Estimados amigos: A continuación les presento seis artículos de Marta Harnecker publicados en Ideas para la lucha, en los cuales reflexiona acerca de los partidos de Izquierda y el movimiento popular. Son reflexiones importantes que alumbran y nos ayudan a encontrar los caminos organizativos necesarios en el camino a una mejor sociedad. Desde que estos artículos fueron publicados mucho más se ha avanzado en estas reflexiones, como han podido ver, en los ensayos de Ezequiel Adamovsky y los expuestos de manera humilde en los "Apuntes para la construcción de partidos comunales". Estos artículos cobran importancia porque trata de una intelectual reconocida y admirada, con justa razón, en América Latina y el mundo, la cual con sus libros y cuadernos educo toda una generación militante.
Marta Harnecker
Ponerse a disposición de los movimientos populares,
no suplantarlos
1. Hemos dicho en otro lugar que la política es el arte de construir la fuerza social y política que permita cambiar la correlación de fuerzas para hacer posible en el futuro lo que aparece como imposible en lo inmediato. Pero, para lograr construir fuerza social es necesario que las organizaciones políticas expresen un gran respeto por el movimiento popular; que contribuyan a su desarrollo autónomo, dejando atrás todo intento de manipulación. Deben partir de la base de que ellas no son las únicas que tienen ideas y propuestas y que, por el contrario, el movimiento popular tiene mucho que ofrecerles, porque en su práctica cotidiana de lucha va también aprendiendo, descubriendo caminos, encontrando respuestas, inventando métodos, que pueden ser muy enriquecedores.
2. Tienen que sacarse de la cabeza que sólo ellas generan ideas creadoras, novedosas, revolucionarias, transformadoras Y por ello su papel no es sólo hacerse eco de las reivindicaciones y demandas que vienen de los movimientos sociales, sino que también deben estar dispuestas a recoger ideas y conceptos que irán a enriquecer su propio arsenal conceptual.
3. Tanto los dirigentes políticos como sociales deben abandonar el método de llegar con esquemas preelaborados. Hay que luchar por eliminar todo verticalismo que anule la iniciativa de la gente. El papel de los dirigentes debe ser el de contribuir con sus ideas y experiencias a hacer crecer y a fortalecer al movimiento popular y no a suplantar a las masas.
4. Su función es empujar al movimiento de masas, o quizá más que empujar, facilitar las condiciones para que éste pueda desplegar su capacidad de enfrentarse contra quienes lo oprimen y explotan. Pero sólo se puede empujar si se trabaja hombro a hombro en las luchas locales, regionales, nacionales e internacionales del pueblo.
5. La relación de las organizaciones políticas con los movimientos populares debería ser entonces un circuito en dos direcciones: de la organización política al movimiento social y de éste a la organización política. Por desgracia, todavía suele funcionar sólo el primer sentido.
6. Hay que aprender a escuchar y hablar con la gente; hay que poner oído atento a todas las soluciones que el propio pueblo gesta para defender sus conquistar o para luchar por sus reivindicaciones y, a partir de toda la información que se recoja, debemos ser capaces de hacer un diagnóstico correcto de su estado de ánimo, y captar aquello que puede unir y generar acción, combatiendo el pensamiento pesimista, derrotista que también existe.
7. Donde sea posible debemos incorporar a las bases al proceso de toma de decisiones, eso quiere decir que hay que abrir espacios a la participación popular, pero la participación popular no es algo que se pueda decretar desde arriba. Sólo si se parte de las motivaciones de la gente, sólo si se le hace descubrir a ella misma la necesidad de realizar determinadas tareas, sólo si se gana su conciencia y su corazón, estas personas estarán dispuestas a comprometerse plenamente con las acciones que emprendan.
8. Sólo entonces, las orientaciones que se lancen no se sentirán como directivas externas al movimiento y permitirán construir un proceso organizativo capaz de llevar, si no a todo el pueblo, al menos a una parte importante de éste a incorporarse a la lucha y, a partir de ahí, se podrá ir ganando a los sectores más atrasados, más pesimistas. Cuando estos últimos sectores sientan que los objetivos por los que se lucha no sólo son necesarios, sino que es posible conseguirlos
como decía el Che , se unirán a la lucha.
9. Cuando la gente compruebe que son sus ideas, sus iniciativas, las que están siendo implementadas, se sentirá protagonista de los hechos, y su capacidad de lucha crecerá enormemente.
10. De lo dicho hasta aquí se deduce que los cuadros políticos y sociales que necesitamos para cumplir estas tareas no pueden ser cuadros con mentalidad militar
hoy no se trata de conducir a un ejército, lo que no quiere decir que en algunas coyunturas críticas, pueda y deba hacer un viraje en este sentido , ni tampoco demagogos populistas
porque no se trata de conducir a un rebaño de ovejas ; los cuadros políticos deben ser fundamentalmente cómo ya decíamos pedagogos populares, capaces de valorar las ideas e iniciativas que surgen en al propio movimiento popular.
11. Por desgracia, muchos de los actuales dirigentes se educaron en la escuela de conducir a las masas por órdenes y eso no es fácil de cambiar de un día para otro. Por eso no quiero crear una sensación de excesivo optimismo. La correcta relación de los dirigentes con las bases está lejos de estar resuelta◄
No imponer sino convencer
Marta Harnecker
1. Los movimientos populares y, en general, los diferentes actores sociales que hoy están en las principales trincheras de lucha contra la globalización neoliberal tanto a nivel internacional como en sus propios países rechazan, con razón, las conductas hegemonistas No aceptan la actitud de aplanadora que solían usar algunas organizaciones políticas y sociales que, aprovechándose de ser las más fuertes y acaparando cargos de dirección, pretendían instrumentalizar al movimiento. No aceptan que se intente imponer en forma autoritaria la dirección desde arriba; que se pretenda conducir al movimiento por órdenes por muy correctas que éstas sean.
2. Una actitud hegemonista en lugar de sumar fuerzas produce el efecto contrario. Por una parte, crea malestar en las otras organizaciones: éstas se sienten manipuladas y obligadas a aceptar decisiones en las que no han tenido participación alguna, y por otra, reduce el campo de los aliados, ya que una organización que asume una posición de este tipo es incapaz de captar los reales intereses de todos los sectores populares y crea en muchos de ellos desconfianza y escepticismo.
3. Pero luchar contra el hegemonismo no significa renunciar a luchar por ganar la hegemonía que no es otra cosa que tratar de conquistar, de persuadir a los demás de lo correcto de nuestros criterios y de lo válidas que son nuestras propuestas.
4. Para ganar la hegemonía no se requiere inicialmente ser muchos, basta con unos pocos. La hegemonía lograda por el Movimiento 26 de Julio conducido por Fidel Castro en Cuba, nos parece una prueba suficientemente convincente de esta afirmación.
5. Más importante que crear un poderoso partido con un gran número de militantes es levantar un proyecto político que refleje las aspiraciones más sentidas del pueblo y, por eso mismo, conquiste su mente y su corazón. Lo importante es que su política sea respaldada por las masas, que concite consenso en la mayoría de la sociedad.
6. Hay partidos que se vanaglorian del gran número de militantes que tienen, pero, de hecho, sólo conducen a sus afiliados. Lo central no es, entonces, que el partido sea grande o pequeño, lo que interesa es que la mayoría de la gente se sienta identificada con sus propuestas
7. En lugar de imponer e instrumentalizar, hay que convencer y sumar a todos los que se sientan atraídos por el proyecto que se pretende realizar. Y sólo se suma si se respeta a los demás, si se es capaz de compartir responsabilidades con otras fuerzas.
8. Hoy, sectores importantes de la izquierda han llegado a la comprensión de que su hegemonía será mayor cuando logren que más gente siga sus propuestas, aunque éstas no aparezcan bajo su sello. Hay que abandonar la antigua práctica equivocada de pretender
cobrar derechos de autor a las organizaciones que osan levantar sus banderas.
9. Si se logra conquistar para esas ideas a un número importante de líderes naturales, se asegura con ello que sus ideas lleguen en forma más efectiva a los distintos movimientos populares. Es importante también conquistar para el proyecto a personalidades destacadas en el ámbito nacional, porque ellas son formadoras de opinión pública y serán eficaces instrumentos para divulgar las propuestas y conquistar nuevas adhesiones.
10. Pensamos que una buena manera de medir la hegemonía alcanzada por una organización es examinar cuántos líderes naturales y personalidades han asumido sus ideas y, en general, cuántas personas se sienten identificadas con ellas.
11. El grado de hegemonía alcanzado
por una organización política no puede medirse entonces por la cantidad de cargos que se logre conquistar. Lo fundamental es que quienes están en cargos de dirección en las diversas organizaciones y movimientos hagan suyas e implementen las propuestas elaboradas por esa organización, aunque no sean militantes de ella.
12. Una prueba de la consecuencia de una agrupación política que se declara no hegemonista es justamente ser capaz de proponer para los diferentes cargos a los mejores hombres, sean estos de su propio partido o sean independientes o de otros partidos. De las figuras que la izquierda sea capaz de levantar dependerá en gran medida la credibilidad que el pueblo tenga en su proyecto.
13. Por supuesto que esto es más fácil de decir que de practicar. Suele ocurrir que cuando una organización es fuerte ésta tienda a subvalorar el aporte que puedan hacer otras organizaciones y que tienda a imponer sus ideas. Es más fácil hacer esto que arriesgarse al desafío que significa ganar la conciencia de la gente. Mientras más cargos se tiene, más atento hay que estar de no caer en afanes hegemonistas.
14. Por otra parte, el concepto de hegemonía es un concepto dinámico, la hegemonía no se gana de una vez y para siempre. Mantenerla es un proceso que tiene que ser recreado permanentemente. La vida sigue su curso, aparecen nuevos problemas, y con ellos nuevos retos.◄
¿Hay que rechazar el centralismo burocrático
y practicar sólo el consenso?
Marta Harnecker
1. Los partidos de izquierda fueron durante mucho tiempo muy autoritarios. Lo que se practicaba habitualmente era un centralismo burocrático muy influido por las experiencias del socialismo soviético. Todos los criterios, tareas, iniciativas, líneas de acción eran decididos por la cúpula partidaria, sin conocimiento ni debate con la militancia, limitándose ésta a acatar órdenes que nunca discutía y muchas veces no comprendía. Una actitud de este tipo aparece como cada vez más intolerable para la mayoría de la gente.
2. Pero al luchar contra esta desviación centralista burocrática se debe evitar caer en desviaciones de ultrademocratismo, que llevan a que se gaste más tiempo en discutir que en actuar, porque todo, aún lo innecesario, se somete a discusiones que muchas veces esterilizan toda acción concreta.
3. Al criticar la desviación burocrática del centralismo, se ha tendido en estos últimos tiempos a rechazar todo tipo de dirección central.
4. Se habla de la necesidad de organizar grupos a todos los niveles de la sociedad y de que esto grupos apliquen una estricta democracia interna ideas que evidentemente compartimos Lo que no compartimos es que se afirme que no hay que esforzarse por tratar de darles una organicidad común. En pro de la democracia, la flexibilidad, y el deseo de dar la batalla en muy diferentes frentes, se rechazan los esfuerzos determinar las prioridades estratégicas y por pretender unificar su acción.
5. Para algunos el único método aceptable es el del consenso. Se argumento que con él se busca no imponer decisiones sino lograr interpretar a todos. Pero este método, que busca el acuerdo de todos y que aparece como más democrático, a veces es mucho más antidemocrático, porque otorga derecho a veto a una minoría: al extremo que una sola persona puede impedir que se lleguen a implementar acuerdos que cuentan con un apoyo inmensamente mayoritario.
6. Por otra parte, la complejidad de los problemas, la amplitud de la organización y los tiempos de la política que obligan a tomar decisiones rápidas en determinadas coyunturas hacen casi imposible la utilización de la vía del consenso en muchas ocasiones, aunque se descarte su uso manipulador.
7. Creo que no se puede pensar en eficacia política sin conducción unificada que defina las acciones a realizar en los distintos momentos de la lucha y para lograr esta definición es preciso que se dé una discusión amplia, donde todos opinen y que finalmente se adopten acuerdos que todos deben cumplir.
8. Para lograr una acción coordinada, los organismos inferiores deben tomar en cuenta en sus decisiones las indicaciones que hagan los organismos superiores y aquéllos cuyas posiciones han quedado en minoría deben someterse en la acción a la línea que triunfa, desarrollando junto a los demás miembros las tareas que se desprenden de ella.
9. Una instancia política que pretende seriamente luchar por transformar la sociedad no puede darse el lujo de tener en su seno elementos indisciplinados que rompan la unidad de acción, sin la cual no hay acción política eficaz.
10. Esta combinación de dirección central única y discusión democrática en los distintos niveles de la organización es lo que se llama centralismo democrático Se trata de una combinación dialéctica: en períodos políticos complicados, de auge revolucionario o de guerra, no queda otra solución que acentuar el polo centralista; en períodos de calma, donde el ritmo de los acontecimientos es más lento, debe acentuarse el polo democrático.
11. Personalmente no veo cómo se puede concebir una acción política exitosa si no se logra una acción unificada y para ello no creo que exista otro método que el del centralismo democrático si no se ha logrado el consenso.
12. Una correcta combinación del centralismo y la democracia
estimula la iniciativa de los dirigentes y, sobre todo, de todos los militantes. Sólo la acción creadora en todos los niveles de la organización política o social es capaz de asegurar el avance de nuestras luchas. Una vida democrática insuficiente impide desplegar toda la iniciativa creadora de los militantes, con la consiguiente baja de su rendimiento político. En la práctica esta iniciativa se manifiesta en sentido de responsabilidad, en orden en el trabajo, en coraje y aptitud para resolver problemas, para expresar opiniones, para criticar defectos, así como en el control ejercido, con esmero de camarada, sobre los organismos superiores.
13. Sólo una correcta combinación del centralismo y la democracia torna eficaces las decisiones que se adoptan, porque el haber participado en la discusión y toma de decisiones compromete más a cada uno de los actores.
14. Lo que hay que evitar cuando se aplica el método del centralismo democrático, es pretender usar las mayorías estrechas para tratar de aplastar a quienes quedaron en minoría. Los movimientos sociales y políticos más maduros consideran que no tiene sentido imponer una medida adoptada por una mayoría estrecha. Estiman que, si no es la gran mayoría de sus militantes la que está convencida de las medidas a adoptar, es preferible esperar que la gente vaya madurando y llegue a convencerse por sí misma de lo correcto de esa medida Eso evita las nefastas divisiones internas que suelen aquejar a los movimientos y partidos de izquierda y previene que se cometan errores de gran envergadura. ◄
Razones del escepticismo popular
respecto a la política y a los políticos
Marta Harnecker
1. Decía en un artículo anterior que para luchar eficazmente contra el neoliberalismo es necesario lograr articular a todos los que sufren sus consecuencias, y para conseguir este objetivo debemos empezar por la propia izquierda que en nuestros países suele estar muy dispersa. Pero no son pocos los obstáculos que se nos interponen en esta tarea. Estar conscientes de ellos y preparase para enfrentarlos es el primer paso para poder superarlos.
2. Uno de estos obstáculos es el creciente escepticismo popular en relación con la política y los políticos.
3. Esto tiene que ver entre otras cosas con las grandes limitaciones que hoy tienen nuestros sistemas democráticos, muy diferentes a los que existían a antes de las dictaduras militares.
4. Estos regímenes de democracia tutelada, limitada, restringida, controlada o de baja intensidad limitan drásticamente la capacidad efectiva de las autoridades electas democráticamente. Las principales decisiones son tomadas en órganos de carácter permanente, no electos, y, por lo tanto, no sujetos a cambios producto de los resultados electorales, como el Consejo de Seguridad Nacional, el Banco Central, las instancias económicas asesoras, la Corte Suprema, la Contraloría, el Tribunal Constitucional.
5. Grupos de profesionales y no de políticos son los que hoy adoptan las decisiones o tienen una influencia decisiva sobre éstas. La aparente neutralidad y despolitización de dichos órganos oculta una nueva manera de hacer política de la clase dominante. Sus decisiones se adoptan al margen de los partidos. Se trata de democracias controladas, cuyos controladores no están sometidos a ningún mecanismo democrático.
6. Por otra parte se han perfeccionado enormemente los mecanismos de fabricación del consenso, monopolizados por las clases dominantes, que condicionan en un alto grado la forma en que la gente percibe la realidad.
Sólo esto explica que sean los partidos más conservadores, que defienden los intereses de una ínfima minoría de la población, los que hayan logrado transformarse cuantitativamente en partidos de masas y que la base social de apoyo de sus candidatos, al menos en América Latina, sean los sectores sociales más pobres de la periferia de las ciudades y del campo.
7. Otros elementos que explican el escepticismo reinante son, por un lado, la apropiación inescrupulosa por parte de la derecha del lenguaje de la izquierda: palabras como reformas, cambios de estructura, preocupación por la pobreza, transición, forman hoy parte de su discurso habitual; y, por otro, la adopción bastante frecuente por parte de los partidos de izquierda de una práctica política muy poco diferenciada de la práctica habitual de los partidos tradicionales.
8. Tenemos que tener muy presente que cada vez más la gente rechaza las prácticas partidarias clientelistas, poco transparentes y corruptas, de aquellos que sólo se acercan al pueblo en momentos electorales, que pierden energías en luchas intestinas, de fracciones y pequeñas ambiciones; donde las decisiones son adoptadas por las cúpulas partidarias sin una real consulta con las bases y prima el liderazgo unipersonal sobre el colectivo. Repudia crecientemente los mensajes que se quedan en meras palabras, que no se traducen en actos.
9. La gente común y corriente está harta del sistema político tradicional y quiere cosas nuevas, quiere cambios, quiere nuevas formas de hacer política, quiere una política sana, quiere transparencia y participación, quiere recuperar la confianza.
10. Esta decepción de la política y los políticos que crece día a día y que permea también a la izquierda social no es grave para la derecha, pero para la izquierda sí lo es. La derecha puede perfectamente prescindir de los partidos políticos, como lo demostró durante los períodos dictatoriales, pero la izquierda no puede prescindir de un instrumento político sea éste un partido, un frente político u otra fórmula.
11. Otro obstáculo para la unidad de la izquierda es que luego de la derrota del socialismo soviético, la crisis del estado benefactor impulsado por la socialdemocracia europea y del desarrollismo populista latinoamericano, ésta tiene grandes dificultades para elaborar una propuesta alternativa al capitalismo socialista o como se la quiera llamar rigurosa y creíble, que pueda asumir los datos de la nueva realidad mundial.
12. El capitalismo ha revelado su gran capacidad de reciclarse y de usar la nueva revolución tecnológica a su favor; fragmentando a la clase obrera, limitando su poder de negociación, sembrando el pánico de la desocupación, mientras la izquierda se ha quedado muchas veces anclada en el pasado. Existe un exceso de diagnóstico y una ausencia de terapéutica. Solemos navegar políticamente sin brújula.
13. La mayor parte de los obstáculos aquí señalados provienen de realidades que se nos imponen desde fuera, pero hay también obstáculos que dificultan los intentos por articular a toda la izquierda que provienen de su propio seno.
14. Por una parte, la izquierda partidaria, en las últimas décadas, ha tenido muchas dificultades para trabajar con los movimientos sociales y acercarse a los nuevos actores sociales Y, por otra, en la izquierda social ha habido una tendencia a descalificar a los partidos y a magnificar su propio papel en la lucha contra la globalización neoliberal, actitud que no ha ayudado a superar la dispersión de la izquierda. Nuestro próximo artículo se abocará a examinar estas cuestiones.◄
Respetar las diferencias
y flexibilizar la militancia
Marta Harnecker
1. Todavía existe en la izquierda una dificultad para trabajar con las diferencias. La tendencia, especialmente de los partidos de clase, fue siempre tender a homogeneizar la base social en la que actuaban. Si eso se justificó alguna vez dada la identidad y homogeneidad de la propia clase obrera con la que trabajaban prioritariamente, en este momento es anacrónica frente a actores sociales tan diversos. Hoy se trata cada vez más de la unidad en la diversidad, del respeto a las diferencias étnicas, culturales, de género, y de sentimiento de pertenencia a colectivos específicos.
2. Se hace necesario realizar un esfuerzo por encauzar los compromisos militantes partiendo de las potencialidades propias de cada sector o individuo, sin buscar homogeneizar a los actores. Es importante tener una especial sensibilidad para percibir también todos aquellos puntos de encuentro que puedan permitir levantar, a partir de la consideración de las diferencias, una plataforma de lucha común.
3. Este respeto a las diferencias debe reflejarse también en el lenguaje. Es fundamental que se rompa con el viejo estilo de pretender llevar mensajes uniformes a gente con muy distintos intereses. No se puede estar pensando en masas amorfas, lo que existe son individuos, hombres y mujeres que están en distintos lugares, haciendo cosas diferentes y sometidos a influencias ideológicas diferentes; el mensaje tiene que adoptar formas flexibles para llegar a ese hombre concreto.
4. Cuando todos los discursos y los mensajes vienen hechos de la misma tela y se trasmiten de la misma forma y con las mismas palabras, pronunciadas en el mismo tono y por el mismo megáfono, cuando pasan los años y la pinta y la consigna no cambian, la palabra se devalúa. Es moneda que ya no compra la imaginación de nadie.
5. Hay que individualizar el mensaje, pero sin perder de vista los objetivos comunes.
6. Y nos parece iluminador este tema del respeto a las diferencias para examinar el tema de la crisis de la militancia. Como es de todos conocidos, durante estos últimos años se ha producido una crisis de militancia bastante generalizada, no sólo en los partidos de izquierda sino también en los movimientos sociales y en las comunidades cristianas de base, que no es ajena a los cambios que ha sufrido el mundo. Sin embargo, junto a esta crisis de militancia en muchos de nuestros países se ha dado paralelamente un crecimiento de la influencia de la izquierda en la sociedad, y aumenta la sensibilidad de izquierda en los sectores populares.
7. Esto hace pensar que uno de los factores que podría estar en el origen de esta crisis es el tipo de exigencias que se le plantean a la persona para que ésta se pueda incorporar a una práctica militante organizada. Habría que examinar si la izquierda ha sabido abrir cauces de militancia para hacer fértil esa creciente sensibilidad de izquierda en la sociedad, porque no todas las personas tienen la misma vocación militante ni se sienten inclinadas a militar en forma permanente. Eso fluctúa dependiendo mucho de los momentos políticos que se viven. No estar atentos a ello y exigir una militancia uniforme es auto limitar y debilitar a la organización política.
8. Hay, por ejemplo, quienes están dispuestos a militar en un área temática: salud, educación, cultura, y no en un núcleo de su centro de trabajo o en una estructura territorial. Hay otros que se sienten llamados a militar sólo en determinadas coyunturas (electorales u otras) y no están dispuestos a hacerlo todo el año, aunque en momentos claves de la lucha política siempre se cuenta con ellos y en su vida cotidiana promueven el proyecto y los valores de la izquierda.
9. Tratar de encasillar a la militancia en una norma única, igual para todos, en una militancia de las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana, es dejar fuera a todo este potencial militante.
10. Tenemos que crear un tipo de organización que dé cabida a los más diferentes tipos de militancia, donde se admitan diversos grados de formalización. Las estructuras orgánicas deben abandonar su rigidez y flexibilizarse para optimizar este compromiso militante diferenciado, sin que se establezca un valor jerárquico entre ellas.
11. Una de las cosas criticables de la organización leninista de partido es haber uniformado las instancias orgánicas sin tener en cuenta la diferencia de cada medio social. Las células o núcleos se estructuraban en forma exactamente igual en todos lados sin tener en cuenta lo específico de cada ámbito: una fábrica no es igual a un latifundio o a una escuela universitaria o a un canal de televisión.
12. Para facilitar esta militancia diferenciada se hace necesario adaptar la estructura y los organismos de base a la naturaleza del medio en que se desenvuelve la actividad militante.◄
Estrategia para construir la unidad
Marta Harnecker
1. Me he referido anteriormente a la necesidad de construir la unidad de todas las fuerzas y actores de izquierda para conformar en torno a ella un amplio bloque anti neoliberal. Sin embargo, no creo que este objetivo pueda ser logrado de manera voluntarista, creando desde arriba coordinaciones que pueden terminar siendo sólo una suma de siglas.
2. Pienso que es en la lucha concreta por objetivos comunes donde se puede ir gestando esta unidad. Y por ello me parece que se crearían mejores condiciones para esa articulación si ponemos en práctica una nueva estrategia de lucha anticapitalista.
3. Se trata de una estrategia que toma en cuenta las importantes transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales ocurridas en los últimos tiempos en el mundo. Que entiende que las nuevas formas de dominación del capitalismo van mucho más allá del ámbito económico y estatal y que éstas se infiltran en todos los intersticios de la sociedad fundamentalmente a través de los medios de comunicación de masas que invaden indiscriminadamente los hogares de todos los sectores sociales cambiando las condiciones de la lucha
4. Hoy más que antes debemos enfrentar no sólo los aparatos de coerción política de las clases dominantes sino los mecanismos e instituciones presentes en la sociedad civil que generan una aceptación popular del orden social capitalista. Estas suelen lograr una significativa hegemonía sobre importantes sectores populares, una dirección cultural sobre la sociedad; tienen capacidad para subordinar ideológicamente a las clases dominadas. Ya se ha dicho que la propaganda es a la democracia burguesa lo que la cachiporra al estado totalitario.
5. Nuestro desafío entonces es elaborar una estrategia revolucionaria en condiciones de una democracia burguesa que goza de un nivel suficiente de aceptación por parte de los sectores populares
como para poder mantenerse sin tener que recurrir a la represión; es más, hay que partir por reconocer que extensos sectores populares aceptan de buen agrado la conducción capitalista del proceso.
6. Por esta razón, la mera propaganda de una sociedad alternativa hoy no basta La mayor complejidad que asume la dominación, la presencia de importantes factores extra estatales que producen y reproducen la desarticulación popular actual y que pretenden desprestigiar ante la opinión pública el pensamiento y proyecto de la izquierda, exigen que ésta demuestre en la práctica aquello que prédica
7. Para ello, en los territorios y espacios conquistados la izquierda debe desarrollar procesos de construcción popular alternativos al capitalismo, que busquen romper con la lógica del lucro y las relaciones que ella impone, tratando de instalar lógicas solidarias, humanistas.
8. Debe impulsar luchas que no se reduzcan a la simple demanda de reivindicaciones económicas aunque necesariamente las tiene que incorporar sino que avancen en el desarrollo de un proyecto social más global que gesten auténticos grados de poder desde la base.
9. Se trata de construir experiencias de democracia popular que sean tangiblemente superiores a la democracia burguesa. Por ejemplo, construir un proyecto de ciudad humanista y solidario en un gobierno local, promoviendo diversas instancias participativas que permitan que el vecino se transforme en un miembro activo de su comunidad. O construir un polo de asentamientos rurales, donde los campesinos puedan establecer diversas formas de colaboración entre ellos, no sólo en la producción agrícola, sino en la industrialización y comercialización de sus productos, en la educación de sus hijos y la formación de sus cuadros de acuerdo a un modelo que prefigure la nueva sociedad. O construir una federación estudiantil que defienda una participación democrática de los estudiantes en la gestión de una universidad comprometida con la sociedad, O construir una central sindical que ponga fin a las direcciones burocráticas separadas de las bases, que defienda un sindicalismo socio-político, que supere el mero reivindicacionismo económico, planteándose como objetivo su inserción activa en la transformación social.
10. Una estrategia de este tipo facilita enormemente la articulación de todos los sectores de la izquierda, tanto de los militantes de partidos como de los militantes sociales, porque permite hacer un tipo de convocatoria diferente. Para militar no hay que adherir necesariamente a un partido, a un frente, a un movimiento, se puede militar colaborando en la puesta en práctica del proyecto de construcción alternativa.
11. Más que una utopía propagandizada, que se intenta estérilmente introducir en forma pasiva en la cabeza de los hombres y mujeres del pueblo, como enseñanza iluminista sin una práctica de construcción concreta , se trata de construcciones democráticas populares referenciales que, por reflejar prácticas diferentes, tienden a atraer a nuevos sectores.
12. Por otra parte, sólo a partir de esas prácticas es como mucha gente comienza a entender que para expandir sus proyectos humanistas y solidarios es necesario terminar con el sistema capitalista, que con su lógica del lucro plantea enormes dificultades a cualquier tipo de construcción alternativa.
13. Urge, entonces, terminar con el "tacticismo" de los atajos, con el coyunturalismo, con los brotes agitativos pasajeros, y enhebrar una práctica centrada en el impulso de luchas democráticas de base, en la construcción local de formas de poder y de democracia popular, que permita definir el sentido accesorio y la oportunidad de la lucha electoral, u otras formas de lucha. De lo contrario, éstas últimas prácticas no superarán el largo hilo de inmediatismos de los últimos años.
14. Pero también urge superar el basismo, el localismo, el apoliticismo, el corporativismo, que limita la lucha de los sectores populares a horizontes gremiales o luchas económicas◄
No hay comentarios:
Publicar un comentario