Por Alfredo Cerpa.
Nunca es tarde, nunca es temprano… para agradecer.
Para comprender la economía neoliberal y sus efectos concretos en la sociedad en general como en el individuo en particular, de manera que ayude a los excluidos de la sociedad a desarrollar políticas y organización propia, hemos tenido la suerte de contar con grandes economistas como Marcel Claude, Manuel Riesco, Orlando Caputo y muchos otros que día a día con buenos y pedagógicos artículos, producidos de manera independiente, nos educan sobre cuestiones complejas para la mayoría de nosotros. Incluso, Marcel Claude en "Manifiesto Eco-socialista" ha ido más allá de sus artículos y nos ha presentado bosquejos e ideas de una nueva sociedad y de un nuevo hombre. Lamentablemente no le hemos dado la importancia que se merece. De esta manera nos han venido alumbrando y advirtiendo, del origen y objetivos, los cómos y de qué manera, sus alcances, tendencias y consecuencias para la sociedad de la nueva política económica. Cada uno de estos artículos ha ido quedando archivado en blogs y diarios electrónicos, -cada vez más abiertos y democráticos a la hora de recoger artículos y opiniones-, permitiendo ir una y otra vez a rescatar conceptos y sus tendencias que nos lleva a contar con una verdadera biblioteca virtual. En estos artículos podemos encontrar buena parte del desarrollo del neoliberalismo económico y su influencia en lo político. Ahí, entre párrafos, frases y gráficos van surgiendo claramente los grandes cambios sociales que la nueva economía ha venido produciendo en la sociedad y el sujeto social. Esto nos permite analizarnos nosotros mismos, como ver y analizar los partidos que se mueven en el escenario nacional en relación a esos cambios sociales, y como ellos integran o no, estos cambios sociales profundos a sus análisis con el fin de recrear sus políticas y refinar los aspectos organizativos que al final de cuentas es el tema que centra esta primera reflexión. Con estos economistas y tantos otros, con los medios electrónicos alternativos que las difunden, con cientos de articulistas que nos ofrecen sus puntos de vista, los excluidos política y económicamente tenemos una gran deuda de agradecimientos por la ayuda que nos prestan en nuestra formación.
Para muchos dentro de las fuerzas excluidas, capitalismo es capitalismo, explotación es explotación y los objetivos de este son los mismos desde su origen, la propiedad privada y la obtención de ganancias. Sin duda es así. Pero, también es cierto, que las formas que este adapta en sus diferentes fases de desarrollo y mutaciones van definiendo también sus modos o sistemas de penetración y dominación que evidentemente han venido cambiando o transformándose, siendo hoy en día más sutiles que en el pasado, pero sin dejar por eso de producir cambios en las sociedades cada vez más profundos.
Efectivamente, entre el mercantilismo del siglo XIII pasando por la Revolución Industrial del siglo XIX llegando hasta la hoy conocida economía neoliberal, hay varios mundos de distancias y disimilitudes, no solamente en lo puramente económico sino también en lo político, en la forma que penetra y domina. Exactamente, si no entendiéramos el capitalismo en sus desarrollos, movimientos y cambios para penetrar y dominar la sociedad y mantener las desigualdades, hoy en pleno siglo XXI estaríamos impulsando luchas campesinas como forma de combatirlo como en los siglos pasados. Precisamente porque lo vemos y analizamos en movimientos cambiantes, es que durante la revolución industrial y producto de la aparición del nuevo sujeto histórico: el obrero asalariado, se debió cambiar las formas de enfrentarlo surgiendo así las primeras organizaciones obreras mejor adaptadas y organizadas para los nuevos requerimientos y cambios del nuevo capitalismo que de allí surgió. Al mismo tiempo, debido a que la revolución industrial no termino con las relaciones existentes en el campo y las necesidades propias de la lucha campesina, permitió a las organizaciones obreras entender que debían incluir las luchas campesinas en sus programas y organización para una necesaria respuesta global, quedando esta manifestada, en la unidad obrero campesina de las luchas durante todo el siglo XX.
Este ejemplo de adaptación a los cambios por parte de aquellas organizaciones y la dirigencia de fines del siglo XIX por si solo nos debería alumbrar y permitirnos analizar desde el punto político organizativo una respuesta global al capitalismo neoliberal, que por venir de la mano de un cambio revolucionario en la tecnología comparable por la profundidad de los cambios a la revolución industrial, debería implicar nuevas formas de organización totalmente distintas a las que hoy usamos. Sin embargo no lo hacemos. A pesar de los cambios profundos sufridos por los sujetos históricos del siglo pasado, no lo hacemos. ¿Por qué no? Es una pregunta importante a respondernos si queremos una respuesta global y participación de la ciudadanía en defensa de sus intereses.
Porque se debe confesar que hoy no existe respuesta orgánica de significado al neoliberalismo económico que incluya mayorías ciudadanas. Esto sucede, según esta reflexión, porque a pesar de los cambios profundos creados por la economía neoliberal, solo comparable a la revolución industrial lo seguimos enfrentando con las armas del pasado, con la misma retorica teórica, con las mismas concepciones de organización, tanto para las organizaciones "vanguardia" mismas como por lo que son sus propuestas organizativas para la ciudadanía que por más de veinte años no han dado resultados.
Y no dan resultado porque las organizaciones extra-parlamentarias razonan que si bien el capitalismo ha evolucionado a este estado neoliberal, la sociedad no ha cambiado lo suficiente para ameritar revisión de los conceptos de organización ni las formas de enfrentarlo. De ser esto cierto deberíamos preguntarnos ¿porque seguimos acumulando derrotas en lo organizativo por más de veinte años especialmente cuando se dirige a un pueblo de ricas tradiciones organizativas? Pero de no ser capaces de respondernos esto satisfactoriamente, por lo menos abrirse a considerar que lo contrario es cierto, que efectivamente los cambios han sido rápidos y profundos que ameritan una mirada más profunda y hasta revisión de nuestras concepciones si se entiende necesario. Por lo menos considerar que la medicina no está funcionando. Abrirnos a la posibilidad de que no es resfriado común sino influenza.
Hoy sabemos mucho sobre el neoliberalismo, los economistas nos han alumbrado mucho y muy bien. Pero al parecer las organizaciones se concentran demasiado y solamente sobre su impacto económico en la sociedad, cosa que está bien para un economista, pero no está bien, desde el punto político organizativo de los partidos, porque dejan de ver la importancia de las consecuencias medio ambientales creadas por esta economía de una manera que no sea simple accesorio de la política global, lo mismo con los cambios culturales de los hábitos que la nueva política económica ha producido en la sociedad. Estos aspectos no son integrados con la seriedad e importancia necesaria al análisis global, por lo tanto, queda una política sin profundidad necesaria como para poder sacar conclusiones teórico-practicas que nos ayuden a elaborar una respuesta organizativa que sea capaz de integrar mayorías ciudadanas para enfrentar el neoliberalismo, frenar sus avances y, a partir de ahí, propulsar la sociedad en una nueva dirección.
Porque es claro y efectivo no solo desde la experiencia de veinte años, sino también por la actual, que no están claras sobre el cómo enfrentarla de manera organizada. Esto debería abrirnos a la posibilidad que el buen análisis y comprensión de los significados económicos para la ciudadanía esta trunco. Cerceno sin la integración de esos nuevos aspectos o fenómenos medioambiental y cultural de manera que posibilite sacar conclusiones más globales para acercarse a formas prácticas y concretas de organización de la sociedad. Porque al no hacer esto de manera seria, se ve obligada a aplicar e implementa las viejas formas organizativas que no han tenido éxito alguno dejando sus iniciativas marginada a las contra propuestas económicas alternativas formuladas en programas, con medidas correctas y correctivas de la desigualdad en un amplio grado, pero en las alturas, en el vacío, en ausencia organizada de la ciudadanía aun en momentos de elecciones cuando los programas alternativos tienen mayor difusión. Por falta de un análisis integrador se van desperdiciando condiciones excelentes para una nueva visión por la debacle y confusión de la Concertación.
Todos estos fracasos deberían mínimamente invitar a la reflexión, a preguntarse aun desde un análisis trunco ¿Por qué las organizaciones políticas extraparlamentarias aun presentando mejores programas políticos como económicos no logran generar apoyos masivos por parte de la sociedad? Nos referimos a más de veinte años de manifiestos fracasos políticos organizativos. ¿Por qué? Sin embargo esta respuesta no debe buscarse en la simplicidad como tampoco en la obviedad de la apatía de la ciudadanía en general, porque no explica el no estoy ni ahí del pueblo. Tampoco debe esconderse y menos excusarse en la poca y nada exposición mediática y el binominal, porque se estaría ocultando una verdad más profunda y olvida un pasado reciente de dictadura y la reorganización popular que no se dio en base a la amplia exposición mediáticas sino en clandestinidad, lo que implica que, en aquel entonces si existía un grupo de ideas basadas en la recuperación de la democracia que integraba a las mayorías nacionales, sin necesidad de amplia exposición mediática y, la existencia de planteos organizativos abiertos e invitantes que surgieron de las mismas organizaciones sociales y populares, estudiantiles y sindicales que actuaban interrelacionados y no en mundos separados. Pero atención. Estas organizaciones en sus inicios surgieron sin la intervención masiva de los partidos a fines de los setenta e inicios de los ochenta, producto de la represión y persecución de la dictadura sobre ellos y, en el mismo sentido, este grupo de ideas de recuperación democrática no hubiesen sido posible de traducirse en organización sino se hubiesen desarrollado estos conceptos abiertos de organización, que en gran parte es a lo que se debe el éxito. Porque una vez los partidos en escena y en franca recuperación, trasformaron nuevamente estas organización abierta y popular, en algo cerrado y en cotos que alejo a una gran mayoría. Agreguemos también, que los cambios sociales producto de la economía neoliberal recién comenzaban a sentirse y no eran tan marcados como hoy lo son.
Es cierto que las limitantes y trabas de exposición a un gran público por parte de fuerzas organizadas con ideas distintas son un freno. Nos gustaría que no existieran. Estaríamos mejor desde el punto del discurso. Pero no existe seguridad, precisamente por lo antes señalado en términos de la integración de elementos, que en ausencia de trabas el mensaje pudiese llegar a destinatario y ser absorbido de la misma manera que una vez lo fue. Si los mensajes e ideas organizativas son igual a las de ayer es probable que las ideas y propuestas organizativas no sean recibidas, porque el destinatario ya no es el mismo, ni vive ahí.
De ser esto correcto podríamos concluir que los tumbos y la soledad de las organizaciones políticas anti-neoliberales se deben más bien a cuestiones organizativas por sus análisis inconclusos impidiéndoles recrear o visualizar formas organizativas sobre nuevos parámetros, puesto que estos se centran en lo puramente económico y no analiza, y si lo hace, no incorpora las consecuencias que la economía neoliberal ha creado en el ámbito de la cultura y el medio ambiente que cambian la forma de mirar el mundo y al individuo inserto en el.
Así mismo podríamos concluir que la apatía de la ciudadanía es consecuencia de las propuestas orgánicas de las organizaciones extra-parlamentarias que no son inspiradoras, porque no dan cuenta de nuevas realidades, restándoles poder convocantes, por lo tanto crea con la ciudadanía una relación de exclusión y soledad reciproca. La soledad de las organizaciones no es consecuencia, ni se debe a la apatía de la sociedad para con ellas, sino, a la inhabilidad de las organizaciones para crear lazos que vayan de acuerdo con el mundo cambiante y su nuevo estado. Por lo tanto y como añadidura, la poca exposición mediática no es otra cosa que una mala excusa. Todo lo antes mencionado implica también, que la estrategia de la lucha contra la exclusión llevada adelante por el JP, no es otra cosa que una estrategia de lucha por la sobrevivencia propia de las organizaciones que la impulsan.
Es claro que las formas organizativas adoptadas por las organizaciones y partidos extraparlamentarios para sí mismas y poder dirigir, datan de ya casi un siglo y, aparentemente claro también, que no son apetecidos por la ciudadanía. Por lo menos hace 20 años que no ofrecen resultados positivos y masivos, lo que podría indicar, el paso de un fracaso organizativo coyuntural a uno endémico.
Sin embargo, aun sin proponerse análisis más integradores de todos los aspectos que ha traído a la luz el neoliberalismo, la solución pareciera obvia: proponer nuevas formas organizativas más creativas e invitantes a la participación política en ellas por parte de la ciudadanía. Es cierto, pero también plantea un número de problemas. Para empezar tendrían que ir más lejos de la simple y hoy abusadas boga retorica de las "nuevas formas de hacer política" que no han significado nada más que humo negro y espeso, porque se las dice sin explicar nada, ni en teoría ni en práctica. Al contrario se está desvirtuando y prostituyendo como accesorio de marketing algo necesario para la organización de la sociedad que tiene alcances profundos. Porque la nueva forma de hacer política solo puede nacer y crecer en la nueva comprensión global de lo que hoy es nuestra sociedad y, de esa comprensión y análisis más acabado podrá salir una nueva forma de organizarnos y relacionarnos, dando paso recién ahí, a esa nueva forma de entender y hacer política.
No obstante la conclusión de sentido común de crear nuevas formas organizativas, la tarea no es algo fácil de implementar, porque significa cambiar. Cambiar profundamente. Cuestionar todo lo que hasta hoy ha sido considerado bueno y correcto en términos organizativos. Esto es difícil. Debemos pensar que cada una de estas organizaciones y partidos tienen una rica historia de grandes hombres y mujeres, de muchas luchas, éxitos y fracasos. Tiene formas de organización interna que definen que tipo de organización son, abiertas o cerradas, democráticas en funcionamientos o jerárquicas o simplemente basadas en el centralismo democrático, que como bien sabe cualquier militante, es puro centralismo. Estas concepciones organizativas a su vez definen el tipo de relación que tendrán con la ciudadanía. También debemos tomar en cuenta que la mayoría de estas organizaciones surgieron al calor de la guerra fría y su organización interna refleja esa situación. Por lo tanto proponerse un cambio orgánico mas invitante presupone cerrar un capítulo de su historia y comenzar una nueva. Implica dejar abandonado conceptos que han sido suyos y preciados desde sus mismos inicios como su auto-definición de vanguardia y representantes auténticos de los trabajadores y explotados en general. Que no es una definición caprichosa para hacer sentir bien a dirigencia y dirigidos. Tiene implicancias prácticas enormes especialmente en su concepto de unidad. Dado que, si son ellos la vanguardia autentica y todas se reclaman esta condición ¿desde qué parámetros surgirá su política de unidad?, lo más probable que desde su ombligo.
Esta autoproclamación, al día de hoy sin sentido, aparte de crear problemas para concretar unidad, como bien hemos visto en el último tiempo, deforma por los mismos motivos, enormemente la militancia y su labor política porque es una invitación abierta al sectarismo y en varios sentidos al desprecio de la masa desinteresada. A la irritación rápida o demasiado fácil al ser cuestionados por sectores de la sociedad menos informada acerca de cuestiones políticas e ideológicas, porque después de todo, se les ha inculcado que ellos son los correctos por todos los tiempos de los tiempos, amen.
La deforma también en los aspectos de su propia formación político-ideológica, porque no son incitados a desarrollar un pensamiento independiente y crítico. La máxima pareciera ser, correctos hoy correctos siempre, nuestra teoría nos da respuesta a todo, calce o no calce con la realidad. Esto no es culpa de la militancia ni siquiera de su dirigencia, es solo consecuencia de una concepción desfasada en el tiempo, que los ubica en el centro del universo y al resto en la periferia. La militancia, sin lugar a dudas, trata de hombres con increíbles sentimientos humanos y deseos de bienestar para la sociedad, al punto que muchos de ellos sacrifican toda su vida. Pero estos grandes sentimientos quedan atrapados en una concepción de partido estrecha que los convierte en términos puramente políticos en fríos y calculadores.
Así vemos por ejemplo, que desde el sector que representa Arrate se invita al resto de las candidaturas a sumarse a su campaña y, el resto de las candidaturas hace exactamente lo mismo con él y por las mismas razones. Esto hace preguntarse, ¿para estas organizaciones, qué son las otras? ¿Algo a utilizar y considerar solo como aliados "tácticos"? al parecer si, y la mutualidad marcas sus relaciones. Esto podría indicar que la desunidad actual tiene que ver muy específicamente con sus concepciones, en cómo se ven ellas frente a la ciudadanía y las otras organizaciones que marcan y definen los acuerdos hechos o desechos, pero que son acuerdos hechos bajo una concepción donde ellos son el centro y ninguna de ellas está dispuesta a delinquir su derecho llegado del cielo a dirigir la ciudadanía y las otras organizaciones.
¿Es posible que aun en estas condiciones puedan unirse todas o algunas de estas candidaturas? Absolutamente. Lo han hecho antes con el JP, pero todos sabemos en qué término. En ausencia de análisis y conclusiones trasformadoras no es aventurado predecir futuros desenlaces.
Pero más importante aun para el sujeto social, los excluidos de nuestro país. ¿Que son las organizaciones sociales y populares y que rol pueden jugar dentro de esta concepción que tienen las organizaciones extra-parlamentarias? ¿De decoración o trofeos para contar y decidir quién es más grande y con mayor "inserción" popular? ¿Es válida esa concepción al día de hoy en un mundo tan cambiado? Aparentemente no. Especialmente cuando para mal de males para las viejas concepciones, también está la cuestión no menor de sus objetivos estratégicos de superación del sistema actual, que se recrea a partir de un fracaso histórico de proporciones como lo fueron los socialismos reales donde la ciudadanía ve a estas organizaciones como los herederos del desastre planteándoles problemas y respuestas adicionales.
Las organizaciones de la izquierda extra-parlamentaria son conservadoras y guardianes de los sacramentos sagrados. Los análisis concretos de la realidad concreta son cuestiones para discurso pero no de aplicación. Cualquier movimiento en cualquier dirección es considerado revisionismo aun si estos movimientos siguen siendo emancipadores y conllevan sanciones. Esto les impide ver o entender las implicancias prácticas de sus propios análisis con respecto al neoliberalismo y cambios en la sociedad a un punto irreconocible con solo 30 años atrás, que cambia todo, hasta nuestras formas de organizarnos.
Sobre lo anterior varios ejemplos. I. Hasta bien entrados los años ochenta las relaciones sociales, sus bases culturales de la interrelación entre ciudadanos se basaban en solidaridad y cooperación, dado por mayores niveles de pobreza y menor tecnología de distracción absorbente que la hacía rica en contacto humano permanente propiamente tal. Esas relaciones hoy son prácticamente inexistentes o se dan en el plano de la tecnología fría y aislante. El sistema económico tiende apartar al individuo de su entorno social natural no con muros sino con tecnología. Lo aísla en un mundo de maquinas y teclas cerrado a sus propios problemas acuciantes que da el endeudamiento.
Es cierto que la tecnología no ha terminado con la interrelación humana, pero la ha transformado profundamente. Esta se da de manera diferente a la cual una vez estuvimos acostumbrado. Esta nueva manera impersonal para interrelacionar plantea problemas, porque no está dada en el cara a cara que fue la manera en que se realizaba el trabajo político, pero al mismo tiempo propone inmensas oportunidades para la educación política y la organización como bien lo han demostrado los pingüinos. Recordemos que anteriormente el almacén teórico ideológico y la formación política estaban en manos de los partidos y ellos la impartían, dosificaban o frenaban, especialmente la referente a la situación de los países socialistas. Hoy es imposible hacer eso, porque el monopolio se rompió y el internet nos da la oportunidad de ir a recabar cualquier información que precisemos e ir sacando conclusiones que manifiesta otro tipo de relación de la ciudadanía con los partidos y organizaciones y que afecta igualmente a las mismas organizaciones en su relación dirigencia militancia.
II. La tecnología y las modernidades tampoco han terminado con las desigualdades sociales, menos que menos en nuestro país, pero las ha enmascarado, escondido con la tecnología masificada que pareciera emparejar las enormes diferencias ocultando la pobreza detrás de un celular o en el porte del televisor. El acceso masivo y relativamente fácil a la tecnología nos impulsa a vernos solamente de manera superficial sin poder acercarnos al ser humano y su real condición social, que en apariencia, por su consumo, pareciera estar bien sin ningún tipo de necesidad, preocupado solo de si mismo aumentando el egoísmo y la competencia que a su vez ayuda a crear el endeudamiento –nuevo esclavismo- y mayor aislamiento para poder responder a sus compromisos y desesperación de estar siempre sobrepasado.
III. A pesar de vivir en un estado de democracia restringida, la libertad y la democracia, pareciera estar en todos lados en el Chile de la televisión con sus cada vez más audaces programas. Programas basados en mayor tecnología y menor pudor, entregan la sensación de amplia libertad. Que todo es permitido y la única traba para tener más libertad, es nuestra imaginación o, por lo menos la imaginación de las castas políticas que dirigen el país y esconden detrás de todo este diseño (tiene que ser un diseño destinado a la idiotización de la sociedad) la sola opinión político-económica y las trabas constitucionales para presentar otras visiones que den cuenta de otros mundos posibles y mejores posibilidades materiales de introducirnos en la modernidad tecnológica, no solo pensando en el individuo sino tomando en cuenta el mundo y la naturaleza en la cual estamos insertos.
Vivimos en un mundo de fantasía, pero para la mayoría de la población, no menos real. A falta de opciones político organizativas la población abandonada se encierra en sus casas detrás de las pantallas televisivas o un "chat" irrelevante lugares donde vive la fantasía e ilusión país, pero no puede ver los enormes problemas y peligros que enfrenta la humanidad producto de su propio hacer. El impacto medio ambiental que crea la tecnología desechable poniendo en tensión los recursos naturales y finitos de la tierra pareciera no importarnos porque la tecnología y nuestra fe en ella no permitirán que nada malo nos ocurra. Pareciera que toda la humanidad se embarco en el Titanic y navega a la melodía de un vals a su propio hundimiento y extinción. En esta trampa la ciudadanía se encuentra sola y desorganizada, tan sola desorganizada y desorientada como las organizaciones extraparlamentarias.
En esta situación descrita más arriba, ¿dónde podemos encontrar o reconocer la sociedad existente hasta el 73 o lo 80, como para aplicar los mismos métodos organizativos?
Ante estas nuevas realidades las antiguas organizaciones y partidos políticos parecieran estar mal equipados o con equipos equivocados para la ocasión y no ayudan al despertar de la población. Insisten con sus estructuras organizativas por las cuales la ciudadanía no se ha interesado en entrar por veinte años, porque no la representa en su nuevo estado ni la forma de ver el mundo. Tampoco le interesa demasiado la ideología ni las políticas que de ella nacen. Todo es muy alejado y no resuelven el diario vivir, el cómo vivo menos ahogado. La política pareciera ser algo que solo sirve para resolver los problemas políticos de quienes las practican, pero no los de la ciudadanía quien es solo invitada como decoración discursiva. Sus conocimientos concretos de la ideología y la política, tanto de los progresistas como se define la Concertación no se la ve diferente a la derecha agrupada en la Alianza para el cambio. Para ella votar alianza o concertación no hay una gran diferencia porque saben que los dos representan lo mismo o todo queda relativizado a uno menos malo. A los extraparlamentarios solo se les ve como gente que espera su oportunidad para hacer lo mismo que los otros dos. De la forma de relacionarse y pisarse los callos entre ellos, como sus formas de querer relacionarse a la ciudadanía no puede salir otra conclusión.
En el Chile de los últimos años, tanto la Alianza como la Concertación nos han insistido, bombardeado, que lo que hoy existe, es una crisis de participación política por la falta de nuevos liderazgo(s), renovación o recambio. Siendo esto una linda e inteligente forma de enmascarar la situación de ineficiencia y corrupción de frente a la sociedad. Porque el verlo así presupone aceptar que existe visión y un camino mejor al actual tan solo si existiera un líder capaz. Esto permite la irrupción de líderes Obama y propuestas populistas que su única gracia es poner el liderazgo y amañar unas cuantas propuestas fáciles de digerir. Esto que puede ser hasta esperable de parte de ellas porque buscan re encantar a una sociedad que no les tiene confianza, de ninguna manera lo es, o no debería serlo, para organizaciones o "personalidades" extraparlamentarias porque abandonan al marketing la suerte de la sociedad. De hecho algunas candidaturas extraparlamentarias lo han visto como una lucha y manejo de marketing, porque realmente creen que es la falta de exposición mediática la gran falencia de la izquierda y que solo en base a la gracia y magnetismo de su abanderado lograran crear una oportunidad de "cambio y representación". Demostrando de esta manera también, que no saben cómo, ni encuentran las formas de relacionarse a la ciudadanía de otra forma que no sea la aparatista y desde arriba. Para ellos el análisis es simple. La ciudadanía tendrá que ir a votar con o sin alternativas y ellos esperan que el magnetismo sea tal que les agracie y concedan confianza. ¿A eso ha quedado reducida la política de sectores extraparlamentarios? A ¿no sabemos que estamos haciendo pero algo hay que hacer?
Sin embargo el otro sector extraparlamentario que no apuesta al marketing, pareciera estar igual de perdido y no lo están haciendo mejor cuando levantan ilusorias asambleas populares y comunales intentando lograr legitimar sus procesos de definición de candidato mediante organismos que no han existido antes y no existirán después de ser escrutando el ultimo voto, por lo menos ya no tendrán importancia, porque en el gran juego de la política su papel es seguir no liderar. Peor aun cuando los resultados por alguna extraña razón era conocido meses antes del escrutinio de votos. ¿Qué independencia tenían esas asambleas?
Con la adopción de estos métodos de llegada a la población, la política y la solución de los problemas estructurales de la sociedad chilena se nos presenta hasta fácil y la organización ciudadana no sería necesaria. Si recibe alguna invitación es a no molestarse en organizarse, pero que haga el esfuerzo de votar por el nuevo y gran "líder". Al parecer los extraparlamentarios buscan y buscan representar al pueblo en todos los lugares equivocados menos en el análisis exhaustivo de ellos mismos, su historia, su organización en contraposición a la nueva realidad creada por el capitalismo neoliberal.
Pero la realidad es diferente y al revés. Producto que la ciudadanía le da la espaldas, las organizaciones políticas todas, unas de una manera otras de otra, levantan este escenario de falta de liderazgo u la creación de organismos ilusorios de apoyo popular.
En chile evidentemente existe ausencia organizativa de la ciudadanía porque los partidos mismos no están dispuestos a cambiar sus formas de relacionarse con ella, pues aun a pesar de fracasos, solo pretenden representarla y dirigirla desde arriba sin desprenderse de su rol vanguardista que han asegurado para ellos. Así no crean ni pueden crear los espacios necesarios para la organización ciudadana en base a sus necesidades concretas de manera que jueguen un rol principal, relevante y autónomo, que implique ir rescatando el ser social que es el gran ausente en estos últimos veinte años. Porque después de todo, ellos, aparte de incomprensión de las nuevas realidades, también temen ser sobrepasados por nuevas direcciones que puedan ir surgiendo de la organización ciudadana y no puedan controlar lo que les impediría jugar su rol de vanguardia.
Por ello los vemos intentando organizar desde las antiguas consignas. Se habla de unidad del pueblo, pero no dicen cómo. Recetan medicina al pueblo que ni ellas mismas están dispuestas a tragar, porque ellas son incapaces de unirse ni en dos puntos. Ante esto solo podemos deducir que quizás la unidad del pueblo para ellas se da cuando el pueblo sigue a una en particular o un conglomerado mochero creado por ellas. La unidad de la ciudadanía solo se la ve de manera aparatista. No pueden concebir, por sus concepciones, la unidad del pueblo en un tejido organizacional territorial propio a ella, basados en sus propios intereses y a partir de ahí dar saltos políticos que las acerque a mayores definiciones, que no han sido escritas, sino por escribir y por ellas mismas.
Invitan a la sindicalización y a la lucha sindical, pero aparte de la retorica de la invitación no se le arma con mecanismos de defensas necesarios para enfrentar las limitantes de la legislación laboral que los patrones usan y abusan con trabajadores indefensos. Las leyes laborales existentes desde la dictadura dejo sin dientes y poder a los sindicatos y no les permiten respirar so pena de perder el trabajo. Eso no incentiva a más sindicalización, especialmente cuando no existe ningún proyecto de apoyo y defensa serio que permita a los trabajadores tomar riesgos en la defensa de su nivel de vida. Esto no se ve ni de parte de las centrales o confederaciones ni de los partidos. Al contrario, piensa el trabajador, para que me voy a exponer a perder la pega o a quedar marcado en el DICOM laboral cuando tengo cabros chicos y calillas. Esto no tiene nada que ver con cuestiones de niveles de conciencia o cojones del movimiento obrero y el cómo hacemos desde nuestra postura arrogante para elevarle ese nivel, sino a cuestiones concretas, para las cuales las organizaciones no tienen respuestas.
Esto mismo ocurre con la organización social y popular, se la encasilla cada vez más por parte del gobierno y la derecha a jugar papeles irrelevantes con propuestas restrictivas a las juntas de vecinos a no inmiscuirse en política. Esto tampoco invita a organizarse y participar en mi barrio, porque no importa que hagan las organizaciones vecinales alguna connotación política tendrá que las expone a sanciones. En esas condiciones qué importancia tiene reunirse si ante cualquier petitorio el Alcalde nos acusa de hacer política.
Desde el estado y sus leyes, no se permite a la ciudadanía jugar papeles relevantes más allá del decoro. Estas leyes se tienden a endurecer mas con el proyecto de ley para modificar el código penal a la ley sobre seguridad de estado que tiende a criminalizar las movilizaciones sociales y a quienes las llamen. Esto no es invitante a la movilización sino más bien llama a la desmovilización porque solo basta poner un par de provocadores en una manifestación para que sus patrocinadores carguen con el peso de la ley. Se intenta silenciar las radios comunitarias y dejar sin voz comunidades completas. ¿Quién defiende desde medidas concretas el ser social en actividad? ¿Sirven las promesas de unir todas las luchas en un programa sin posibilidades? Y ¿porque las únicas respuestas son las de unir las luchas en papel y organizaciones estrechas donde las demandas quedan perdidas o solo se da énfasis algunas, las que más les sirven? Porque no interrelacionar dándole espacio a todas.
Todo esto sucede en medio de llamados a la juventud y ciudadanía en general a involucrarse, no al trabajo social y a la lucha por sus intereses, sino, a las campañas presidenciales en todo tipo de partidos que no la representan ni la entienden y con cada vez mas situaciones restrictivas para crear nuevas. Mientras los extra-parlamentarios se entretienen en las alturas y en pactos con el conglomerado gobernante. El gobierno y la derecha se dedican a destruir la organización del sujeto social en su estado fetal. Al parecer, por la atención que le dedican, ellos entienden mejor que nosotros mismos y obviamente mejor que los extra-parlamentarios, a quien hay que aislar, prohibir o hacerle difícil la organización: al sujeto social.
Es hora de una reflexión profunda y dotarnos de nuevas proposiciones que implique liberarnos como ser social para que podamos asumir nuestro rol de sujetos de los cambios
Alfredo Cerpa
1 comentario:
muy bueno y educativo. Se paso.
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