún país del mundo , ningún cerebro medianamente cuerdo, puede concebir un sistema electoral que favorezca a la segunda mayoría y promueva el empate entre dos fuerzas políticas; a esta monstruosidad mental se le puede hacer reformas, como la propuesta por el gobierno para evitar la exclusión, sin embargo, auque la mona se vista de seda, mona se queda. En este plano, los jóvenes son muy sabios al no participar en semejante estulticia.
- Es falso que los sistemas electorales sean capaces de dar equivalencia entre sufragios y escaños, ya que todos los sistemas, sean proporcionales o mayoritarios, distorsionan la voluntad popular, incluso el famoso sistema D´Hont que, sucesivamente, favoreciendo en escaños a radicales, agrario-laboristas y demócrata cristianos sucesivamente.
- Es falso que el sufragio exprese, en forma transparente, la voluntad popular. La derecha política siempre temió al sufragio, pues creyó que este llevaría a la dictadura del proletariado, en razón del número superior de aquellos que tienen sólo prole, y los propietarios, razón por la cual, desde tiempos inmemoriales, han inventado diversas fórmulas para falsearlo: de 1833 a 1891, la intervención presidencial; de 1891 a 1958, el cohecho y el fraude; sólo de 1958 a1973 pudo expresarse, con cierto grado de transparencia, la voluntad popular.
- es falso que en la democracia chilena se ha aplicado la no exclusión: en 1937 y en 1948 se aplicaron leyes que excluían a los comunistas de los registros electorales; algo muy distinto es que la estupidez de la derecha no haya sabido aprovechar, electoralmente, la exclusión de sus rivales.

No necesariamente el crecimiento del padrón electoral y las leyes contra el cohecho han favorecido a las fuerzas progresistas, por ejemplo, en 1958 fue elegido el derechista Jorge Alessandri sólo meses s después de haberse aprobado la ley que instauró la cédula única, que eliminó el cohecho, sin embargo, el crecimiento del universo electoral, que aumentó de un 23,3 por ciento en 1930, al 82.3 por ciento en 1970, respecto a los ciudadanos en condiciones de sufragar, favoreció a la Democracia Cristiana y a la Unidad Popular, pero este hecho tiene explicación en otras variables que, no necesariamente, se deben al crecimiento del padrón electoral.

En la Constitución de 1925 el número de diputados correspondía a 30.000 ciudadanos, según el censo de la época; los senadores representaban circunscripciones regionales. El constituyente de 1980 desprecia la soberanía popular y, como la Constitución es pétrea, se puede incluir en su texto un número cualquiera de diputados, en el caso actual, 120, pero como colocar un número arbitrariamente, sin considerar el número de electores, es un absurdo y desvirtúa la representación; uno podría jugar y colocarle 666 ó 777, el del demonio o el de la perfección y, a la larga, el elector importa poco y, en general, es un vasallo del diputado o senador.

La inscripción y el voto voluntario me parece evidente en cualquier democracia civilizada; el voto obligatorio sólo es válido cuando se plantea el sufragio como un deber, en el supuesto de una democracia avanzada y con espíritu cívico, que no es el caso chileno. El sufragio de los chilenos en el extranjero constituye un mínimo reconocimiento de quienes han sido los embajadores de Chile en todo el mundo; es absurdo el argumento de que no puedan votar porque no pagan impuestos, lo cual sería válido en una democracia censitaria, donde los que más tributan tendrían más votos. Chile sería algo así como LAN: quienes tienen más acciones, tienen más votos. Por lo demás, en Chile la mayoría gana menos de $250.000, por consiguiente, no tributa y no tendría derecho al sufragio. Esta teoría es la expresión de la más perfecta plutocracia.

¿Por qué la derecha, desde 1958 no gana ninguna elección?

- La derecha, hasta hoy, ha tenido todo el poder, menos la presidencia de la república: ha sido siempre dueña de la judicatura, del Banco Central y de los Bancos privados, además de todas las asociaciones empresariales; habría que agregar, en el plano político, el Parlamento: de 1925 a 1949, fluctúa entre un 40% y un 50% del electorado; en 1932, el 42%; en 1941, el 31.2%; en 1945, el 43.7%; en general tuvo entre 50 y 70 diputados. En el sistema político chileno, el Presidente gobierna con los partidos y el Parlamento; la derecha fue perdiendo este poder electoral en las elecciones parlamentarias, en dos períodos: durante el gobierno de Carlos Ibáñez, que llegó apenas al 29.2%, en 1953, y durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, que llegó al 12% en 1965.
- La derecha siempre ha tenido que entenderse con el centro político: con los radicales, 1938-1964, y con los demócrata cristianos, 1964-1973; con los radicales más flexibles pudo formar gobierno con Gabriel González Videla, y atraerlos a la formación de una combinación, dirigida por el derechista Jorge Alessandri – le fue muy fácil convertir en gerentes a estos mediócratas.

La Democracia Cristiana ha sido más difícil para la derecha: en el fondo, estos hijos de los Conservadores se convirtieron en parricidas, eliminando a su padre en las elecciones de 1965; y, como si esto fuera poco, estos discípulos de los Jesuitas expropiaron los fundos a los terratenientes poniendo fin a su hegemonía política, por lo tanto, no es difícil explicarse el resentimiento que un sector de la derecha tendrá siempre con la Democracia Cristiana. Según Nietzsche, el “resentimiento es uno de los motores de la historia”.

El votante de derecha es individualista y, prácticamente, no milita en partidos, pues lo único que le interesa es preservar el dinero y la propiedad privada, y estos bienes se los garantiza perfectamente los partidos de clase media, como los radicales, no así la Democracia Cristiana que reformó, en 1965, el artículo 10, No.10 de la Constitución, precarizando la propiedad privada.

En las elecciones presidenciales, la derecha casi siempre jugó el papel de perdedor: lo hizo con Gustavo Ross frente a Pedro Aguirre Cerda, con Carlos Ibáñez frente a Juan Antonio Ríos, con Eduardo Cruz Coke y Fernando Alessandri frente a Gabriel Gonzáles Videla, Arturo Matte frente a Carlos Ibáñez-. En muchos de estos casos la derecha se dividió: Arturo Alessandri y Rafael Luis Gumucio Vergara, más un número de diputados liberales, se negaron a apoyar al ex dictador Carlos Ibáñez; en 1946, la derecha fue dividida: Eduardo Cruz Coke, apoyado por conservadores y falangistas, y Fernando Alessandri, por los liberales; si sumamos los votos de los dos candidatos, alcanzaron la mayoría absoluta de 56.9%, y González Videla apenas el 40.1%. Como seguramente ocurrirá, en las próximas elecciones, la derecha se perderá por la división y el individualismo. En 1958, de nuevo tuvo la oportunidad de llegar al poder, aliada con el centro demócrata cristiano: el Partido Liberal estuvo a punto de proclamar a Eduardo Frei, de no mediar el resentimiento del conservador Juan Antonio Coloma, (abuelo del actual senador), Frei hubiera sido el candidato de la derecha; un acontecimiento dramático, como la muerte de Raúl Marín Balmaceda, en plena Convención liberal, Jorge Alessandri nunca hubiera sido presidente de Chile.

Para los ingenuos, que creen que Piñera puede gobernar mejor el país, baste recordar el desastroso gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, un solterón, mamero y neurótico, según confesiones de su padre; quiso hacer un gobierno empresarial y manejar Chile como la Papelera de Puente Alto, empresa de la cual era gerente. A don Jorge se lo comió la inflación, se le acabaron los dólares y tuvo que sufrir la oposición de la CUT, indignada por las alzas permanentes del costo de la vida, que no iban acompañadas de aumento de salario. Los radicales perecieron por culpa de su alianza con la derecha.

Desde 1938 hasta los años 60 existió un divorcio entre la derecha y los militares, fundamentalmente Marmaduque Grove y Carlos Ibáñez representaban alternativas bonapartistas e, incluso, socialistas en el caso de Grove. Si bien los militares no podían sentirse cerca de los movimientos populares, pues rompería su formación prusiana de la disciplina, también fueron antiparlamentaristas y contrarios a la república plutocrática. Según Rafael Luís Gumucio, en sus Memorias los describe como antiderechistas y antiizquierdistas. Gustavo Ross perdió, por menos de un 1%, las elecciones de 1938 e intentó el apoyo del general Arriagada para desconocer el triunfo del Frente Popular, fracasando rotundamente. Siempre hubo un pequeño sector militar que adhería a la derecha, que se expresó en el golpe militar contra el gobierno de Aguirre Cerda, nuevamente derrotado. Sólo en los años 60 y 70 las Fuerzas Armadas se inclinan por la doctrina de la Seguridad Nacional, postulada por los gobiernos norteamericanos y el arbitraje militar se pronuncia por la derecha política.

La época de oro de la hegemonía de la derecha comienza a partir de la oposición al gobierno popular de Salvador Allende. En el fondo, bajo aparentes ropajes democráticos, la derecha toma la jefatura de la oposición reaccionaria al gobierno de Allende. Hay diversas fuentes para analizar la ideología de la derecha en las últimas décadas de nuestra historia: en primer lugar, un pequeño sector liberal y democrático, cuyos líderes eran los inolvidables Hugo Zepeda Barrios y Julio Subercaseaux, mantenía la tradición libertaria de conservadores y liberales; este liderazgo fue reemplazado, a raíz de la debacle electoral de la derecha, en 1965, por los nacionalistas, muchos de ellos de corte fascista, admiradores de Francisco Franco, que comenzaron a formarse en la Revista Estanqueros, dirigida por Jorge Prat Alemparte, y en la cátedra animada por el sacerdote ultrarreaccionario Osvaldo Lira, SSCC, y del historiador hispanista Jaime Eyzaguirre. Desde el Centenario hay una tendencia nacionalista antiparlamentaria y contraria a la soberanía popular, cuya cabeza visibles estaba conformada por el historiador Alberto Edwards y, posteriormente, por Francisco Antonio Encina. Es esta tendencia la que dominará el nuevo Partido Nacional, cuyo líder era Onofre Jarpa y que hoy forman parte del aspecto conservador de la UDI, que la ha conducido a oponerse, tontamente, por ejemplo, al reparto igualitario de la “píldora del día después”, que tanto daño ha causado a la derecha ante la opinión pública, y a todos los temas progresistas que atingen a la sociedad civil. Por último, está la Escuela Monetarista de los clásicos neoliberales, que se formaron en la escuela de Economía de la Universidad Católica.

Para la derecha, la democracia es una entelequia: el verdadero Leviatán no se encuentra en el autoritarismo – que no es malo para la libertad económica – sino en la soberanía popular que, como lo sostenía el ideólogo Jaime Guzmán, no es la única fuente, ni siquiera la principal, de donde surge el poder. El ideal final sería una especie de sociedad corporativista que tuvo expresión, en cierto grado, en los amarres institucionales de la Constitución de 1980, sobretodo en la inamovilidad de los comandantes en jefe, los senadores institucionales, la no participación en política de los líderes sindicales, el sistema binominal y otras lindezas. Esta tesis corporativista de desprecio de la soberanía popular ha condenado, durante toda la transición a la democracia, a la derecha a un permanente juego de perdedores, conformándose con las ventajas electorales, heredada de los amarres constitucionales.

Creo muy difícil que el gobierno concertacionista logre, por medio de pactos, cambios substanciales en el Sistema Electoral y de Partidos Políticos, pues la historia prueba que todas las grandes reformas electorales han sido producto de lo que podríamos llamar “golpes electorales”, es decir, aprovechar algunos momentos claves en que la derecha está desprevenida para lograr avances en el sistema electoral y político. Así ocurrió en 1912, como lo relata Manuel Rivas Vicuña; en 1958, con el Bloque de Saneamiento Democrático, que derogó la Ley de Defensa de la Democracia e instauró la cédula única; en 1970 y 1971, que concedió el voto a los mayores de 18 años a los analfabetos, aumentando el padrón electoral al 41% de los habitantes de la nación. Si me fuerzan a extremar el argumento, puedo afirmar que, incluso, la educación primeraza obligatoria y gratuita fue también producto de un golpe parlamentario, en 1920, producido por un acuerdo entre Manuel Rivas Vicuña y el líder conservados, Rafael Luís Gumucio Vergara. Podríamos seguir extendiendo el argumento a la separación de la iglesia y el Estado, en 1925, y a la aceptación, por parte de la jerarquía eclesiástica, del triunfo del masón Pedro Aguirre Cerda, que aterraba a una parte del clero, por a experiencia de la república española, de 1931. Rafael Luís Gumucio Vergara relata en sus Memorias la gestión realizada por él ante el Cardenal José María Caro.

En el comienzo de la transición a la democracia los partidos de derecha, si bien lograron mayores votaciones que el antiguo Partido Nacional, un 20% en 1973, fueron siempre minoría en las elecciones pluripersonales: diputados en 1989, 34.18%; diputados en 1993, 36.68%; Municipales en 1996, 32.47%, y así suma y sigue hasta llegar a fin de siglo. En las presidenciales, los resultados fueron aún más catastróficos: perdieron con Buche y, posteriormente, con Arturo Alessandri, ante los demócrata cristianos Aylwin y Frei. Sólo en 1999, por el fin catastrófico del gobierno de Eduardo Frei y el genial slogan del cambio, Joaquín Lavín logró casi empatar, en primera vuelta, con Ricardo Lagos, 47.58% para el primero y 47.96% para el segundo. Esta fue la parusía electoral de la derecha, perdida en la segunda vuelta gracias a los votos de la izquierda. De ahí para adelante, en las elecciones pluripersonales e incluso, en las presidenciales, la derecha cuenta con un sólido 40%, sin embargo, está condenada al juego de perdedores y a la freudiana desesperanza aprendida, respecto al anhelo de conquistar el sillón de O`Higgins.

Según pablo Longueira, una especie de profeta de la UDI populista, “la derecha es histérica y soberbia”, por eso mismo, seguramente, a pesar de los autogoles de la Concertación, volverá a perder las elecciones presidenciales del Bicentenario. Es muy posible que, como muchas de las profecías autocumplidas, este augurio de Longueira sea una realidad. Quienes no son especialistas en historia pueden entusiasmarse con la vocación popular de este ideólogo poblacional de la derecha. Si hubiera que buscar antecedentes a este aparente compromiso con los pobres, de que hace gala Longueira, creo que tendríamos que recurrir a la Falange española de José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera; los primeros falangistas españoles, plenamente fascistas, usaban el overol de obrero para identificarse con la clase trabajadora y cantaban Cara al sol con la camisa parda. El populismo es una nueva cara de la derecha en el mundo; baste recordar los casos de Nicolás Sarkozy, en Francia y de Álvaro Uribe en Colombia. Hay que tener mucho cuidado con este caramelo envenenado que la derecha ofrece a las masas despolitizadas.

Sebastián Piñera, un niño multimillonario, se ha apasionado por convertirse en el primer funcionario de la nación, único peldaño que le falta para poseer el poder total. Sabe muy bien que para conquistar el pequeño porcentaje que lo separa de la Concertación tiene que ofrecer el oro y el moro a los populáricos, hoy muy decepcionados de la política y con muy baja adhesión a la democracia, como lo prueban los informes del PNUD de los años 2001 y 2004, y la última encuesta de un conjunto de Fundaciones: menos de un 50% considera a la democracia el mejor de los sistemas políticos y a un 18% le atraen los regímenes totalitarios. Afortunadamente, la histeria, los escándalos, la estupidez del “Desalojo” y otros tantos torpes pasos que atentan contra la sociedad civil lleven, nuevamente, a la derecha a cumplir la condena de ser siempre perdedores. Por cierto, conservarán el poder económico y en las demás instituciones que siempre han tenido. Si en algo es hábil la derecha es en lograr que los concertacionistas administren mejor el modelo neoliberal que ellos mismos. Nada más eficiente que los laboristas y socialistas administrando el capitalismo especulativo.

Rafael Luís Gumucio Rivas

Ante los resultados electorales…Declaración pública del Partido Humanista

Ante los resultados electorales…Declaración pública del Partido Humanista

Por: Partido Humanista
Fuente: www.partidohumanista.cl (19.01.10)
La llegada de la derecha neoliberal al gobierno de Chile es el resultado de las políticas implementadas por las dirigencias de la Concertación, que durante todo este período de 20 años se coludieron y coordinaron con la propia derecha para co-gobernar y administrar un modelo injusto y depredador.
La constante y recurrida estrategia de la Concertación de usar un discurso progresista para ganar las elecciones presidenciales y luego -una vez en el gobierno- aplicar políticas neoliberales, ha llevado finalmente a este resultado.
Desde hace 20 años la Dirigencia de la Concertación ha sido responsable del maquillaje democrático de la Derecha al gobernar coludida con estos sectores, la mejor muestra de esto es que la derecha -producto de innecesarios acuerdos con la Concertación- ya había obtenido la presidencia del Senado y la cámara de Diputados.
No se puede criticar a la Derecha de su incestuosa y perversa relación de la política con el dinero, cuando en la propia Concertación esto ya era una práctica habitual como lo demuestra cuando el ex Ministro de Hacienda de Eduardo Frei, Eduardo Aninat, asume luego la Presidencia de la Asociación de Isapres; que la Superintendenta de Previsión Social de Ricardo Lagos, Ximena Rincón (recientemente electa senadora), luego de dejar su cargo, asuma como Directora de la AFP Provida o que el actual Ministro Viera Gallo, luego de perder su reelección como Diputado, haya asumido como abogado de las autopistas concesionadas, por nombrar sólo algunos ejemplos.
En realidad la Concertación gobernó y convivió todos estos años cómodamente con la derecha política y económica, sólo poco antes de cada elección presidencial desempolvaba su discurso progresista y de justicia social para derrotar a la derecha y luego gobernar en concubinato con ella.
Todo esto hizo que la gente ya no viera grandes diferencias con la derecha, peor aún, si a todo lo anterior le sumamos la corrupción generalizada, el clientelismo enquistado en el aparato público y las prácticas matonezcas y autoritarias producto de la soberbia de quien está en el poder, entonces lo que pasó es que la gente se cansó del sucedáneo y optó por el original.
Durante todo el primer semestre del año 2009, advertimos en reiteradas oportunidades a cada uno de los presidentes de partidos de la Concertación que -de no producirse un cambio sustancial y profundo de sus prácticas políticas- la llegada de la derecha al gobierno sería inminente. Que el Partido Humanista estaba disponible para alcanzar acuerdos que evitaran la llegada de la Derecha al Gobierno, pero que estos acuerdos pasaban necesariamente por entender la realidad del nuevo país que estábamos viviendo.
Posteriormente, durante el segundo semestre del año 2009, sostuvimos que la candidatura de Marco Enríquez era la única candidatura capaz de enfrentar y ganar al candidato de la derecha y su supuesto cambio, que en realidad es un retroceso.
Finalmente, luego de la primera vuelta, señalamos que -aunque no creíamos el discurso del candidato de la concertación- no daba lo mismo quien gobernara y por tal razón no hicimos un llamado a votar nulo sino que dejamos en libertad de conciencia personal para decidir la mejor opción, advirtiendo de paso que si la Concertación deseaba evitar el triunfo de la derecha debía dar señales y hacer acciones concretas y no simplemente cosméticas.
Para ser claros, la llegada de la derecha al gobierno es lo peor que puede sucederle a Chile y el principal responsable de esto es la dirigencia de la Concertación que, enceguecida por el poder, no fue capaz de escuchar, ver, ni sentir lo que estaba pasando.
Las declaraciones de importantes figuras de la Concertación luego de conocidos los resultados electorales, nuevamente nos indican que se sigue sin entender lo que ha pasado. Nos muestran el peligro de los llamados “acuerdos de gobernabilidad” o de la “democracia de los acuerdos” que no son otra cosa que componendas entre dirigencias para salvaguardar sus propios intereses, muy alejados de las grandes mayorías.
Advertimos que estos probables acuerdos pondrán en riesgo las conquistas sociales que los sectores más vulnerables han logrado defender gracias a sus movilizaciones y luchas. Nuestro rol será de una activa defensa de los derechos de los trabajadores, de las reivindicaciones del pueblo mapuche, de los recursos naturales que aún no han sido traspasados a las multinacionales, en especial de Codelco, de la diversidad sexual, y tantas otras conquistas sociales que pudiesen verse amenazadas.
Seremos férreos opositores de esta derecha que intentará manipular y engañar con prácticas populistas y asistenciales. Seremos férreos opositores de esta derecha que intentará aparecer como democrática llegando a acuerdos con los oportunistas de siempre. Seremos férreos opositores de esta derecha que con sonrisa amable y publicitaria se alineará internacionalmente con los Uribe, García y otros gobernantes derechistas de nuestro continente, que intentan erosionar los proyectos de izquierda de los pueblos de Bolivia, Ecuador, Venezuela y Cuba.
En este nuevo escenario estamos disponibles a dialogar y articularnos con los distintos sectores sociales, ciudadanos, ambientalistas y políticos que realmente crean y ejerzan la democracia y la no violencia; que efectivamente asuman los cambios sociales que han irrumpido los últimos tiempos en nuestros país, con un estilo, una ética y una estética distinta; alejados de toda manipulación y cuyo único cálculo sea el del bien común.
http://www.partidohumanista.cl/

Las antinomias de la izquierda institucional

Las antinomias de la izquierda institucional
Por: Montserrat Espejos Verbanaz
Fuente: www.elciudadano.cl
Asamblea Constituyente, nacionalización del cobre, participación, más democracia y nuevo modelo de desarrollo han sido frases y palabras con las que la Izquierda en Chile se ha identificado en los últimos tiempos. Sustentado en un discurso republicano, la izquierda ha intentado generar un programa que sea inclusivo y que brinde dinamismo a un proyecto de país que ha estado sumergido en las minorías políticas. La campaña de Arrate es prueba de ello, sus dirigentes, sus propuestas, su discurso apelaban justamente a eso, a un nuevo relato, centrado en un nuevo “pacto republicano” (como dijo Armando Uribe), que generara una matriz política dentro de cual se diera el debate cívico y partidario (o sea, un paso de un pacto neoliberal, con sus “adentro y afuera”, con sus temas debatibles y sus temas prohibidos, a un pacto que ampliara el campo de juego y de debate).
En el fondo, más democracia, autonomía en las políticas estatales, y mejor reparto de las riquezas como luz guía del proyecto. ¿Puede uno pedir algo más? Y el tema es que sí. Pedir algo más no en torno a los fines últimos, sino en los medios utilizados, o mejor dicho, en la estrategia de largo plazo que la izquierda ha tomado y sigue tomando. La tesis que sostengo, es que los fines que la izquierda ofrece a la población, no pueden ser realizados vía los medios que ella misma utiliza. El “pacto republicano” de Uribe brilla por su incapacidad de realización, de cristalización práctica por los mismos que dicen ser sus portavoces.
Y lo anterior no es cualquier cosa. La izquierda en Chile se ha tomado de la crítica del modelo neoliberal, ha hecho suyo el cuestionamiento a un modelo instaurado por la dictadura y perpetuado por la Concertación. Pero, ¿puede ser cambiado vía las estrategias seguidas por la izquierda desde 1990 hasta lo que fue aquella candidatura que tenía la derrota en su génesis, me refiero Arrate?
El problema esencial es ¿las tácticas y estrategias políticas para mejorar las condiciones de vida de la gran parte de la población dentro de los marcos del modelo de desarrollo dominante pueden ser las mismas de las que se requieren para cambiar el modelo, sus axiomas y lógicas? Arrate y la izquierda desde los 90s han utilizado una estrategia centrada en la conquista de los aparatos del Estado, vía los mecanismos electorales por un lado, mientras que por otro, se ha intentando copar los espacios de representación sindical y estudiantil. Las exigencias de cada uno de los sectores tomados por la izquierda se ha sustentando en un aumento de las exigencias al Estado, mayor intervención, mayores solicitudes de recursos, nuevos proyectos de Ley, etc. El Estado como centro del poder, como núcleo de acción, como campo de conflicto de la izquierda. La izquierda ha hecho girar sus temas en la dicotomía Estado/Mercado: a mayor control del mercado, se responde con exigencias por más Estado. Más royalties, más impuestos, más salarios, más leyes, etc. Todo gira en torno a este Leviatán.
La izquierda, por tanto, es estructuralmente estadocéntrica. Y no lo es sólo por lo que dice, sino esencialmente, por lo que hace. Se escucha a algunos dirigentes del antiguo candidato del PC que hablaban en base a un nuevo credo republicano, centrado en la participación, y el empoderamiento social. ¿Pero de dónde han salido estos tipos? O mejor dicho, ¿desde qué posición y situación hablan? Desde justamente una candidatura presidencial, desde la lucha por la conquista del Gobierno, del aparato ejecutivo. Convocando a las “masas”, al “pueblo” desde los altos mando de la elite política de la izquierda, se “llama” a la gente a que sea parte de este proyecto estatal en pos de “aumentar la participación”.
Por tanto, estadocentrismo, se habla y se piensa desde y para el Estado. Y de allí derivan estrategias, tácticas y formas de organización política. La estrategia es articular las diferentes instituciones conquistadas en pos de traducirlo en términos estatales, insertarlos en la ingeniería estatal, en su racionalidad y discurso. Tomar y articular los espacios que sirvan de mediación entre el individuo y el Estado para legitimar un proyecto nacional que nace desde formas de representación pública (asambleas de izquierda, elecciones internas, etc.). Las tácticas se refieren a la conquista de los espacios formales de representación de aquellas instituciones como federaciones, sindicatos con el fin de traducirlos en pilares de las futuras apuestas estatales. Y la organización política, en cuanto elemento que traduce las conquista locales dentro de la estrategia general, reproduce la “ley de hierro de la oligarquía”, la elite dirigente, esos mismos que vemos hoy en el PC, los mismos de los años 60, exactamente los mismos.
¿Puede esa estructura política cambiar el modelo? No. Sus límites estructurales son un Estado de Bienestar, con todas su contradicciones ya conocidas, con la tecnocracia benevolente y programación burocrática de la vida (mal que mal, la izquierda revolucionaria también se ha levantado históricamente contra esa propuesta, sólo hacer referencia a los textos de los sociólogos Sennett, Boltansky y Chiapello). ¿Por qué su límite es este modelo de desarrollo de “Bienestar”?
Para responder a esta pregunta debemos dar un pequeño viraje. Cuando hablamos de modelo de desarrollo estamos hablando de un sujeto social de desarrollo, de una articulación entre grupos sociales que genera un sujeto social que tiene la capacidad de hacer de su estrategia política y económica, la estrategia hegemónica entre diversas estrategias en choque. Cualquier modelo de desarrollo encierra un muy específico régimen de acumulación (aquí tomo la tradición regulacionista económica), que se articula con un modo de regulación, que genera una particular forma de Estado, con específicas formas de intervención en la economía, sistemas de representación y formas de organización interna. En fin, el Estado no es un sujeto por sobre el conflicto social ni por sobre las modalidades de desarrollo económico, tampoco es un complejo institucional neutral capaz de ser “llenado” por cualquier estrategia política. El Estado es, como lo dijera el “último” Poulantzas, la cristalización de una determinada estrategia política y económica hegemónica, una condensación de relaciones de fuerza.
El Estado actual, el Estado que busca ser conquistado por la Izquierda no es un espacio “vacío”, herramienta neutral para, desde allí, cambiar el modelo. Aquella visión liberal del Estado está incrustada en la izquierda institucional en prácticamente todas sus prácticas y discursos, desde los discursos más clásicos hasta estas extrañas apropiaciones “republicanas”. Sólo basta un análisis menor, ¿se ha escuchado a la izquierda en campaña hablar por ejemplo, de reformar al Estado, de nacionalizar el Banco Central, de disminuir el peso del Ministerio de Hacienda, fortaleciendo antiguas instituciones, como la CORFO, o aumentando la capacidad de determinación política de los ámbitos locales? El silencio como el lenguaje, también es un sistema de comunicación. Sencillamente la izquierda institucional cree que desde el Estado tal cual está, es posible generar nuevas prácticas políticas que vayan más allá del modelo neoliberal.
Y la cosa es que se cree que el Estado fuera un sujeto con vida propia, autónomo, independiente a las estrategias y correlaciones de fuerza que ocurren en el campo de los conflictos de clase, los conflictos de género, conflictos indígenas, etc. (¿nos nos recuerda aquél levantamiento de la politología anglosajona neoweberiana que gritaba “bringing the state back in”?) Esto nos lleva a otro terreno, ¿qué sujeto social se busca construir para que lleve en sus hombros un nuevo modelo de desarrollo? O mejor dicho, ¿se ha tomado en serio el tema de que un modelo de desarrollo alternativo requiere, como pilar, la construcción de un bloque contrahegemónico, de un sujeto social con capacidad de generar estrategias a la altura del desafío?
La convocatoria a la población por parte de la izquierda institucional es llamativa por decirlo menos. No sólo se convoca a la “población” para las clásicas conmemoraciones, fechas de rituales, o manifestaciones de exigencia al Estado, sino que se les llama para ejercer su voto de consumidor, como quien compra un jabón. La izquierda asume que “el pueblo” prácticamente viene en su código genético una “consciencia de clase” (perdónenme el lenguaje), o si de ortodoxos se trata, su conciencia viene dada por el lugar que uno ocupa en la producción social, y lo único que faltara es quitar la “falsa conciencia”, la alienación que se le da a la gente, mostrándole la Verdad del proyecto político, dando cuenta que la verdadera opción es la que Ellos representan, anteayer Hirsch, ayer Arrate, hoy Frei !!!.
¿Podemos vivir esperando que la gente decida votar por la izquierda? ¿podemos creer que el cambio del modelo de desarrollo viene primero desde la toma de los aparatos formales del Estado, para, desde allí iniciar el cambio de régimen (como gran parte de los PC europeos afirmaban)? Todos hablan de Gramsci, pero son muy pocos los que realmente han tomado en serio la estrategia que propuso. La guerra de posiciones –como nos recuerdan los trabajos sobre el autor italiano de Chantal Mouffe- se basa en la construcción de un sujeto social en aquellos campos donde las organizaciones y discursos de los grupos subalternos están dispersos, desarraigados, ensamblados a las instituciones dominantes.
Plantear un nuevo imaginario social (por hablar desde Castoriadis) que se contraponga al imaginario dominante no puede ser decretado por ley (“el socialismo no se realiza vía un proyecto de ley” decía el filósofo preso del fascismo), ni puede ser impuesto desde candidaturas presidenciales. Requiere comenzar un largo proceso de desarticulación de los códigos dominantes, vía la ampliación del campo de intervención político más allá del Estado. Ampliar el campo de intervención, implica una nueva estrategia, nuevas tácticas y, qué duda cabe, nuevas formas de organización política.
Parte con reconocer que la estrategia de la izquierda institucional debería, quizás, ser invertida. Plantear primero la reconstrucción de un tejido social tal que genere nuevas formas de instituciones políticas, novedosos mecanismos instituyentes de nuevas formas de vida. Descodificar el trabajo implica fortalecer el ámbito barrial (democracia de barrio) junto con la exigencia de mayor participación de los trabajadores no sólo en materia del reparto de las ganancias, sino del control del trabajo, de la intensidad del trabajo, disminuir los mecanismos disciplinarios. Esas prácticas que busquen generar prácticas instituyentes de nuevas formas de vida política que sea la matriz institucional de un nuevo sujeto social que lleve en sus hombros un nuevo modelo de desarrollo, son prácticas que se centran en problemáticas locales, partir de la desarticulación de los micropoderes dispersos a lo largo del campo social, de las tácticas locales que hacen de condición de existencia de la estrategia general del modelo de acumulación neoliberal. Desarticular esos micropoderes implica formas de organización política antagónicas a las actuales y formas de militancia totalmente novedosas. Implica más que un Partido centralizado, institucional, con su centralismo democrático, un partido que esté articulado con los movimientos locales, tal como lo fue en sus orígenes el PT brasileño e implica una forma de militancia totalmente en oposición a la visión leninista del “cuadro” político. Implica un activista social, un sujeto activo en la lucha contra los micropoderes, que se inserte en las problemáticas locales (tenemos ejemplos diversos, pero uno puede ser el trabajo de los jóvenes profesionales que hacen en los colegios autogestionados en la comuna de Renca, que no sólo son militantes políticos, sino activistas sociales, insertos en el territorio, agentes de cambio local y sujetos de transformación global) y que busque articular, ensamblar, arraigar, aquellas luchas locales con otras luchas en diversos campos, generando redes “desmercantilizadas” (como por ejemplo, la articulación de los colegios autogestionados, con preuniversitarios populares que se ensamblan con las asambleas de los feriantes –los papás de los niños que van al colegio- , apoyando en asuntos técnicos y vinculando al trabajador feriante con los educadores de sus hijos y éstos con sus hijos), “territorios” locales no-capitalistas, novedosas formas de autogobierno a-estatales, que sean la matriz desde el cual se vaya construyendo una masa social autónoma, con un nuevo imaginario social en ciernes.
Esa lógica política, considero, es completamente diferente a la que ha tomado la izquierda institucional, de hecho, los tiempos de esta estrategia son completamente diferentes a los tiempos de la estrategia tradicional. Los tiempos de la izquierda autónoma no son los tiempos de las elecciones. Los tiempos de una propuesta política que realmente asuma el desafío de cambiar el modelo de desarrollo hegemónico, que realmente asuma el desafío de ser un movimiento antisistémico no son los tiempos ni las estrategias, ni las tácticas ni la forma de organización política de la izquierda tradicional, aquella izquierda que tanto conocemos y que hoy realiza un triste intento de “renovarse” adquiriendo discursos en pos de un republicanismo político (sin reconocer, por cierto, que los grandes intelectuales republicanos, de la talla de gente como Pablo Ruiz-Tagle, Renato Cristi o Carlos Ruiz o son abiertamente activos intelectuales por Eduardo Frei, o ya han dado su apoyo formal) que, considero, no es un discurso apropiado para un movimiento que asume una estrategia antisistémica.
En síntesis, hoy la izquierda institucional hace lo que no dice, y dice lo que no hace. Hace un tiempo, leí sobre un pequeño partido en formación, que decía “si no somos nosotros , ¿quiénes?”. Vaya Humildad!, si no son ustedes, será la gente, serán sus propias formas de autogobierno y auto organización, y el rol de la institución partidaria es ayudar en la cristalización de aquél tejido social que genere tal sujeto social para un nuevo modelo de desarrollo. El fin del Partido Político revolucionario es su propia autodisolución, crear las condiciones para que si existencia no sea necesaria. Hoy, la tarea de la izquierda verdaderamente antisistémica es elaborar una estrategia que se centre en la desarticulación de los múltiples micropoderes locales que hacen de marco de la acumulación y reproducción del capital, no cambiándolo por una nueva elite partidaria, ni menos desde el Estado (ya hemos visto que esa estrategia o cae en totalitarismos o es incapaz de generar un sujeto social que pueda resistir los envites de la reacción del empresariado), sino proponiendo nuevas formas de vida cívica, de autogobierno, nuevos tejidos políticos que superen al Estado liberal. Un éxodo político que cambia los términos del debate y el terreno de conflicto.
Para la izquierda autónoma, hoy son, en fin, los tiempos de Gramsci, de Foucault, más que de Lenin o Pettit.
Por: Montserrat Espejos Verbanaz
Socióloga y máster en Development Studies