Extraido de Patria para todos.
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José Zapiola, Músico y revolucionario
Presentación
Varias intenciones tiene la publicación de esta obra.
Por una parte, el conocimiento del movimiento que a fines de la década de 1840, conmovió la intelectualidad y la política de la República de Chile. Conocimiento necesario del pasado histórico, por la permanencia de intereses que todavía son historia viva y activa y por lo tanto, política dentro de las fronteras de la República. Fue la Sociedad de la Igualdad un cuestionamiento, a mitad del siglo XIX del autoritarismo impuesto por la concepción portaliana del poder, y también fue un punto inicial del posterior desarrollo político del país.
Por otra parte actuó como bisagra entre el pasado de la política libertadora, tanto ohigginista como carrerina, exterminada por Portales y el futuro latinoamericano de Chile, expresado por el más brillante de los integrantes de La Sociedad de la Igualdad, Francisco Bilbao. El fin de la lucha por la independencia había estado marcado por la eliminación de sus cabezas más notables: José Miguel Carrera y Bernardo O`Higgins, tras una lucha trágica dentro del bando libertador, a consecuencia de la cual, José Miguel Carrera, expresión de una incipiente "burguesía minera" y Bernardo O'Higgins basado en la economía rural, habían sido eliminados o expatriados, y tras ellos, sus seguidores en la guerra de la independencia, de la que participaron hasta el final en Ayacucho. Si los pipiolos reemplazaron a O'Higgins, expatriándolo, Portales, el representante de una burguesía comercial importadora que en nada había participado en la lucha por la independencia, eliminó a ambas fuerzas tras el Golpe de Estado que llevó a la batalla de Lircay.
Los viejos intereses ligados al colonialismo y los intereses comerciales se integraron en los pelucones gobernantes de Portales. Los pipiolos sólo representaron en adelante la disidencia sólo en cuanto al autoritarismo de la concepción portaliana. En adelante el enfrentamiento entre "pelucones" y "pipiolos" se circunscribiría a un conflicto interno de la oligarquía entre quienes querían sostener el régimen autocrático de la Constitución de 1833 y quienes querían morigerarlo con medidas políticas liberalizadoras, pero siempre a espaldas del pueblo. La elección de Manuel Bulnes a la presidencia, electo por 39 mil votos en una población superior al millón, expresaba esta realidad.
El último estertor de la tradición americana, se había conservado en un sector de las fuerzas armadas, aquellas que durante el primer enfrentamiento con la Confederación Peruano-Boliviana llegaron al acuerdo de Paucarpata, firmado por Blanco Encalada, posteriormente desconocido por Portales y que costara el enjuiciamiento de aquel. El último acto sería el fusilamiento de Portales por parte de las tropas de Vidaurre que se negaban a una guerra fratricida.
Por último su trascendencia a los tiempos actuales, con su propuesta de una forma de asociatividad que conserva plena vigencia como propuesta moderna, actual y contemporánea, fruto de la propuesta de asociatividad expuesta por Santiago Arcos.
Se ha querido ver en esto una influencia francesa determinante en el movimiento, pero lejos de ello, y más allá que sus dos primigenios promotores, Arcos y Bilbao estuvieran imbuidos de los principios del 48 francés, el movimiento expresaba una inquietud específica de la sociedad en Chile.
En ese contexto fueron cambiando algunos aspectos de la estructura económica básica de Chile. Si en 1826 se exportaban a Inglaterra 60 toneladas de cobre, en 1835 llegaban a 12.700 toneladas. Varios minerales le acompañaron y la producción de plata se multiplicó 6 veces entre 1840 y 1852. La minería del carbón llegaba en 1854 a las 22.000 toneladas.
Es en esas circunstancias que coinciden una serie de elementos políticos y sociales que se asentaban en la nueva realidad. El partido pelucón se divide durante la segunda Presidencia de Manuel Bulnes. De una parte su ministro Vial, quien había liberalizado en parte las disposiciones políticas realizando una apertura hacia los pipiolos, quien renunció en junio de 1849. De la otra, Montt, por el sector extremo y más autoritario de los pelucones. Así, de los vialistas y pipiolos surgió el Club de la Reforma (el 29 de octubre de 1849), cuyo fin era aglutinar la oposición a la futura candidatura de Montt.
Por otra parte, el artesanado ligado a las construcciones en la formación de poblaciones, mejoras, edificaciones, ebanistería y bienes de consumo provistos por curtidurías y otras. Así ingresaba a la vida política el artesanado de Santiago con sus primeras huelgas y participación, como otro elemento de los acontecimientos que romperían con la estructuración rígida emergida con Portales. Por otra parte, este sector había sobrevivido a la competencia europea, debido a los altos precios de esta y proveía a todo el país de zapatos, ropa y otros artículos. En su momento, el diario de la Sociedad de la Igualdad, informaría que eran 10 mil los artesanos en 1850 en Santiago.
A esa realidad económica, de una República cuyos cimientos económicos se conmovían, cuya situación política se complicaba con la división de los pelucones gobernantes entre quienes querían continuar a rajatabla con la estructura portaliana y quienes querían abrirse a un acuerdo con los pipiolos en conspiración, se incorporan los jóvenes chilenos llegados de Francia con una visión liberal y progresista. Entre ellos Santiago Arcos, Francisco Bilbao y Antonio Mata entre otros. Esos jóvenes serían los númenes organizadores de la Sociedad de la Igualdad, aunque el último no participaría directamente en su conformación.
En su serie de propuestas se destacaban algunos puntos esenciales. El primero era la intención de cambiar las formas de sociabilidad política, o sea reemplazar las agrupaciones informales como la llamada de los "Girondinos chilenos" o esencialmente instrumentales como el "Club de la Reforma, para pasar a construir un organismo permanente, con estatutos, programas y planes de acción, una sociedad republicana con una red territorial, con la intención de modernizar Chile con el apoyo de los sectores sociales postergados.
La Sociedad de la Igualdad
A fines de marzo de 1850 se realiza la primera reunión de la Sociedad de la Igualdad, con la participación de seis personas: Arcos, Bilbao, Lillo, Zapiola y los artesanos Ambrosio Larrecheda, sombrerero y Cecilio Cerda, sastre. La segunda reunión sería con la participación de Manuel Guerrero, de origen pipiolo, Francisco Prado proveniente de la oligarquía y el sastre Rudesindo Rojas. En la tercera reunión se incorporaron dos artesanos y un ex oficial del ejército, Luciano Piña, quién propuso el nombre de la asociación: Sociedad de la Igualdad. Comenzaron a publicar "El Amigo del Pueblo", cuyos redactores más importantes serían Eusebio Lillo, Arcos, José V. Lastarria, Manuel y Francisco Bilbao.
La propuesta de la sociedad, reflejada en su periódico sería: la reestructuración del sistema impositivo, el mejor trato de los humildes en los juzgados civiles y en los cuarteles de la Guardia Nacional, mejoras en la policía, libertad y protección laboral, educación popular, mejora de la higiene pública, aumento de la existencia de moneda divisionaria (que facilitaba el comercio y favorecía a los sectores más pobres), protección de la industria nacional (reivindicación de los artesanos que buscaban la protección de la competencia industrial extranjera). En el aspecto político, de menor atención, la reivindicación era contra los ataques permanentes y violentos del autoritarismo impuesto por los portalianos, y era la reivindicación o bandera a la vez del sector pipiolo y pelucón vialistas, que aunque no participaban, se supone que financiaban el diario de la Sociedad. Igualmente, esta comenzó con clases, conferencias y discusión pública de proyectos de mejora de la clase obrera, fin primero que perseguían sus fundadores.
La primera reunión general se efectuó el 14 de abril de 1850 y el mismo día se disolvió el Club de la Reforma, cuyos afiliados se incorporaron a la nueva Sociedad de la Igualdad.
Nacía así la Sociedad de la Igualdad como una reunión entre quienes proponían una nueva forma de sociabilidad política, popular y modernizadora, abierta a los sectores populares por la influencia de Arcos y Bilbao y quienes veían en ella un órgano de lucha contingente contra el gobierno autoritario, financiada por la opositora oligarquía pipiola y aún más por el grupo pelucón disidente del ex ministro Vial.
El primer incidente se originó con la Iglesia Católica chilena, que respaldaba la tradición absolutista españolizante de los pelucones extremos, sometida a la crítica de "El Amigo del Pueblo".
La designación por el presidente Bulnes de Antonio Varas como ministro del Interior, quien apoyaba la futura candidatura de Montt en las próximas elecciones presidenciales, determinó el enardecimiento de la oposición pipiola y vialista, que ingresó masivamente ahora a la Sociedad de la Igualdad.
El ingreso de estos sectores oligárquicos torcidos cambió el carácter de origen de la sociedad, de club republicano nacido como una nueva forma de asociatividad política y social con objetivos de fondo a mediano plazo, a gran asamblea que pugnaba como instrumento político contingente de conspiración e insurrección dirigida por caudillos de la oligarquía pipiola.
Santiago Arcos, apoyado por los artesanos vio claramente el peligro para la Sociedad que producía el ingreso de la oposición pipiola y vialista, que motivó su moción apoyada por el directorio, dirigida a evitar el giro de la misma. La posterior renuncia de Arcos a su posición dirigente, en parte prueba su oposición a que se desvirtuaran sus propuestas originales para convertirse en instrumento de la oligarquía a la que se oponía sin distinción del partido al que estuviera adscripta, fueran pipiolos o pelucones. La transformación de la Sociedad de la Igualdad de club republicano y popular en maquinaria conspirativa coincidió así con el alejamiento de Arcos no de la Sociedad, si al menos como uno de sus dirigentes.
Es así que en su segunda etapa, a partir de junio de 1850, la Sociedad de la Igualdad era empujada por hechos ajenos a los propósitos originales a un enfrentamiento cada vez más frontal con el gobierno. A diferencia del 48 francés, donde la burguesía se alejó por la radicalización de los sectores populares, en Chile, los sectores populares fueron reducidos a simples seguidores sin voz por el copamiento del movimiento por parte de los sectores oligárquicos radicalizados en la disputa del poder con el sector portaliano de la oligarquía.
Se conformó así un nuevo directorio formado por Paulino López, José Zapiola, Rafael Vial, Ambrosio Larrecheda, Santos Valenzuela, Nicolás Villegas, Juan Aravena, Manuel Guerrero y Francisco Bilbao, o sea aún formada por y jóvenes pipiolos. Las reuniones se transformaron en tan virulentas como inútiles reacciones contra la candidatura de Montt, lo cual permitió al gobierno presentar a la Sociedad como un peligro para la paz social.
El 2 de julio, con la designación como Ministro de Justicia del pelucón ultra autoritario Máximo Mujica, adherente a Manuel Montt, el gobierno quedó bajo el control absoluto de este sector, comenzando los incidentes más graves y violentos a partir del 19 de agosto. El gobierno se abocó a la destrucción de la Sociedad, y la Sociedad de la Igualdad aparece contribuyendo al juego, manipulada por los desesperados de siempre. El 30 de junio se había producido el primer incidente con el Intendente de la provincia de Aconcagua. Se sucedió con otros y la declaración del estado de sitio el 7 de noviembre que puso a los igualitarios fuera de la existencia legal, determinó el encarcelamiento de un grupo de artesanos y contribuyó a su exasperación. Tras el estado de sitio se produjo el alzamiento militar de San Felipe (en el cual se negó toda participación) y el decreto de disolución de la Sociedad de la Igualdad de Santiago, determinado por el Intendente Ramírez, el 9 de noviembre de 1850.
Otros hechos sucederían a estos, como por ejemplo el motín del 20 de abril de 1851 (Arcos ya se encontraba en California en esta época), la insurrección del regimiento de Valdivia, en la tradición del levantamiento militar pipiola caudillista, el de artesanos de Valparaíso el 28 de octubre de 1851 y la guerra de 1851 reflejo de la oposición entre Santiago y las provincias. Pero estos hechos quedan fuera del hecho inicial, simbólico de la Sociedad de la Igualdad, como antecedente de una nueva forma de sociabilidad y propuesta modernizadora de Chile. Fue el hecho "precursor" de reformas e instituciones que influirán en la modernización durante el siglo XIX, de las luchas sociales del siglo XX, en organizaciones de artesanos y tipógrafos y antecedente de una nueva forma de poder.
Otro aspecto político y cultural, al menos y principalmente en Bilbao, fue su visión de que la modernidad debía alcanzar a América. Merece una breve consideración el mismo. Es posible que el pensamiento de Simón Rodríguez, el primer socialista americano tuviera una influencia en el pensamiento de algunos de los integrantes de la Sociedad de la Igualdad, ya que este había permanecido en Chile durante largos años, pero en cuanto a la "participación" de su visión americana, se ha confundido en identificar a todos los emigrados en Chile con esa visión por simpatía, aunque por necesidad colaboraran con los pelucones. Es notorio que aunque se ha querido exculpar a Mitre, Sarmiento, Alberdi y otros, como si hubieran participado de esos "ideales" liberales de igualitarios y pipiolos, estos emigrados no sólo participaron del peluconismo por "necesidad", sino que fueron "pelucones", "portalianos" en la Argentina (tal vez con la sola excepción de Echeverría), donde se integraron a la fuerza unitaria, pero que más claramente se podrían definir como porteñistas expropiadores de la renta aduanera que pertenecía a todo el país, que ensangrentaron no sólo la Confederación Argentina, sino también al Paraguay de Solano López, con la oposición de las mayorías federales argentinas. Lejos de ellos, Bilbao, luego de huir a Perú, donde participó en la política interior oponiéndose a los gamonales de la oligarquía, y tras su paso por París, se radicó en Argentina, defendiendo en la prensa al jefe del Partido Federal, Urquiza, en los momentos que junto a los caudillos federales del interior (el sector mayoritario, popular y nacional de Argentina) enfrentaba justamente al porteñismo mitrista de Buenos Aires. No resulta pues casual, su relación posterior con Manuel Matta, quien escribía en su Revista del Nuevo Mundo, siendo este uno de los creadores del partido radical, que en su primera Asamblea tenía además de los puntos que hacían a la específica política de Chile, en su quinto y último punto establecía: "Por la Unión Americana". Bilbao seguiría consecuente con esta idea americana como a las propuestas sociales que había enarbolado en la Sociedad de la Igualdad hasta su muerte en Buenos Aires en 1865.
Arcos en cambio, durante su estadía en Buenos Aires, apoyaba a los grupos extranjerizantes y pro británicos cuya figura central era Mitre. Tras su viaje a Europa, participó junto a los izquierdistas republicanos y federales, fue candidato a las Cortes Constituyentes de 1869, para finalmente radicarse en París, donde muere en 1874.
LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD Y SUS ENEMIGOS
José Zapiola, Músico y Revolucionario
A LOS IGUALITARIOS
Habiéndose prohibido nuestra santa asociación por un acto de la más escandalosa arbitrariedad, y continuando aún nuestros pérfidos enemigos vomitando toda clase de injurias y calumnias contra ella, nos hemos resuelto a publicar todos los actos de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD, seguros de que esta manifestación nos pondrá en evidencia a los ojos de la nación, a la que no se ha perdonado medio para engañar respecto a nosotros.
El recuerdo por otra parte del tiempo que hemos pasado juntos y de los objetos en que lo ocupábamos, no puede sernos indiferente.
Sólo estas consideraciones han podido poner la pluma en nuestra mano, seguros de que el único mérito de este mal coordinado escrito, es el de la verdad, de la que estamos seguros no habernos separado un ápice.
Un Socio
I
Una noche se había suscitado una pequeña discusión entre dos miembros de la «Sociedad Reformista» sobre los medios más adecuados para organizar una oposición capaz de triunfar del Gobierno en las elecciones de Presidente de la República, a la conclusión del último período del General Bulnes. Según la opinión de uno de los contrincantes, no había triunfo posible sin el apoyo del pueblo; pues mientras más se habían enajenado las oposiciones anteriores este elemento, menos trabajo habían dado al gobierno para anonadarlas, lo que se comprobaba muy particularmente con la oposición filopolita, oposición aristocrática, que contaba en su seno con gran número de hombres importantes y que sin embargo desapareció de la escena al solo anuncio de que don Diego Portales había sido nombrado Ministro de Guerra, etc. El joven don Santiago Arcos que escuchaba esta polémica, se acercó a uno de mis interlocutores y le dijo: «Usted es de mi opinión; nos uniremos con el fin que usted ha indicado; pero nuestros trabajos no sólo deben tener por objeto el triunfo de un candidato progresista, sino también sacar al pueblo de la vergonzosa tutela a que se le tiene sujeto. He hablado ya con unos pocos amigos, verdaderos demócratas, nos reunimos mañana, y espero que usted nos acompañe.
La iniciativa, pues, de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD pertenece al joven Arcos, y le adjudicamos esta gloria, con tanta más justicia, cuanto que creemos que nadie era más a propósito. En efecto ¿quién podía presentarse con más prestigio que un joven que poseyendo una gran fortuna y ocupando una alta posición social, todo lo posponía por la causa del pueblo? Sólo el ciego espíritu de partido ha podido atribuirle miras personales. Los que no lo hemos perdido de vista un momento, no nos equivocamos al juzgarlo como un ardiente amigo del pueblo, o como un socialista si se quiere, si este nombre puede darse al hombre que con las circunstancias de Arcos ha consagrado gran parte de su vida a estudiar las necesidades del pobre para aplicar a este mal los remedios posibles. A estas prendas deben añadirse mucha facilidad para expresarse y conocimientos económicos y políticos que honrarían a muchos de nuestros hombres públicos.
Se efectuó la primera reunión y concurrieron a ella seis personas, a saber: Arcos, Bilbao, Lillo, Larrecheda (obrero), Cerda (obrero) y Zapiola.
Al comunicarnos las noticias que habíamos adquirido acerca de la disposición en que se hallaban los obreros de Santiago, sólo oímos palabras desconsoladoras que habrían desalentado a los más entusiastas; pero no a nosotros que teníamos fe en nuestra obra. Cada uno se comprometió a empeñar sus esfuerzos, obligándose a presentar para la siguiente reunión algún nuevo socio.
Dos días después completamos el número de nueve con la incorporación de los señores Guerrero, Rojas y Prado, don Francisco.
A pesar del poco aumento que advertíamos, la cooperación poderosa de estos tres ciudadanos abrió ancho campo a nuestras esperanzas. Encargándose Arcos y Zapiola de presentar para la próxima reunión los estatutos y reglamento interior.
En la sesión siguiente se presentaron los señores Piña y Mondaca y otro que no recordamos, componiendo un total de once personas. Por la primera vez se trató del nombre que debía darse a la reunión. Prevaleció el voto de Piña porque se llamara SOCIEDAD DE LA IGUALDAD y por indicación del mismo se adoptó en la discusión el tratamiento de ciudadano con exclusión del de señor. Se nombró presidente y vice, secretario y vice, y salieron electos los ciudadanos Lillo, Guerrero, Bilbao y Zapiola.
Por indicación del ciudadano Bilbao, y después de una larga discusión, se adoptaron como fórmula de admisión los tres siguientes principios: Reconocer la soberanía de la razón como autoridad de autoridades: la soberanía del pueblo como base de toda política, y el amor y fraternidad universal como vida moral.
La primera de estas tres máximas fue muy combatida; pero su autor la defendió victoriosamente, siendo de notar que todos los obreros votaron por ella y esto explica el poco efecto que en las clases trabajadoras han hecho después ciertas armas que se han puesto en práctica contra la SOCIEDAD.
Desde las primeras sesiones pudo fácilmente conocerse que los fines que animaban a la reunión eran más bien sociales que políticos; pues por un convenio tácito habíamos hecho completa abstracción de toda cuestión de partido y sobre todo de la de candidato para la presidencia de la república. Si después la SOCIEDAD se pronunció en oposición al gobierno, culpa fue de los periódicos ministeriales que le declararon esa guerra de suposiciones y calumnias que estaba muy lejos de merecer. He aquí sus estatutos:
II Sociedad de la Igualdad
El objeto que nos proponemos es la asociación para conseguir la vida de la fraternidad en nosotros mismos, en nuestras instituciones políticas y sociales, en nuestras costumbres, en nuestras creencias. Nosotros ya reunidos y que formamos el grupo núm. 1° hemos resuelto que la SOCIEDAD o asociación general se llame DE LA IGUALDAD.
Todo socio dará su palabra de profesar los principios siguientes: Reconocer la independencia de la razón como autoridad de autoridades: Profesar el principio de la soberanía del pueblo como base de toda política, y el deber y el amor de la fraternidad universal como vida moral.
Los estatutos que organizan la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD son los siguientes:
1° La SOCIEDAD DE LA IGUALDAD se reunirá en grupos que no pasen del núm. de 24 individuos (1), y si se presentaren más, el número excedente irá a ser la base de un nuevo grupo con dos individuos más del grupo fundamental.
2° Los grupos se denominarán numeralmente, indicando el barrio donde funcionen. El grupo actualmente reunido será el N° 1°.
3o Se presentará el reglamento a los grupos para si quieren aceptarlo, pues no se trata de imponerles una marcha.
4° Todo grupo tiene igualdad de derechos. El grupo N° 1° nombrará comisiones para promover otros, los que una vez formados devolverán esas comisiones al N° 1°. El grupo antedicho conserva el derecho de enviar comisiones a los demás grupos, para sostener y promover lo que convenga, teniendo los otros grupos igual derecho.
5° En cualquiera de los grupos puede tener origen la proposición de una reforma administrativa o social. El secretario del grupo que la haya propuesto la hará conocer a los otros secretarios para que se discuta y vote en sus respectivos grupos. Si tiene mayoría de votos individuales, será acogida por la sociedad para que esta influya por todos los medios permitidos por las leyes para que sea adoptada por el poder legislativo y que la reforma se convierta en ley.
6° Todo miembro de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD tendrá entrada franca en los otros grupos, llevando para garantir su calidad de socio el boleto que el grupo N° 1° debe acordar como un diploma de sus miembros. El individuo admitido en esta forma., tendrá derecho a tomar parte en la discusión, pero no a votar.
7° La inasistencia de un socio por seis veces consecutivas a su respectivo grupo, sin previo aviso al presidente o secretario, deberá
(1) Esta disposición fue después alterada por acuerdo de la misma sociedad que estableció que los grupos no tuvieran número fijo.
hacerse presente por éstos, para que el grupo determine si el inasistente debe considerarse como separado de este grupo.
8° Los secretarios de grupos llevarán una lista de las faltas de asistencia de los socios, nombrando en alta voz a los que no han concurrido, al principiar la segunda hora de sesión, o al fin de ella.
9° En la misma sesión en que se acuerde la separación de un socio por cualquiera motivo que sea, el que la preside pasará un aviso a los presidentes de los otros grupos, debiendo la mayoría de los concurrentes aprobar los términos en que esté concebido este aviso para que el socio de que se trata pueda ser admitido o desechado si se presenta en otro grupo, en vista de los motivos de su separación».
Entretanto la SOCIEDAD se aumentaba de un modo inesperado, y ya fue preciso poner en práctica la división en grupos, como se había acordado, dando principio por el N° 2°.
III
Si la división en grupos de 24 personas tenía sus ventajas, presentaba también graves inconvenientes. Se conseguía con ella hacer más eficaces los esfuerzos individuales: hacer surgir de la multitud aquellos hombres de más capacidad y prestigio que debían ser los directores de la SOCIEDAD, y lo que no era de menor interés, no alarmar la conocida suspicacia del Gobierno con una gran reunión.
Los inconvenientes no eran menores; porque ¿cómo dar una dirección uniforme a grupos que debían reunirse en distintos locales, y funcionar bajo presidentes que ellos mismos debían nombrar? ¿Cómo impedir la discusión de materias perjudiciales y quizá desorganizadoras, marchando estos grupos sobre un pié de igualdad e independencia más absoluto?
Estas dificultades se salvaron con un expediente iniciado por el ciudadano Prado en el grupo N° 2° y propuesto por su presidente en la primera reunión general. El acuerdo decía así:
1° Tendrá reunión general la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD los primeros y quince de cada mes; debiendo postergarse para el día siguiente de los prefijados, cuando una fuerte lluvia lo impida.
2° La SOCIEDAD DE LA IGUALDAD nombra una Junta Directiva, e indicó para que la formen a los ciudadanos Arcos, Larrecheda (Ambrosio), Bilbao (Francisco), Zapiola, Prado, Aldunate (Francisco), Rojas, Guerrero y Lillo.
3° Son atribuciones de esta Junta: 1°. Nombrar de su seno un presidente y secretario para cada reunión general: 2°. Cuidar de distribuir los proyectos que se han de discutir para que todos los grupos discutan a un mismo tiempo el mismo proyecto y puedan votarlo en las reuniones generales: 3°. Dar cuenta en cada reunión total del estado de la SOCIEDAD: 4o Llevar la correspondencia del interior y exterior de la SOCIEDAD: 5 o Convocar a sesiones extraordinarias».
Este proyecto sufrió una larga y prolija discusión; pero fue adoptado por una gran mayoría; del mismo modo fue nombrado el ciudadano Arcos para presidir esta primera reunión general, y el ciudadano Guerrero para secretario.
No se crea que en nuestra marcha no habíamos encontrado tropiezo alguno. Como procedíamos con una franqueza que quizá tocaba en indiscreción, recibíamos a todo el que quería incorporarse, sin exceptuar los espías
que desde muy temprano y con nuestro conocimiento fueron admitidos. Muchas veces tuvimos que entrar en discusión de indicaciones insidiosas iniciadas por estos viles agentes.
Se suscitó una cuestión en este tiempo, en la que algunos hombres poco conocedores de los progresos que ha hecho en Chile la razón pública, creyeron comprometida la existencia de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD.
El Amigo del Pueblo, periódico redactado por el ciudadano Lillo, insertó en sus columnas el primer capítulo de las Palabras de un creyente.
Causó esto gran alboroto entre ciertas gentes. Vuestros enemigos creyeron haber encontrado un flanco por donde atacarnos con buen éxito; pero algunos días después todo había concluido, conservándose sólo el ridículo en que habían caído los periódicos asalariados, que sin duda habían recibido orden de escandalizarse de aquella publicación.
Por este mismo tiempo vio la luz pública una obrita del ciudadano Bilbao, Los boletines del espíritu. La exaltación en ciertos ánimos subió de punto, y entre nosotros mismos no faltó quien creyese que Bilbao era perjudicial en alto grado a los intereses de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD. De este número era el ciudadano Guerrero, quien estando una noche en Junta Directiva dirigió al ciudadano Bilbao estas palabras: «Amigo, tú sabes cuanto te aprecio y hasta qué punto simpatizo con tus ideas; pero para mí todo es de poco momento al lado de los intereses de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD. Mañana, en la sesión general, voy a proponer tu expulsión, como única medida que puede neutralizar el anatema lanzado contra la SOCIEDAD». Estas palabras dichas con la energía e íntimas convicciones que todos reconocíamos en el ciudadano Guerrero, inclinaron a varios de nosotros a pensar como él; pero no eran de este número los obreros de la Junta
que miraban en la pérdida del ciudadano Bilbao un vacío irreparable. Sin embargo, convinimos en proponer la cuestión y estar al fallo de la SOCIEDAD.
Al día siguiente, momentos antes de principiar la sesión, acordamos tomar un término medio en este asunto y proponer a la consideración de la SOCIEDAD la siguiente proposición: «La SOCIEDAD DE LA IGUALDAD declara que el ciudadano Bilbao no se ha expresado jamás en sus sesiones contra los dogmas de nuestra santa religión». Esto fue mirado por muchos como una debilidad y por eso costó inmenso trabajo conseguir a favor de esta declaración una insignificante mayoría, lo que prueba que la expulsión de Bilbao habría sido imposible.
En esta misma sesión fue elegido por gran número de sufragios el ciudadano representante Rafael Vial para miembro de la Junta Directiva, en reemplazo del ciudadano Lillo. Por la primera vez se vio en la SOCIEDAD un diputado, y en él, una persona en declarada oposición al Gobierno.
IV
En la época en que vamos, los periódicos enemigos redoblaban sus esfuerzos sin perdonar suposiciones y mentiras de todo género. Unos decían que el tema de nuestro discursos era el saqueo; otros que aquellas reuniones no tenían más objeto que organizar una revolución a mano armada, no faltando quien asegurase que allí eran atacados los dogmas de nuestra religión. En un punto, sí, estaban todos de acuerdo, en llamar clandestinas y secretas aquellas reuniones celebradas a puerta abierta y anunciadas en los periódicos. Sus imprentas tenían agentes conocidos y admitidos por nosotros. Se mentía, pues, a sabiendas.
Con el objeto de desvanecer estas calumnias ante la parte crédula de Chile, presentó Arcos a la SOCIEDAD la moción siguiente, que fue aprobada y publicada en los periódicos amigos.
Acta solemne de la Sociedad de la Igualdad
1° Nos reunimos en sociedad usando del derecho que tienen los hombres libres para asociarse, para
todo objeto que no esté prohibido por las leyes.
2° Nos reunimos para formar la conciencia pública; es decir, para ilustrarnos en los derechos que nos conceden las
leyes y en los deberes que nos imponen.
3° Nos reunimos con el objeto de considerar nuestra situación especial y hacerla presente a las autoridades legalmente constituidas, indicando los medios que creemos puedan hacer desaparecer el mal, usando en esto del derecho que nos concede el cap. 5° art. 6° de la Constitución y conforme a las disposiciones generales de ésta.
Estos son nuestros únicos medios, nuestros únicos fines.
Los trastornos, el empleo de la fuerza, solo sirven para dar glorias inútiles al que triunfa: —queremos la paz, la tranquilidad, porque de ellas solas podemos esperar la prosperidad de la república.
Respetamos todas las opiniones, como queremos ver respetadas las nuestras.
Queremos convencer, no queremos imponer nuestras ideas. La santa palabra IGUALDAD es la que nos sirve de bandera. Rechazamos toda opresión, toda tiranía, la tiranía del capricho popular, como la tiranía del mandatario apoyada en la fuerza.
Publicamos esta acta solemne de nuestra sociedad para que sepan nuestros conciudadanos nuestras intenciones, para que vengan a engrosar nuestras filas los BUENOS PATRIOTAS.
Trabajo inútil: la calumnia y la mentira, seguían su camino, y más tarde la nación ha visto estas miserias reproducidas en documentos del más elevado carácter, suscritos por altos funcionarios.
No siendo ya posible por la gran concurrencia funcionar en un mismo local a los grupos que nuevamente se organizaban, se hizo necesario que algunos de estos grupos tuvieran sus reuniones en puntos distintos.
La noche que se instaló en el barrio de la Chimba el N° 7° y después de concluida la sesión, fue asaltada la casa por cuatro hombres armados. El valor de las pocas personas que aun permanecían allí, fue bastante para dispersar aquella pandilla, que sin duda era la vanguardia de la que se organizaba para asaltar más tarde a la SOCIEDAD. Los avisos sobre el particular nos venían de todas partes; pero nadie pudo persuadimos de este hecho, desde que se nos decía que la policía tenía la dirección del negocio.
La prensa asalariada se fatigaba anunciando la inmediata disolución
de la SOCIEDAD, fundándose en supuestos desórdenes y riñas en sus sesiones; pero este pronóstico tan repetido era despreciado por el público, que tenía a la vista el incremento que diariamente tomaba aquella reunión, organizada y mantenida de un modo, que sólo un atentado sin ejemplo podía dispersar.
V
La quinta reunión general fue anunciada para el 19 de Agosto bajo la presidencia del ciudadano Prado, a quien tocó funcionar como tal por turno.
No será fuera del caso hacer mención de una especiota repetida cien veces por los escritores retrógrados, a saber:
—El presidente de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD
iba en el birlocho que conducía municiones a San Felipe: luego la SOCIEDAD conspiraba.
Pasando por alto lo del birlocho, a lo que ya ha contestado Prado, diremos que la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD
no ha tenido presidente, y que el ciudadano Prado funcionó una sola vez
como tal, del mismo modo que lo hicieron otros antes y después del 19 de Agosto. Este razonamiento es tan lógico como este otro: el presidente de la Cámara de Diputados conspira, luego etc.
Antes de abrirse la sesión, fuimos advertidos de haberse introducido en la sala un individuo sin ser presentado, del cual teníamos aviso que se preparaba para formar bochinche, expresión de que había usado al comunicar su pensamiento a D. A. Sófia en los momentos de afeitarlo ese mismo día. Se dirigió a él el ciudadano Bilbao, ofreciéndole presentarlo él mismo, caso de no tener algún amigo que lo hiciera. Estas y otras propuestas que le fueron hechas las rechazó con palabras descomedidas. Entonces, se le exigió que saliese, lo que al cabo efectuó, dirigiendo antes una palabra grosera a la reunión. El insulto fue contestado con un empujón por un individuo que estaba en la puerta.
Principió la sesión con una concurrencia que no bajaba de 800 personas y con ese orden y compostura que no se desmintieron jamás.
Algunos minutos después se presentó en la puerta un comisario de policía a reclamar a nombre del individuo de que antes hemos hablado. El ciudadano Vial convino con el comisario en contestar la demanda después de la sesión. Este se retiró satisfecho al parecer.
Poco antes de las diez concluyó la sesión, que sin duda ha sido una de las más hermosas, quedando en la sala la junta Directiva y algunos otros ciudadanos. Nos disponíamos a salir; pero algunos agentes de policía nos notificaron que esperásemos al comisario antedicho que luego venía. Esperamos largo rato y cuando éste llegó, el ciudadano Bilbao le hizo la exacta exposición de lo acaecido.
Oyó esta relación el comisario sin decir una palabra y al tomar la puerta como todos nosotros, fue invadida la casa por una banda de emponchados armados de garrotes. Estos bandidos fueron acompañados hasta la puerta por otros de sable que se retiraron, después de haber hecho un gran ruido con sus armas en la calle, dejando antes tendido en tierra a golpes a un individuo que se hallaba cerca de la puerta de calle.
El resto de este acontecimiento es al presente conocido del público.
Al día siguiente cuando se divulgó, exitó la indignación general. Todo el mundo señaló con el dedo a sus autores, aún sin tener a la vista los documentos que después se han publicado.
Véase como se expresaba el señor Chacón en un escrito en que proclamaba al general Pinto para candidato a la presidencia de la república.
«Para estos tales esa candidatura (Montt) es un gran negocio que va a proporcionarles rentas y magistratura, y es lógico que se embarquen en ella a todo trance y que no omitan para conseguirlo, ni aún el medio infame de comprar bandidos, que armados de la porra del asesino de Cifuentes, se lancen a matar jóvenes indefensos, tan solo por disolver una sociedad que, si pudo inquietarnos en sus principios y antes que se conociesen sus tendencias, ahora que se hallan inscritos en ella nombres responsables, ha dejado de ser un motivo de alarma para los amigos del orden» (1).
Por un acuerdo de la SOCIEDAD, no debía haber reunión la noche siguiente a las sesiones generales. En esta vez se abrieron sus puertas, pero fue para dar entrada a más de 600 personas que improvisaron una sesión en que sólo se oyeron palabras de perdón y olvido para nuestros pérfidos enemigos.
En este día y los cuatro siguientes, se triplicó el número de socios, contando entre los nuevos afiliados a los diputados Urizar, Larraín, Errázuriz, Bello, Ovalle y González.
(1) El escrito a que nos referimos fue publicado pocos días después del 19 de Agosto. Atribuido a don J. Chacón, no ha sido contradicho, y nosotros nos complacemos en repetir sus palabras porque son las palabras de hombre imparcial en aquella cuestión.
Como se ve, pues, el atentado del 19 produjo
un resultado totalmente contrario al que esperaban sus autores, y desde entonces sus miras se dirigieron a otra parte.
Ya no hablaban sino de sitio, y sólo se buscaba un pretexto que lo justificara; pero ¿qué pretexto no es suficiente para los hombres que en distintas ocasiones y por los motivos más ridículos han perseguido y desterrado a sus enemigos políticos?
VI
Hacía algún tiempo que se discutía en los grupos un proyecto de escuelas, iniciado por los ciudadanos Ricardo Ruiz y Manuel Bilbao. En su principio esta idea tenía por objeto establecer cinco clases, a saber: lectura, escritura, primeras operaciones de aritmética, elementos de gramática castellana y geografía; pero en el curso de la discusión estas clases se aumentaron hasta el número de doce con la agregación de las siguientes: historia sagrada, historia de Chile, dibujo lineal, francés, ingles, música y baile.
La enseñanza era gratuita no
sólo para los socios y sus hijos, sino también para las personas que no pertenecían a la SOCIEDAD, pero que quisieran dedicarse a cualquiera de estos ramos de educación.
Con excepción de dos, todas estas clases fueron abiertas a fines de Setiembre con más de trescientos alumnos, cuyo número se dobló antes de dos semanas. Los profesores eran los ciudadanos Santa María, Marin, Recabarren, Villegas, Maturana, Castillo, Moore, Rojas Ramírez, y Zapiola.
Era un espectáculo hermoso el que presentaban aquellos vastos salones llenos de hombres que acababan de salir de su trabajo y que en lugar de ir a pasar el tiempo en la ociosidad o de un modo aun más pernicioso, lo consagraban al cultivo de su inteligencia con una atención y esmero que enternecía a los espectadores. Muchas veces nos preguntamos ¿dónde pasan este tiempo ahora gran parte de estos hombres? La respuesta es desconsoladora para nosotros; pero debe llenar de regocijo a los enemigos del pueblo, a los hombres que el año 46 costeaban casas, donde se repartía gratis
toda clase de licores exquisitos con el único objeto de corromper a la clase obrera. Y ¿pueden estos mismos hombres mirar con ojo tranquilo la moralidad e ilustración de ese pueblo a quien tratan de mantener a todo trance en la más humillante degradación?
Cada día, pues, se hacía más urgente concluir con una asociación que por esa marcha regeneradota que llevaba, arrastraba a su seno todo lo más notable que tiene Santiago en todas sus clases.
Como hemos dicho antes, sólo faltaba el pretexto y éste creyó encontrarse en el birlocho que conducía a Prado y a Estuard. Gran número de prisiones se ejecutaron; pero la empresa no se llevó a cabo, porque el motivo era demasiado ridículo, o quizá porque se estaba combinando otro plan que diera apariencias mas plausibles.
Otra causa también influyó poderosamente, para que no se efectuase entonces el sitio.
La proximidad de las fiestas cívicas hizo suspender las sesiones ordinarias de la SOCIEDAD por dos semanas, y esta circunstancia hizo creer a los retrógrados que aquella reunión tocaba a su fin: la noche que se acordó esta suspensión tuvo lugar una escena que jamás olvidaremos.
Funcionando el grupo 6° y por indicación del ciudadano Villareal se hizo una derogación por los asistentes, en favor de dos socios, presos a la sazón por opiniones políticas. Al poner sobre la mesa lo recolectado, se notó una mitad mezclada entre algunas monedas de oro. Con esta ocasión, Bilbao dijo estas palabras: «Este acto, ciudadanos, me recuerda un hecho semejante que nos refiere el evangelio.
«Estaba el Salvador cerca del lugar donde se depositaban los socorros voluntarios para los pobres, y veía acudir ahí a los ricos a depositar gruesas sumas. Vino una viuda pobre con su hijo y depositó un centavo. Jesús-Cristo conmovido dijo: En verdad os digo: el centavo de la viuda vale más que las cuantiosas sumas erogadas por los ricos».
Este corto discurso pronunciado por Bilbao con manifiestas señales de emoción, produjo tal efecto de entusiasmo en los concurrentes que no nos atrevimos a describirlo.
Al que así hablaba se le llamaba impío; y a los que lo escuchaban, reunión de gente perdida!
Pasado aquel intervalo, se convocó a reunión general para el 30 de Setiembre en el teatro de
la calle de Duarte. El haberse dado este aviso con solo un día de anticipación, el cambio de local y más que todo la hora (las 4 de la tarde) hizo que ésta fuera poco concurrida en proporción al número de socios.
La prensa enemiga creyó haber acertado una vez siquiera en sus pronósticos, llegando su descaro hasta afirmar que sólo habían concurrido a la sesión 200 personas y que por consiguiente la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD había concluido.
La equivocación era grosera, pues desde ese día continuó funcionando diariamente, tanto en sus sesiones ordinarias como en las clases de enseñanza.
Quince días después tuvo efecto la siguiente reunión general en el mismo local que la anterior e igualmente de
día. Como era de esperarse, la concurrencia fue doble que la última.
Al retirarnos, por una inspiración repentina gran parte de los socios tuvieron la idea de acompañar a la casa de la SOCIEDAD un árbol de la libertad que le había sido obsequiado por un antiguo patriota dos días antes.
Los retrógrados pusieron el grito en el cielo con motivo de esta procesión, sin recordar que pocos meses antes habían ellos recorrido las calles reclutando gente para hacer una manifestación ante las ventanas del presidente de la república.
Sus periódicos desde este día abandonaron el tema obligado de disolución de la SOCIEDAD por
falta de número, y pidieron la intervención de la autoridad. Pusieron en juego el conocido recurso de correspondencias que jamás les fueron dirigidas, hasta que al fin consiguieron hacer firmar al intendente Ovalle un bando concebido en tales términos que en cada línea se descubre el rencor y ciego espíritu de partido que lo dictó.
Por uno de sus artículos disponía que toda persona que quisiera entrar a las sesiones de la SOCIEDAD, fuese admitida aún cuando no fuera del número de los afiliados, y por otro se hacía responsable a la Junta Directiva y al dueño de casa de los desórdenes que podían ocurrir.
No necesitamos añadir nada sobre este bárbaro decreto.
La Junta Directiva facultó al ciudadano Nicolás Villegas, miembro de ella para que se presentara al intendente pidiendo la revocación del bando. Lo que hizo inmediatamente en estos términos:
SEÑOR INTENDENTE:
«El que suscribe, a nombre de la Junta Directiva de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD a U. S. como más haya lugar en derecho digo: que aunque no se ha notificado a aquella el decreto de U. S. fecha 25 del presente, creo de mi deber exponer lo siguiente respecto de dicho decreto:
1° que nos creemos con el derecho de reunirnos, garantido por la constitución sometiéndonos a ciertas condiciones;
2° que se viola ésta (hablo con el debido respeto) atacando axial el derecho de propiedad, pues estamos en nuestra casa;
3°
que la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD no es secreta sino pública, pues no se exige secreto a nadie;
4° y que considerar la publicidad, como obligación de admitir a todo el que quiera concurrir, es violar el derecho que todo hombre y pueblo libre tiene para reunirse con sus semejantes—Por tanto a U. S. suplico se sirva revocar el decreto a que me he referido en cuanto no nos garantiza el uso libre y reconocido por nuestra Carta Fundamental y las leyes generales de asociarnos de reunirnos con un fin santo y palpable, como lo hace la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD.
Es justicia.
NICOLAS VILLEGAS».
La providencia fue—«Firmen el presente escrito todos los miembros de la Junta Directiva».
Minutos después estaba en la Intendencia el escrito con las ocho firmas pedidas. Obtuvimos esta providencia: NO HA LUGAR.
Ese mismo día elevó la Junta Directiva un escrito al Gobierno, acusando al Intendente, firmado por toda la Junta Directiva.
Después de mil dificultades y de haberse principiado a proveer el escrito, se suspendió, haciéndosenos saber de palabra por el oficial mayor del Ministerio del Interior que firmase uno solo la acusación.
El objeto del Intendente al pedir todas las firmas era conocer a los individuos de la Junta Directiva, pues en esos días se había nombrado ocho suplentes que debían en caso de ausencia reemplazar a sus respectivos propietarios.
Varios de estos propietarios estaban ausentes y el Intendente ignoraba quiénes los habían reemplazado.
En cuanto a la providencia verbal del señor Ministro exigiendo una sola firma, no necesitamos decir que era por hacernos perder tiempo; pues sólo la conseguimos dos horas antes de la reunión en que debía tener efecto el bando.
Las miras de estos mandatarios nos eran demasiado conocidas, como también que las víctimas de esa conducta debían ser los miembros de la Junta Directiva.
Para ellos han sido sin una sola excepción las persecuciones, multas, destierro y prisiones; pero estos sufrimientos no sólo han sido sobrellevados con resignación, sino con gusto; pues los martirios sufridos por una causa santa no agobian a los que de veras se consagran a ella.
No quedándonos ya ningún recurso que tocar y resueltos a no pasar por la humillación que quería imponérsenos, hicimos la siguiente declaración que fue publicada por la prensa:
A LOS CHILENOS
«La Junta Directiva de la sociedad de la igualdad, en vista del bando del intendente de Santiago que viola el derecho de asociación y el derecho de propiedad, se dirige a sus compatriotas para decirles:
«Todo ciudadano que quisiere penetrar en la sesión general sin someterse a
las condiciones de la incorporación que tenemos derecho a exigir, y que alegare el bando como una autoridad para violar nuestra asociación, lo consideramos como mal ciudadano, como secuaz de los déspotas, como asesino del derecho más precioso que tenemos.
LA JUNTA DIRECTIVA DE LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD».
Esta declaración fue el resultado de dos horas de discusión. Varias personas que nos debían consideraciones se acercaron a nosotros para aconsejarnos la resignación a esta parte del bando, exigiendo sí de los concurrentes que asistieran apoyados en él, que ocuparan un lugar determinado, para de este modo garantirnos de su conducta en la sesión.
En este momento supimos que una presentación del diputado Luis Ovalle, como dueño de la casa de las sesiones, había tenido igual resultado a las nuestras. Esto, y algunas palabras enérgicas pronunciadas por el ciudadano Recabarren decidieron de nuestra resolución.
Justo es decir sin embargo que si había temores, no tenían nada de personales, pues sólo eran por la causa que estaba a nuestro cargo.
VIII
Hemos dicho antes que la SOCIEDAD había nombrado ocho suplentes para en caso necesario reemplazar a igual número de propietarios que componían la Junta Directiva.
Estos nombramientos recayeron en los ciudadanos: Francisco Marin, Ramón Mondaca (obrero), Paulino López (obrero), Manuel Recabarren, Juan Aravena (obrero), Nicolás Villegas, José Santos Valenzuela (obrero), José María López (obrero).
Algunas de estas personas habían sido llamadas para reemplazar a varios miembros ausentes.
Estamos en 28 de Octubre, día de la última sesión general. Desde las diez de la mañana estuvo reunida la Junta Directiva para tomar una parte de las medidas que dejamos mencionadas y para preparar la sesión que debía tener lugar esa misma tarde.
Desde muy temprano los agentes del Gobierno recorrían las calles esparciendo la voz de que en la tarde debía estallar una revolución encabezada por la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD. Se puso la tropa de línea sobre las armas y se había llamado a los cuarteles cívicos a los hombres de confianza.
Como era natural, el Gobierno daba a estos preparativos la mayor publicidad para hacer creer que se disponía a rechazar un ataque, no olvidándose de hacer llegar a nosotros palabras amenazantes.
Procedimos a elegir presidente y secretario para la sesión, como también las personas encargadas de la puerta. Recayó el primer nombramiento en Recabarren con Guerrero de secretario, y el segundo en las personas siguientes
Ciudadano representante Luis Ovalle
Ciudadano representante Vicente Sanfuentes
Ciudadano representante Federico Errázuriz
Ciudadano Rafael Garfias
Ciudadano Paulino López
Ciudadano Vicente Larraín
Ciudadano Manuel Beauchef
Ciudadano Pedro N, Luco
Ciudadano Ramón Mondaca
Ciudadano José Zapiola
Antes de separarnos, el ciudadano Guerrero hizo presente que en la sesión que se preparaba, iba a someter a la SOCIEDAD un acuerdo rechazando la candidatura Montt. Concluyó con estas palabras: — Si la Junta Directiva me apoya, tanto mejor; en el caso contrario yo haré la proposición a mi nombre—fue acogida la indicación por unanimidad y sin discusión, poniéndonos a redactarla inmediatamente.
Eran las tres de la tarde y en ese momento llegaba a la plaza de
Armas la tropa que debía publicar el bando, con una banda de música a la cabeza. Este bando era ya conocido del público por medio de todos los periódicos; pero para continuar la táctica de que hemos hablado, era preciso hacer todo el ruido posible, sobre todo en esos momentos.
Al ponerse en marcha la tropa cargó sus armas a vista de la gente que esta novedad había reunido.
La Junta Directiva a pesar de todo no trataba de desobedecer el decreto del Intendente en su totalidad. De todas sus innumerables disposiciones sólo de dos había reclamado, que son las mismas de que antes hemos hecho mención.
Se ordenaba en él que se pasara un aviso anticipado a la Intendencia indicando el lugar de la sesión, el nombre del dueño de casa, axial como el de la persona que debía presidir, con el agregado de admitir dentro y fuera de la casa los agentes de policía que la Intendencia tuviera a bien mandar.
A todo esto se dio exacto cumplimiento, y a no haber sido así, buen cuidado habrían tenido los periódicos ministeriales de echárnoslo en cara.
Entre tanto, la casa de la sesión se llenaba antes que de costumbre, por lo que fue preciso dar principio más temprano, con una concurrencia de ochocientas a mil personas. Este número se triplicó antes de una hora, y entonces nuestra atención se contrajo a impedir su aumento. Gran trabajo tuvimos en persuadir a más de trescientos socios, que manifestaban sus boletos, de la imposibilidad de su entrada.
Hasta esa fecha teníamos repartidos dos mil quinientos boletos; pero en ese día se incorporaron doscientos cincuenta y ocho socios, y por lo menos entraron otros ciento sin inscribir sus nombres por la dificultad que había de hacerlo.
Entre estos últimos contamos diez o doce amigos del ministerio, pero que para entrar se sometieron a la fórmula de la presentación. Sólo uno quiso penetrar prevalido del bando; pero no se le permitió. dio su queja al mayor Aguilera; pero éste, vista nuestra resolución, tuvo la prudencia de no hacer caso de sus reclamos. Este individuo era el redactor de la Tribuna.
Poco antes de concluir la sesión y teniendo la palabra el ciudadano Francisco Marin, fue interrumpido por un miente, dicho en alta voz por un pariente del candidato ministerial.
El estado de excitación de los ánimos, las circunstancias de este individuo, y más que todo, las del orador, persona altamente apreciada por la SOCIEDAD, produjeron como era regular un desorden que sin la admirable presencia de ánimo y actitud imponente del ciudadano Recabarren pudo haber sido de serias consecuencias.
Sin embargo, la numerosa tropa de policía que rodeaba la casa de la sesión fue lanzada por su jefe en todas direcciones y causó un pasajero alarma en las cercanías.
Este incidente proporcionó a Bilbao ocasión para pronunciar una de sus más bellas improvisaciones.
Tenía en la mano un ramo de flores que acababa de serle obsequiado y esta circunstancia motivó el principio de su discurso en estos términos: El ruido de los tambores, la publicación de órdenes represivas, el aparato de la tropa armada parece anunciar al poder los peligros del combate. En presencia de ese aparato de guerra, LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD, se presenta armada de FLORES.
Al fin de este discurso le fue dirigida una corona que se empeñó en colocar en las sienes de Recabarren; pero éste la rechazó diciendo: No
me creo digno de llevar sobre mi cabeza una corona que ha sido decretada al republicanismo y al mérito. Cuando haya hecho un servicio al pueblo y a la República, entonces aceptaré la corona que se me ofrece.
Este diálogo entre dos jóvenes conocidos por su talento, por la pureza de sus intenciones y por su amor al pueblo, reuniendo a estas prendas una hermosa figura, conmovió profundamente a los circunstantes, arrancando aplausos de unos, lágrimas de otros.
Antes de levantarse la sesión, el ciudadano Guerrero tomó la palabra para hacer la proposición de que hemos hablado, concebida axial:
—«La SOCIEDAD DE LA IGUALDAD rechaza la candidatura Montt, porque representa los estados de sitio, las deportaciones, los destierros, los tribunales militares, la corrupción judicial, el asesinato del pueblo, el tormento en los procedimientos de la justicia criminal, la ley de imprenta, la usura, la reprensión en todas las cosas a que puede extenderse con perjuicio de los intereses nacionales y especialmente con respecto al derecho de asociación».
Esta proposición no sólo fue aprobada por unanimidad, sino recibida con transportes de entusiasmo.
Al retirarnos, gran número de socios lo hizo por la Alameda, en donde fueron recibidos con manifiestas pruebas de adhesión por la concurrencia que llenaba aquel paseo.
Este fue el resultado de esa sesión que tanto empeño se había puesto en impedir, y que debía probar cuan infundados eran los temores, reales o aparentes, de nuestros enemigos.
IX
Las clases continuaban con la misma regularidad de siempre.
En la noche del 5 de Noviembre se abrió la de historia sagrada, desempeñada por el ciudadano Marin. Algunos momentos después llegó el señor Riesco, Comandante de Serenos, acompañado por un oficial de policía. Permaneció largo tiempo oyendo al profesor. Al retirarse, el individuo de la Junta Directiva encargado esa noche del cuidado de la casa, le suplicó pasara a los otros salones en que se hallaban funcionando otras clases, a fin de que le constara que se nos calumniaba cuando se decía que allí reinaba el desorden. Contestó: Yo sé que hay mucho orden aquí. Si no lo hubiera, nosotros lo sabríamos...
Esta visita tenía lugar a la misma hora en que se verificaba el acontecimiento de San Felipe!!!...
El día siguiente, desde muy temprano, circuló la noticia y a las once de la mañana, estando abierta como de costumbre la casa, fue invadida por una partida de vigilantes y conducidos al cuartel de policía catorce individuos que se encontraban allí.
El Intendente por su decreto nos había impuesto la obligación de avisar con un día de anticipación cuando debía funcionarse; pero como la repetición de este aviso diario lo fastidió, nos había dado el día antes licencia para toda la semana.
Al llegar a la policía aquellos ciudadanos, hicieron esto presente. Se les puso en libertad; pero se les ordenó que no volvieran a reunirse y que se cerrara la casa. Se cumplió con esta orden, a pesar de su ilegalidad. Un día después los ciudadanos Villegas y Larrecheda se presentaron al nuevo Intendente a solicitar el cumplimiento del permiso acordado por su antecesor: contestó: —No estoy impuesto de los motivos que tuvo el señor Ovalle para hacer cerrar la SOCIEDAD; pero esta tarde o mañana pueden venir ustedes y les haré saber mi resolución.
Esto era a las cuatro de la tarde; a las cinco estaba Santiago en sitio, y un día después por un bando se prohibió la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD, y cualquiera otra del mismo carácter.
Halló, pues, el Gobierno lo que tanto había buscado. No pudiendo, sin mengua, declarar a Santiago en estado de sitio sólo por sus temores a la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD, que era su pesadilla, tuvo que dar al suceso de Aconcagua proporciones colosales, hacinando las más ridículas suposiciones.
Como prueba de esto sólo recordaremos lo que alegó la Tribuna en esos días con motivo de lo ocurrido entre el Intendente Ovalle y el señor Sanfuentes. — ¿Queréis que no haya estado de sitio y vais deliberadamente a escupir la cara a un Intendente?
Se ha querido hacer creer a la nación que la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD estaba en combinación con la de San Felipe. Esto es completamente falso.
Todo el mundo sabe ya a que atenerse respecto al llamado motín de San Felipe. Convendremos sin embargo por un momento en que aquel suceso fuese premeditado por los habitantes de aquel pueblo ¿hay algún dato, especioso siquiera, que haga aparecer a la SOCIEDAD de Santiago cómplice en él?
Para que se vea la fe que merece lo que se ha alegado para revestir esta mentira con las apariencias de la verdad, referiremos un hecho sucedido en esos días.
La primera noticia que tuvimos de la instalación de la SOCIEDAD en aquel pueblo fue por la lectura del Aconcagüino. Uno de nosotros propuso en Junta Directiva dirigir un oficio, felicitándola a nombre de la SOCIEDAD de Santiago. Fue rechazada esta proposición por la única razón de no habérsenos comunicado aquel hecho pública ni privadamente. Algunos días después se leyó en reunión general una felicitación con aquel objeto. Se publicó, pero no
fue jamás dirigida a la SOCIEDAD de San Felipe. Se dirá que la SOCIEDAD y su Junta Directiva no estaban en estos secretos. En tal caso se les ha calumniado; pues aún dado que alguno de sus miembros tuviera parte en aquel suceso inesperado, esto no pasaría de un hecho aislado, perfectamente idéntico al del birlocho.
La SOCIEDAD DE LA IGUALDAD, digan lo que quieran sus calumniadores, no tenia más directores que los que ella misma se daba, y estos jamás tomaron la más insignificante resolución sin su consentimiento, expresado por medio de la votación.
Los individuos de la Junta Directiva han cumplido religiosamente su encargo y diariamente reciben pruebas de que sus compañeros, que los honraron con él, están satisfechos del modo como lo desempeñaron.
X CONCLUSION
Hemos dado fin a nuestra tarea, y creemos haberla desempeñado sin habernos separado de la verdad. Nos permitiremos sólo algunas reflexiones.
Jamás en Chile se ha visto una reunión política, si hemos de dar a la nuestra este nombre, que se le pueda comparar por sus tendencias, por los elementos de que se componía y aun por su duración.
A pesar del giro que las cosas habían tomado en los últimos tiempos, por las repetidas provocaciones de nuestros enemigos, las cuestiones políticas sólo eran tratadas allí en cuanto tenían relación con las cuestiones sociales.
La única vez, que se hizo mención de la cuestión de candidato para la próxima elección fue en la última sesión general para rechazar la candidatura Montt; y nadie negará que una asociación que trabajaba principalmente por la rehabilitación del pueblo, estaba en el deber de hacer una manifestación pública respecto del hombre que en esos momentos acababa de humillar a ese mismo pueblo, votando por la pena de azotes.
Las asociaciones políticas son conocidas en Chile desde el año 1829. Era sabido que al
reunirse debía ser en distintos locales, previa la clasificación del individuo.
Los fundadores de la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD pensaron de distinto modo, formando una sola reunión de todos sus miembros.
Los resultados correspondieron a sus miras, pues el hombre del pueblo que se veía al lado del rico propietario, del hombre culto, modelaba por él su porte con tanta mejor voluntad, cuanto que era tratado con consideraciones que le eran desconocidas hasta entonces (1).
(1) En los siete meses últimos no ha entrado a la cárcel por crimen un solo igualitario, exceptuando dos por deuda.
Siete meses funcionó la SOCIEDAD DE LA IGUALDAD día por día, hubo discusiones muy acaloradas y en las que se veían las opiniones muy divididas; tomaba parte todo el que quería, pues sin embargo jamás se oyó una palabra descompuesta, y esta regla de conducta no nos venía ciertamente de nuestras Cámaras.
Este dato nos lo ha suministrado una persona verídica que ha tenido la prolijidad de hacer esta averiguación. ¿Podrán nuestros calumniadores decir otro tanto de sus amigos políticos?
Como tratamos de no dejar en pié ni aun las más increíbles calumnias, contestaremos a los que nos suponían hacer uso de licores: que lo que allí se daba era agua, y
que lo único que había sobre las mesas era todos los periódicos; pues al lado del Comercio, el Progreso, la Barra, etc., se encontraban el Mercurio, la Tribuna, el Consejero del Pueblo, etc.
Nosotros no necesitábamos engañar. No podrán decir otro tanto los que cierran las imprentas para alejar toda discusión.
La SOCIEDAD DE LA IGUALDAD, tan temida como calumniada, levantará siempre su frente para confundir a sus injustos perseguidores, y repetir las palabras de un ilustre escritor: «El verdadero enemigo público, rebelde y perturbador del reposo de su país, es el tirano que lo oprime, el impostor que lo divide, el fanático que lo arma con la cuchilla sagrada para herirse axial mismo, el palaciego que adula a sus inhumanos señores, el ministro que lo carga de cadenas y el guerrero que auxilia con brazos y espada a sus indignos opresores».
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