viernes, 17 de abril de 2009

Descentralización, centralismo, democracia y partido comunal.

Proposiciones para la construcción de partidos comunales

Proposición III


 


 

Por Alfredo Cerpa.


 

El excesivo centralismo del estado, las restricciones democráticas, la falta de visión país en tanto objetivos de largo plazo, la incoherencia de las visiones ideológicas, los liderazgos autoritarios y las falencias democráticas que presentan los partidos dentro como fuera del gobierno, crean y fomentan las condiciones objetivas para la corrupción y el conflicto de interés entre los partidos y el resto de la sociedad. Frenan el desarrollo político- económico comunal y regional, mientras la falta de alternativa creíble mantiene y pronuncia el alejamiento de la ciudadanía en los procesos políticos y organizativos. Ante el cuadro actual, la necesaria y urgente reorganización de la ciudadanía solo puede producirse desde la base, dentro de parámetros locales concretos entrelazada a un proceso de descentralización político administrativa.


 

"La centralización administrativa solo sirve para enervar a los pueblos a ella sometidos, puesto que tiende incesantemente a disminuir su espíritu de ciudadanía…. Puede por lo tanto contribuir admirablemente a la grandeza efímera de un hombre, mas no a la duradera prosperidad de un pueblo" Alexis de Torqueville (1835).


 

La reforma del estado mediante un proceso de descentralización que implique estrechamiento político, mayor poder de decisión de la ciudadanía con respecto al estado trata de un proyecto eterno en nuestro país. Desde antes de la independencia, pero en especial desde 1925 son muchos los que han intentado llevar adelante procesos descentralizadores en su aspecto político incluso mediante insurrecciones como lo fue la llamada "revolución constituyente". Sin embargo, a pesar de derrotas sufridas en este campo, los procesos descentralizadores no han quedado en el olvido porque a través de la historia se reviven una y otra vez, cada vez que se reúnen en un periodo determinado las deficiencias administrativas, concentración monopólica, corrupción, el absolutismo y la postergación de las necesidades ciudadanas. A través de la historia son muchos quienes han prometido y abandonado proyectos descentralizadores. Abandonado porque al centro de un proceso de descentralización se encuentra la democracia y la equidad en su traducción política de gobierno del pueblo que cuestiona la centralización del estado por la desigualdad y autoritarismo que entraña. La centralización es la piedra angular en que se basa el poder burgués dentro de un estado, porque no solo centraliza el poder político sino también el poder económico.

El último intento de descentralización fue propuesto por la actual presidente Michelle Bachelet con su propuesta de gobierno ciudadano expuesto en sus actividades de campaña presidencial y enmarcado en su programa cuando nos dice "El desafío hoy es que las regiones y comunas y su gente dispongan de las capacidades y las herramientas para gestionar su destino. Ese es el desafío que asumiré en el próximo gobierno de la concertación"

Chile no siempre ha sido un ente centralizado, en realidad ningún país en el mundo trata en sus inicios de entes centralizados, los países han nacido mediante la unificación de comunas políticamente autónomas, a quienes fueron centralizando en la medida que cercenaban sus derechos y atribuciones y se fueron desarrollando elites económicas y políticas que fueron absorbiendo para si todos los poderes llegando a crear el país desigual en derechos políticos y económicos que conocemos tan bien.

Hoy, si Chile quiere realizarse como país democrático enmarcado en una sociedad igualitaria política y económicamente realmente dirigido por las mayorías, entonces, la ciudadanía debe comenzar por reganar sus comunas para sí mediante la lucha por la descentralización política y administrativa del estado.

La tarea es verdaderamente gigantesca y revolucionaria si toma en cuenta que la lucha política por el control del estado centralizado, ha sido llevada siempre por partidos nacionales centralizados, que han adquirido ese poder para sí, se acostumbran a él y desarrollan hábitos autoritarios. El pueblo no ha hecho experiencia ni ha contado con organizaciones políticas locales que luchen políticamente por el control de los gobiernos comunales para sí mismo. Por lo cual la tarea reorganizativa comienza de cero, sin más experiencia que las que se pueden recoger de nuestra propia historia, pero alumbrados por los principios de igualdad, generosidad, solidaridad y cooperación en la búsqueda de una mejor sociedad y sistema que supere el actual.


 

"Descentralización significa entregar, en gran medida, el poder de las decisiones públicas a instancias de Gobiernos Subnacionales (Regionales y Locales), que por su condición socio-política y territorial están más cercanos a la ciudadanía y sus problemáticas. Es decir, en términos simples, descentralización significa entregar el poder político efectivo a las comunidades regionales o locales, para realizar lo que estas determinen democráticamente"

"Descentralización no es solo hablar de una política y un aparato orgánico administrativo de un Estado cualquiera. Es hablar de un concepto de sociedad que se funda en la reconstrucción de las comunidades políticamente organizadas, en donde la comuna se recrea como un instrumento para la decisión política soberana de las comunidades regionales y locales.

Pablo Monjes Reyes. La descentralización en Chile y los límites del modelo neoliberal. G-80 2008-09-26


 

El estado chileno es un ente híper centralizado, pero además los partidos políticos que surgen y se desarrollan al interior de la sociedad chilena nacen con una visión y estructuras orgánicas centralizadoras que los asemeja al estado.

El estado como ente centralizado y centralizador que controla y domina toda actividad política administrativa mediante y a través de todas las reparticiones públicas del país, manifiesta una red tal de puestos burocráticos que solo se pueden medir en miles. Un estado así, tiene un inmenso poder donde los partidos o coaliciones de partidos en ausencia de políticas e ideología claras u otros objetivos que no sea el poder, luchan por el control del estado y poner este inmenso poder a su disposición usándolo a manera de control sobre las bases de los partidos mismos, los burócratas y sus funciones.

La inmensa cantidad de puestos burocráticos controlados por el gobierno de turno, son repartidos entre los diferentes partidos que conforman la coalición. A su vez, los partidos reparten puestos entre sus facciones internas de acuerdo a sus niveles de influencia. Esto crea al interior de los partidos fricciones y desacuerdos, a veces de manera abierta, por una cuota mas de puestos, por lo tanto de poder.

Los gobiernos conformados en base a una coalición de fuerzas heterogéneas, no solo en orígenes sino también en objetivos, al solo luchar por obtener la más alta cuota de poder, crean una situación de anulación mutua a la hora de implementar políticas o medidas administrativas, permitiendo en la mayoría de los casos, la paralización en la formulación de objetivos políticos o proyectos de ley o, en el mejor de los casos su demora buscando el más alto rédito político eleccionario. Tal cual ha ocurrido con el necesario y urgente cambio de la constitución que rige al país, la ley educacional, el sistema binominal, la ley de partidos y el avance en la descentralización, solo para mencionar algunos.

Todas las luchas partidarias a las cuales hemos sido testigos en los últimos veinte años, dentro y fuera de la coalición gobernante, se enmarcan claramente en la lucha por el control del aparato burocrático o en intensiones por acceder a más cuotas de poder dentro los diferentes poderes del estado y las instituciones representativas.

La lucha por el control del aparato burocrático del estado enmarcado y agravado por el vacio organizacional por parte del pueblo nace la corrupción y el conflicto de interés. Conflicto de interés manifestado mediante prácticas entreguistas de favores irracionales al empresariado, como robo a las arcas del estado en favor de grupos partidarios o de beneficio personal y en detrimento de la sociedad en su conjunto, porque puestos ante los intereses nacionales y sus propios intereses de grupo o individuales optan siempre por lo último. Mirado así, ¿En favor de quién responderán los funcionarios de gobierno, los legisladores en el senado, en la cámara de diputados o en las alcaldías, puestos en la disyuntiva de aprobar medidas democratizadoras que ayudan a la sociedad y su participación en idear un país para todos, pero socaba el poder del gobierno, su autoridad y visión política a los partidos, y, a ellos mismos?

¿Apoyaran la sociedad que dicen representar o, a los partidos que decidieron sus puestos y al cual tienen ligado sus intereses político y económico? ¿Especialmente cuando el pueblo se encuentra desorganizado por lo tanto sin capacidad de respuesta y control sobre sus elegidos?

¿Cómo podrían representar o velar por los intereses de la sociedad en su conjunto, si ni ellos mismos como partido, o como gobierno, han definido con claridad cuáles son esos intereses mayoritarios?

¿Cómo podrían representar intereses políticos y económicos de la mayoría si ellos mismos están ligados o han ido integrándose a los intereses políticos y económicos de la minoría en el país?

Obviamente, como hemos sido testigos innumerables veces, estos responden siempre a su partido o al gobierno, que a veces es lo mismo, abandonando la sociedad a su suerte con medidas paliativas o explicaciones sin ninguna dirección u objetivo otro que no sea calmar la mayoría del país como ha ocurrido en los casos de programas incumplidos y los procesos por corrupción con juicios inexistentes o palmadas en las manos. ¿No es abandonar la ciudadanía a su suerte como en el caso de los abusos y confabulaciones empresariales, que de ninguna manera se trata de casos aislados sino de prácticas constantes ni solo ocurre en ese sector? ¿El gobierno se quedo dormido en el manubrio o conducían hacia allá?

La centralización del estado por el poder que concentra en ausencia de organización ciudadana fuerte, conforma un terreno fértil para el chantajismo político (o como ellos prefieren llamar "negociación") de los apoyos condicionados a cambio de favores extras que se puedan extraer. Chantajismo al cual no solo el estado y los ministerios pueden ser objeto a la hora de presentar proyectos de ley, también se da entre los mismos partidos de una misma coalición. El paso del chantajismo y el clientelismo a la corrupción política y económica rampante lo define una línea muy fina que hoy se traspasa con demasiada naturalidad y frecuencia a todo nivel de gobierno y de partidos. ¿El proceso al interior de la Concertación, pero en especial la actuación del PS por buscar un abanderado presidencial, no ha sido llevado adelante mediante el chantajismo y procesos corruptos?

La falta de democracia al interior de los partidos todos, como la falta de objetivos país, evidentemente crean un estado de conflicto de intereses permanente al surgir la pregunta. ¿A quién sirven los partidos a la sociedad que les da las espaldas o a ellos mismos? Como ocurre hoy con la negociación por cupos parlamentarios entre Concertación y el Juntos Podemos, donde se regalan o se quitan distritos como si se tratara de una negociación entre dueños de fundos, a espalda de la gente en aquellos distritos y a nombre de una inexistente exclusión de partidos.

Los partidos y organizaciones de la izquierda extraparlamentaria, aun bajo la existencia de un sistema binominal, obviamente limitante, aberrante y anti democrático en tanto deformador de la realidad de los apoyos ciudadanos, no los excluye a ellos de manera particular, al menos que se trate de organizaciones y partidos de gran apoyo popular a quienes se le niega existencia, que no es el caso. Limita su exposición mediática, hace difícil el acceso al parlamento, pero, para las fuerzas de cambio la preocupación mayor debería estar centrada en la reorganización del pueblo mostrando un camino distinto, no en un puesto al parlamento a como dé lugar. El sistema está concebido de manera que excluya la mayoría y unos pocos puestos en el parlamento no cambian su esencia, al contrario lo legitimara. El sistema binominal no los excluye. No los excluye porque no les impide un trabajo en el seno de la sociedad. Es a ese trabajo al que hay que abocarse, para que si se llega al parlamento sea con una fuerza que se sienta representada y se empujen los cambios. No creando una situación de mal, mal menor y menos mal. Las limitantes han existido siempre. Que limitante más grande fue la hora de organizar en peores condiciones al pueblo en la lucha contra la dictadura.

La pequeñez, minúscula influencia de los partidos extraparlamentarios en la sociedad chilena es directamente proporcional a su trabajo político en el seno de la sociedad, sus conceptos organizativos, sus políticas ambiguas y formas de relacionarse con la ciudadanía. Ciudadanía que si sufre una doble exclusión. Una exclusión económica objetiva al tratarse de uno de los países con mayor desigualdad en el reparto de sus riquezas y una exclusión política subjetiva al no encontrar a nivel nacional un partido u organización en que ella pueda confiar. En otras palabras, en lo objetivo y no puramente legal, no es el sistema binominal el que excluye a la izquierda extraparlamentaria es la sociedad que los excluye al no confiar en los partidos que circunvalan la organización social a favor de habilidosas maniobras.

En medio de esta situación de faltas de ideas organizativas, chantajes, clientelismo y corrupción, los partidos solo atinan a reforzar sus aparatos partidarios con formas de liderazgos autoritarios y repetitivos, que aleja y cierra la participación a la militancia que honestamente busca cambios en la sociedad y a posibles nuevos militantes, quedando los partidos y su necesidad de crecer y mantener influencias, en una posición de agencias de trabajo, donde los únicos requisitos motivadores para entrar son: contar con pituto (importante, pero no necesario), obediencia y boca cerrada. El clientelismo.

Estas situaciones descritas más arriba, solo tienen cabida y pueden existir en un vacio organizacional de la sociedad tal cual ocurre en nuestro país. Al no existir presión masiva y organizada alguna por parte de la sociedad que obligue a los partidos y al gobierno, sino a cambiar el rumbo de acomodamiento propio, a trabajar en elaborar plataformas medidas y proyectos de ley realistas de beneficio a la sociedad, que por último los obligue al decoro, permite que estos sigan funcionando en las nubes bostezando el sueño sentirse progresistas. Este vacío organizacional se debe en parte a que ningún partido presente en el escenario nacional aun en el extraparlamentario, han sido capaces de desarrollar una política y una relación organizativa con las fuerzas vivas de la sociedad moderna actual que la incentive a movilizarse y a la falta de imaginación o de balance, de los fracasos organizativos de los partidos, por parte de los líderes sociales naturales en función de encontrar métodos y conceptos organizativos para la organización ciudadana desde otro ángulo que no sea el tradicional de arriba para abajo.

Todas las carencias que sufre el país en materia democrática, desigualdades sociales y económicas fueron en su gran mayoría resueltas por la ciudadanía organizada hace 20 años cuando exigió cambios profundos. Entrego su mandato a una coalición y, esta en 20 años ha sido incapaz de llevar adelante las reformas económicas y cambio de constitución de una dictatorial a una democrática. No solo no llevo adelante los cambios sino que además se adapto al sistema y constitución reprobada por el pueblo. Con su actuar desmovilizo al pueblo y convirtió sus dirigentes sociales en burócratas que terminaron abandonando a sus bases. Abandono que termino por desmoralizarlas y desilusionarlas de los propósitos de la política. El fracaso político que ha resultado para la ciudadanía y sus aspiraciones los últimos 20 años de coalición gobernante, pero también la llamada izquierda extraparlamentaria, nos ha dejado como resultado un país donde en el aspecto democrático cuenta con una derecha, para quien, aun está restringida democracia es demasiado, una Concertación que solo puede existir en esta clase de democracia y una izquierda que solo quiere entrar al juego parlamentario.

Cada estructura unitaria presentada al pueblo en los últimos años como alternativas al oficialismo, no han prendido en la población, no porque la población no precise de organización, sino porque ni los que proponen estas estructuras las apoyan con decisión ni las llenan con proposiciones que la ciudadanía pueda tomar como suyas, peor aún, ante la menor discrepancia, simplemente las rompen. Cada estructura presentada a la ciudadanía ha adolecido de cortoplacismo y una gran dosis de ilusión al pensar que solo basta crear las estructuras para que la ciudadanía excluida económica y políticamente corriera hasta ellas. La búsqueda del éxito rápido olvido que la mayoría de sus proposiciones organizativas generales como los objetivos propuestos son demasiados similares a los propuestos por la concertación y no van acompañados de un cómo lograrlo ni como la ciudadanía tendría un rol concreto y activo como de control sobre ellas.

En realidad las promesas de representación real y efectiva ya no bastan ni surten gran efecto en la mayoría de la población chilena si estas no van acompañadas de un rol real a jugar por ella. Evidentemente no ayuda al cortoplacismo el hecho que la sociedad vea a todos los partidos como corruptos buscando posicionamientos políticos solo para ellos. La irrupción de caudillo, díscolos y de otros tipos de yerbas, pero ajustados a la misma lógica de la izquierda, solo traen mayor confusión con creativos oxímoron como la de Marcos Henríquez Ominami, en el programa El Factor Guillier de TVN, donde nos dice que "es socialista pero le gusta el mercado" obviamente también debe ser ambientalista. En el Chile actual ya no basta apelar a la historia ya remota de los partidos, que fue honesta y muchas veces heroica, pero ya no llena los espacios diferentes y nuevas necesidades de la ciudadanía.

Los partidos políticos tradicionales tal como los conocemos se encuentran en una profunda crisis propositiva, orgánica de funcionamiento y credibilidad que los desahucia como instrumentos representativos de la sociedad no solo chilena sino mundial cambiante, donde se repiten los mismos fenómenos, aun cuando en los países desarrollados ya hace mucho tiempo que llevaron a cabo la mayoría de las reformas democrático burguesas. Esta crisis del rol político de los partidos, propiciada por el proceso de globalización del sistema neoliberal ha disminuido el rol del estado a su mera administración y a los partidos a la lucha por su administración y control burocrático.

Cuando las decisiones políticas y económicas importantes las toma el mercado mediante multinacionales y organizaciones económicas (O.M.C. F.M.I etc.) operando a miles de kilómetros de distancia, proponiendo o imponiendo medidas tales como; flexibilización laboral, privatizaciones, libre mercado y competencia, efectivamente disminuye el papel y rol del estado y el de los partidos, por el desfase pueblo, gobierno y partidos, al nivel de abogados implementadores o dosificadores, pero no de agentes de cambio.

Ante este cuadro ¿es posible con estos mismos partidos y organizaciones avanzar políticas democratizadoras y descentralizadoras del poder político del estado con medidas y leyes que hagan posible y accesible la participación de la población, traiga sus sueños y revierta el alejamiento de los ejercicios políticos democráticos? ¿Estarán dispuestos los partidos en el poder y los que aspiran a él, ampliar y compartir ese poder? Hasta hoy, la respuesta siempre ha sido no.

Todos los intentos por ampliar la democracia, descentralizar el poder político del estado han quedado trabados por los partidos políticos mismos, que se oponen a entregar poder democrático a la ciudadanía por miedo a disminuir el propio y ser rebasados. Si bien es de esperarse por parte de la Concertación, tampoco llama la atención que hasta hoy ningún candidato que pretende convertirse en abanderado presidencial dentro de la izquierda extraparlamentaria se pronuncie con respecto a la descentralización política y administrativa del estado, llamando o exigiendo al gobierno la entrega de recursos organizativos legales que permitan la creación de partidos comunales para el avance de la organización efectiva de la ciudadanía desde abajo, de manera que no solo sea representativa sino también participativa de los destinos del país. No se plantean. Pero si nos prometen unos consultas de bases, otros crear poder popular, ¿Cómo? y por supuesto Primarias.

El gobierno ciudadano que nos ofreció Michelle Bachelet trataba precisamente de llevar adelante un proceso de descentralización. Si bien el gobierno ciudadano trataba de un proceso de descentralización burocrática mostraba al menos la necesidad de llevar cambios que le permitiera al gobierno acercarse a la ciudadanía sin necesidad de cambios políticos. En efecto, los cambios descentralizadores del estado se han dado en su forma administrativa burocrática pero no política, como ha sido la creación de Gobiernos Regionales (GORE), donde los consejeros regionales eran nombrados por elección indirecta por los concejales comunales, solo ahora después de muchos años de tira y afloja serán elegidos de manera directa, pero el presidente del Consejo Regional seguirá siendo el Intendente, que solo cumple una labor administrativa pero no de gobierno como su sigla implica. Intendente que a su vez ha sido nombrado por el presidente de la nación como su persona de confianza.

Este intento descentralizador que se podría llamar avance, en realidad solo ha creado más puestos burocráticos por los cuales pelearse al no existir una descentralización política que permita realmente un acercamiento del pueblo a las distintas instancias de gobierno, nacional, regional y comunal. Porque no es lo mismo que el gobierno y los partidos se acerquen de manera paternalista a la ciudadanía a que la ciudadanía se acerque de manera organizada al gobierno y al poder. Acercamiento que solo es posible mediante la organización política de la población, no solo a través de partidos regionales, sino también comunales, que permita a la población crear sus propias organizaciones, para dirigir por ellos mismos, basados en intereses de desarrollo propios, su comuna y su región, para marchar desde esos parámetros en una organización política nacional federativa o el que ellas decidan democráticamente. Para esto se necesita una descentralización política del estado, nueva ley de partidos políticos o, mejor aún, cambiar la constitución.

Solo un proceso descentralizador político administrativo podría cambiar definitivamente la dinámica política nacional y las formas de hacerla, le permitiría al país terminar con el vacio organizativo por parte de la ciudadanía, permitiría entrar en una ebullición de ideas participativas y de cambio propiciando a su vez presión política necesaria al gobierno a los partidos nacionales a reformularse no solo políticamente sino también estructuralmente, porque ni sus políticas ni sus estructuras dan cuenta de los cambios en chile y el mundo. Esto los podría motivar a funcionar mediante ideas y objetivos claros para el país y, no solo basados en políticas copadoras aberrantes y llenas de oportunismo, como en el caso del PRI a nivel regional. La disidencia DC, colorines de Zaldívar, se apropiaron del PRI cambiando su carácter y dirección. No es necesario estar de acuerdo con un partido, ni antes ni ahora, aun si gozan de ingenuidad y desconocen el conflictos de interés inherente y permanente que forjan y moldean los políticos tradicionales, para defenderlo de prácticas demasiado generalizadas de los partidos y facciones nacionales, Este hecho debe ser un llamado de atención para las fuerzas que hoy trabajan en crear las organizaciones locales y regionales en función de no olvidar que una de sus armas más potentes de freno a los intentos copadores e intervencionistas, debe ser siempre la independencia política con respecto a partidos nacionales, solo intentando relaciones de respeto mutuo, como a la vez propiciar medidas estatutarias que impidan las practicas copadoras.

La lucha más importante a centrarse en el momento actual, es la lucha por la ampliación democrática, mediante la lucha por la descentralización política y administrativa del estado, de manera que mediante los espacios ganados en esta lucha, incentive aun mas, la organización ciudadana, partiendo de los espacios locales comunales, regionales, como forma de llegar a lo nacional con un pueblo verdaderamente organizado y representativo de los espacios más pequeños hasta los más grande. Esto significa un nuevo enfoque, una nueva manera organizativa y un enorme trabajo y sacrificio, que no tiene nada de glamoroso ni mediático, es desconocido, contra la corriente, desvalorado, ninguneado, pero es concreto, real, basado en interés y necesidades locales inmediatas concretas pero pensando en futuro, no es inmediatista. Es un trabajo de contraste total en tanto ideas, objetivos y conceptos organizativos y el tipo de organización a crear, con el llevado a cabo por la mayoría, no todas, de las organizaciones emergentes en el último tiempo, que parten de lo nacional y se organizan por ideas vanguardistas abstractas e ideologizantes de principios rígidos y centralizadores, que las trasforma en organizaciones de influencia, propagandistas o de representantes de viejas ideas, más que de trabajo concreto, donde además, demostrado ya muchas veces, la misma ideología y principios que los unió después los separa.

La necesidad de descentralización política y autonomías locales de la ciudadanía chilena, solo tiene semejanza con la lucha por autonomía en la dirección de sus asuntos políticos y administrativos de los pueblos originarios para la construcción de su wallmapu con sus propios partidos e idiosincrasia. En esa semejanza de dos pueblos explotados y excluidos es posible ver entender, solidarizar y cooperar con la causa de los pueblos originarios.

La propuesta de asamblea constituyente abrazada por amplios sectores políticos, partidos tradicionales de la izquierda y organizaciones nuevas emergentes, como una forma de recobrar la democracia real, a pesar del apoyo amplio desde muchos sectores populares, en el momento actual de vacio organizacional presenta enormes problemas no solo de implementación al no existir la fuerza necesaria para forzar su realización, sino también, porque en las circunstancia actual, presupone un problema de representación ciudadana. ¿Quién o quienes representarían la voz del pueblo? ¿Los partidos desprestigiados actuales? ¿Quiénes serian sus vocales? ¿Cómo fueron elegidos? ¿De organizaciones logos o organizaciones reales, masivas y representativas? ¿Quiénes representarían la necesidad de la descentralización política administrativa? ¿Cómo estarían representados los pueblos originarios y sus demandas por su propio país dentro del estado chileno? ¿Por sus propias organizaciones o por los partidos nacionales?

Son demasiadas las preguntas que surgen de un vacio organizacional por parte del pueblo que no tienen respuestas fáciles ni satisfactorias en el momento actual.

En realidad, la necesidad de asamblea constituyente debe ser abrazada como un objetivo que marcha a la par con la reorganización política de la ciudadanía, cuando la organización ciudadana sea una realidad, para que de esa asamblea surja una carta magna verdaderamente representativa de las aspiraciones de todos los actores del país.

La tarea actual sigue siendo la reorganización política ciudadana por la base territorial, porque de esta manera, no pediremos, sino exigiremos, Asamblea Constituyente.

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Referencias

-Egon Montecinos. Antecedentes sobre la relación histórica centralismo y descentralización en \chile.

- Breves sugerencias para una política de descentralización regional en Chile. (Internet)

-Capítulo iv. Comunidad, gobierno local, participación. Universidad de chile, curso de formación general. Historia de Chile Contemporánea. Julio Pinto y Gabriel Salazar

    -La descentralización en Chile: Asignatura pendiente. Mario Waissbluth y Cristian Leyton.

    - Un municipio para vivir mejor. Lineamientos de un buen gobierno local. Ministerio del interior. Subsecretaria de desarrollo regional administrativo.

    -Descentralización y democracia en \Chile: análisis sobre la participación ciudadana en el presupuesto participativo y el plan de desarrollo comunal. Egon Montecinos

    -Sistema político regional y descentralización del estado en Chile: reflexiones desde la teoría de sistemas luhmaniana. Desde Internet.

    -¿Cuál es el modelo de descentralización chileno? Claudia Serrano Madrid. Subsecretaria de desarrollo regional y administrativo

    -La descentralización en Chile y los límites del modelo neoliberal. Pablo Monjes Reyes

    - Diagnostico sobre el proceso de descentralización en Chile. Junio 2000.Division de evaluación y cuentas públicas. Ministerio del Interior.

    - Descentralización para el desarrollo armónico: un camino para Chile. M Gabriela Ciudad Quezada. 2001

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