miércoles, 4 de marzo de 2009

Alfredo Cerpa

Proposiciones para la construcción de partidos comunales.


 

Proposición. I.-

Por los cambios y la participación desde la base social.


 

Si ecología en su definición simple significa: consecuencias de largos alcances; así también, capitalismo neoliberal que rige la humanidad, definido de manera simple, solo significa: ausencia de control.

Esta ausencia de control ha producido terribles consecuencia de largo alcance en nuestro hogar global. Consecuencias medio ambientales, económicas y sociales.

En el transcurso de los dos últimos siglos la humanidad mediante el desarrollo capitalista ha llegado a un punto de riesgo extremo a su propia sobrevivencia en el planeta.

Esta eventualidad, aun en un estado de reluctancia, obliga al hombre examinarse, a mirar el mundo y el sistema adoptado de modo diferente. Porque la crisis ambiental disputa de manera violenta nuestra sabiduría y función en el planeta. La disputa no solo desde el punto de vista económico de la producción y nuestros hábitos de consumo, sino también desde un punto de vista filosófico, que inculpa nuestras costumbres y la manera de ver nuestra especie en el papel de relación y trato con el resto de las especies vivas del planeta.

La crisis ecológica creada por la actividad del hombre en la tierra. Las crisis permanentes del sistema capitalista como la actual recesión económica mundial, nacida de la codicia y corrupción del sistema financiero mundial. Nos debería exhortar a buscar opciones de sociedad y sistemas productivos superiores al capitalismo. No solo en referencia a las cuestiones democráticas, sociales, productivas y distributivas, sino también en referencia al punto de vista ecológico. Por el significado e impacto que puedan tener las diferentes opciones de sistemas sociales y económicos que las sociedades vayan optando, para el resto de las especies vivientes en el planeta y nuestras vidas.

Definir un sistema de sociedad superior al capitalismo aceptado por las mayorías, cobra hoy extraordinaria importancia y urgencia para la humanidad, pues de esto depende nuestra permanencia en el hogar global. En esta búsqueda de superación del sistema capitalista es indispensable tener en cuenta la ecología: las consecuencias de largo alcance.

     En nuestro país, a pesar que nadie niega de manera seria la crisis ecológica en que nos encontramos, durante el siglo 20 y en pleno desarrollo de la crisis ambiental, el sistema económico social dominante inserto en los conceptos globalizadores de la economía, ha logrado desarrollar mediante el crédito fácil la sociedad de mercado, convirtiendo la sociedad, sus ciudadanos en masa de consumidores despojándoles sus valores, cultura y humanidad, aislándolo en su relación social y de su relación con la naturaleza.

Entrados en el siglo 21, se profundiza en la visión de ver al hombre y las sociedades como algo alejado sin relación con la naturaleza que sostiene la vida. Han logrado, basados en una constitución política dictatorial, que la política, la democracia y todas las formas de relaciones humanas sean vistas desde el punto de vista del mercado, como productos de variadas calidades y como tales, dependientes de la oferta y la demanda. De esta forma y por tal camino, el sistema ha logrado alejar a la mayoría de los ciudadanos a lugares apartados fuera de la política y las decisiones, quedando solo una elite, sin contrapeso alguno, a cargo de la dirección político económica del país y del problema medio ambiental. Problema que no es posible solucionar desde un punto de vista capitalista, puesto que es el que la crea.

El Estado actuando en consecuencia con su visión de mercado se ha retirado prácticamente del todo de la actividad económica y de la regulación de la misma, entregando este mecanismo a las empresas las cuales obviamente no están interesadas en ejercer tal control. Ni menos reprimirse en la búsqueda de crecimiento y ganancias. Mediante privatizaciones el estado ha entregado control a manos privadas aun aquellos elementos vitales para la vida humana y los ecosistemas, como es el agua y los bosques.

El capitalismo como sistema irracional en su incesante busca de mayor crecimiento y ganancia, basados en su propia ley de crecer o morir, ha perpetrado la depresión del eco-sistema rompiendo los balances del planeta. Ha contaminado las aguas dulces a través de todo el planeta produciendo escases de la misma y creando condiciones para nuevas guerras entre las naciones. Con la misma irresponsabilidad contamina el agua de los océanos y extingue al mismo tiempo, mediante la sobre-explotación buena parte de la vida en ellos, así mismo destruye los bosques, aun aquellos llamados pulmones del planeta.

Solo un sistema racional que respete los ecosistemas y los tiempos de la tierra, capaz de administrar de manera igualmente racional e igualitaria los recursos finitos del planeta, puede ser una salida a la crisis.

    Los grupos y las organizaciones medio-ambientales que luchan por educar la población y mediante acciones frenar la catástrofe medio ambiental en ciernes, no pueden realizar sus objetivos si estos no cuentan con medidas anti-sistema y se busca conscientemente la superación del mismo a través de la organización política. Empujar los gobiernos a las medias medidas aplicadas en un 5%, no podrá frenar la crisis y menos que menos revertirla. Así, el movimiento medio ambiental para ser verdaderos a sus objetivos de preocupación por el planeta y de todas las diversas vidas que lo comparten, no puede mantenerse al margen de la lucha social por una mejor sociedad que permita coexistencia con todas las formas de vida.

    En pleno siglo 21, en momentos que el hombre con su capacidad creativa ha alcanzado niveles tecnológicos sorprendentes. La capacidad de corregir el pasado y avanzar un futuro se ve disminuida cada vez que se piensa alejar el peligro con los mismos líderes, métodos y prácticas socio-económicas que hicieron posible la crisis ambiental. Así, los llamados y propuestas frente al peligro que hace la comunidad científica internacional, caen en oídos sordos o son tomados como costosas quejas que harán daño a la economía por lo tanto impensable como soluciones frente al peligro.

Por otra parte, las fuerzas que históricamente se han opuesto al sistema capitalista se encuentran en una crisis propositiva y organizativa tal, que las ha mostrado atrasadas e inoperantes frente al sistema y el problema que enfrentamos. Esto en total contraste con el sistema imperante que ha ocasionado la catástrofe ecológica, y al día de hoy, sumido en depresión económica a toda la humanidad.

El sistema capitalista a través de la historia ha tenido la capacidad de transformarse sin nunca cambiar su objetivo de ganancia y crecimiento a como dé lugar. Este afán de crecimiento ilimitado es lo que ha llevado a la humanidad al enfrentamiento con la naturaleza y sus recursos finitos.

El capitalismo que conduce a la humanidad a su crisis ultima, nunca permanece mucho tiempo en una misma forma, está constantemente transformándose y trasformando las instituciones, la sociedad y su cultura basado siempre en el mismo principio. Pensar que el capitalismo puede desaparecer por la profundidad de la crisis actual, no tiene base de sustentación, pues este bien puede mutar, recrearse bajo nuevas condiciones, sin por eso cambiar sus objetivos de avaricia y explotación de la sociedad y el planeta que exacerbaría aun más los niveles de desigualdad y la crisis ambiental.

Frente a esta movilidad y dinamismo del sistema capitalista, las fuerzas históricas organizadas que se oponen al sistema parecen estar estáticas en ideas, organización y formas de confrontación y superación al sistema dominante.

En esta situación de desorganización e inmovilismo, de incapacidad política de las direcciones históricas de las mayorías marginadas política y económicamente es que, enfrentamos una crisis ambiental y económica global de grandes y peligrosas proporciones para la humanidad.

En una situación como la descrita, la salida a la doble crisis se presenta como una tarea de la humanidad en su conjunto, de cada país, de cada región, de cada comunidad, de cada individuo en interacción y cooperación en sus diferentes niveles o desniveles de todas las partes.

En medio de esta desorganización y confusión política reinante, algo se presenta con meridiana certeza, es que para avanzar en las salidas y soluciones se debe comenzar en las bases sociales en lo local, en las comunidades. Porque también existe claridad en que las soluciones no pueden ser dejadas en manos de las elites políticas actuales que crearon o han sido parte de la catástrofe ecológica social y económica que hoy se enfrenta. Como tampoco pueden ser dejadas en compas de espera, en manos de organizaciones paralizadas en ideas y propuestas, otras que no sean de beneficio propio, sin respuestas al capitalismo neo-liberal.

La urgencia y necesidad es extrema si consideramos que la crisis económica aumentara los niveles de pobreza y desigualdad. Urgente también, si escogemos seguir ocupando un lugar en la naturaleza y no desaparecer como especie o degradar como sociedad a destinos inciertos.

La solución global real y permanente al sistema capitalista y la crisis económica- ambiental no podrá ser local o regional o de soluciones individuales de los países. No desde un punto de vista político, tampoco del ecológico.

No obstante lo anterior, debemos comenzar y organizar hoy, en los lugares donde mayores ventajas se presentan. Las comunidades locales mismas, porque estas reúnen en un pequeño territorio todas las actividades productivas de la sociedad y donde aun se pueden encontrar relaciones sociales de contacto humano en contradicción al individualismo de la sociedad en general.

Avanzar hoy, en la búsqueda de una nueva visión, una nueva filosofía de la vida, de nuevas relaciones sociales y económicas, de nuevas formas de organización social, en fin, encontrar un nuevo sistema justo para la humanidad y la naturaleza.

Las soluciones que busca y propone la comunidad científica internacional a la crisis ecológica como su puesta en prácticas debe envolver cada país, cada región, cada comuna, cada ser humano. Por lo mismo se debe ser competente en crear organizaciones sociales con profunda visión ecológica que puedan ser capaces de poner en prácticas las soluciones. Capaces de encontrar y construir una sociedad racional libre y materialmente abundante a su vez bondadosa y respetuosa de la naturaleza.

De lo local es posible avanzar a lo regional y nacional. No solo es posible, es necesario que la ciudadanía de nuestro país comience su reorganización desde la misma base, para que traiga su peculiaridad, sus necesidades, su organización, su experiencia, sus ideas y visiones de sociedad, para que de esta manera los cambios sean verdaderos, perdurables, no vendibles. Debemos aceptar como cruda realidad, que para bien o para mal, los ciudadanos de los países no confían en las direcciones políticas de sus países, ni en los que están en el poder, ni en los que esperan en la antesala.

Hoy, producto de la crisis económica mundial. Por las formas y caminos innegables y abiertos de codicia y descontrol en que se genero, allá en los grandes centros de poder; la ciudadanía a perdido confianza en el sistema y comienza a cuestionarlo abiertamente, pero no nos olvida ni perdona a las organizaciones y partidos que se adscribieron a los socialismos reales. Esto no permite, que las organizaciones algo remozadas puedan sacar provecho de tal situación.

    Sin embargo, la capacidad humana es extraordinaria y debe ser encausada hacia un tipo de sociedad racional, de sentido común. Debemos recobrar nuestra capacidad de incidir en los destinos de nuestra sociedad. No permitir más que nos alejen y aparten de las tomas de decisiones. Recobrar nuestra identidad como ciudadanos y no ser solo tomados como consumidores que nos da esa connotación de cosa y no de seres humanos, esto, como primer paso para recobrar nuestras comunidades y nuestra cultura. Recobrar nuestros barrios, recobrar el saludo con nuestros vecinos, recobrar nuestros intereses transversales. Recobrar la espiritualidad que da la relación con la naturaleza al sentirse parte de ella.

En la situación actual, sabemos que los cambios profundos y sistemáticos que se necesitan no vendrán, ni saldrán de una reunión de altos dirigentes de los gobiernos, al menos que sean empujados por las sociedades. No vendrán ni pueden salir de novedosas estructuras y superestructuras partidarias que está de moda crear y recrear por organizaciones paralizadas, solo recreando viejos modelos.

Los cambios nunca han llegado de las superestructuras. Las súper estructuras pueden ser presionadas hacia el cambio pero no son producidos por ellas. Además, siempre buscaran dosificar las medidas necesarias a las cuales han sido forzadas tomar. Las súper estructuras son siempre conservadoras, los cambios cuestionan su accionar y no están dispuestas a reconocer errores, aunque el cielo se esté cayendo.

En nuestro país, hemos asistido en los últimos 5 años a la formación de varios referentes políticos, También hemos asistido a intentos de crear nuevos conglomerados de partidos. Todos conformados en momentos eleccionarios que invariablemente terminan rotos y fraccionados después de las elecciones.

Estas estructuras partidarias que intentan totalizar, generalizar o reducir la sociedad a unos cuantos puntos, no solo han fracasado en los últimos cinco años, más bien se trata de un fracaso histórico que data más de cien años. Por más de cien años estas estructuras partidarias han fracasado en liderar los países hacia nuevas sociedades, más libres, democráticas e igualitarias y, no existe lugar alguno en la tierra donde se pueda exhibir un éxito que conjugue el punto democrático real y el cambio profundo de sociedad.

Ante esta realidad que cuestiona los partidos actuales con antiguos conceptos organizacionales y el lugar que le corresponde a la ciudadanía y sus organizaciones en ellas. Plantea que los cambios y las organizaciones nuevas, necesariamente tendrán que venir desde las bases sociales, desde el individuo, del individuo a su comunidad, de la comunidad a la comuna, de la comuna a la región, de la región al país. Especialmente cuando las súper estructuras creadas y las organizaciones existentes, han sido incapaces en más de veinte años de levantar una alternativa creíble y confiable o, llevar adelante los cambios democráticos necesarios, como primer paso fundamental, para que la sociedad en su conjunto se integre con su participación a la búsqueda de soluciones mediante su accionar creativo y práctico, para enfrentar la doble tarea: Reparar los daños a los ecosistemas críticos y encontrar una nueva forma de organización social y sistema económico.

Esa es la tarea a la cual se enfrenta la humanidad toda, por ende la sociedad chilena. Pensar y desarrollar una sociedad más justa, democrática y racional desde un punto ecológico, que armonice al hombre y la naturaleza comenzando a construirla desde las bases sociales. Creando por ellos mismos y para ellos mismos, nuevas formas organizativas, nuevas formas de llevar adelante la política y de relacionarnos. Ya nunca más dejar que solo las elites políticas desde las alturas disten a la mayoría los caminos más justos de sociedad, porque el trabajo realizado por ellos hasta ahora, solo ha traído más desigualdad y menos democracia.

Los llamados de las diferentes organizaciones a levantar una alternativa progresista desde un escenario nacional no han encontrado eco en la población. No lo encuentran, porque se encuentran demasiado alejadas y a demasiada altura, sin entender los cambios sufridos por la humanidad en los últimos veinticinco años, especialmente en el campo del conocimiento e información que, han cambiado la cultura del individuo y la sociedad. Sociedad que al día de hoy necesita e insiste en formas libres de participación y representación orgánica política.

Pequeños partidos y organizaciones aun aquellas con mucha historia, desde el estrado nacional, no han podido ni pueden totalizar de manera general las aspiraciones del conjunto con simples llamados o plataformas generales que la población no les cree, además que no interpretan a una sociedad que se ha vuelto más heterogénea y compleja que en el pasado.

Por esto, la tarea organizativa necesaria para llevar adelante cambios urgentes en todos los campos y que envuelvan la sociedad toda, se hará más fácil y realizable si la pensamos dentro de espacios más pequeños que el escenario nacional todo, la comuna por ejemplo. Las comunas todas, son el escenario nacional en toda su diversidad. Las comunas son un espacio cercano e ideal para comenzar la ampliación de la democracia e iniciar las tareas de recobrar nuestra identidad como seres humanos, luchar por nuestras necesidades concretas y crear espacios políticos necesarios para desarrollarnos y desarrollar tareas de coordinación y solidaridad entre ellas.

La comuna es concreta y no abstracta como el concepto país. País suena lejos. Cuando un presidente se dirige al país, cuando nos dice que chile avanza y se desarrolla, sabemos a quién les habla, no a la mayoría excluida política y económicamente sino, a la minoría económica que rige el país. Porque miramos nuestros barrios, nuestras casas, nos vemos estancado como si el tiempo nunca pasase y el único desarrollo se ve en el aumento del endeudamiento para poder vivir. Pero en los barrios pudientes, no se podría estar más de acuerdo. Los barrios y las casas bien se pueden confundir con las de un país desarrollado. Y es que Chile trata de un país de contrastes sociales, fragmentado y desigual.

Las comunas por otra parte, son reales, son únicas y conectadas entre ella. Abrimos la puerta de calle y estamos en la comuna, no tenemos que pensarla. Es el único lugar dentro del concepto país, donde no existen jerarquías ni título otro que no sea el de ser "vecino". Es el lugar donde el obrero, el estudiante y todo trabajador en sus diferentes áreas puede descansar de las estructuras jerárquicas de las empresas y deja de ser trabajador o estudiante, para convertirse en vecino/a en igualdad a todo el resto. La comuna es reveladora y no miente sobre nuestra igual condición social, donde el arribismo y clasismo social se disuelven en el sin sentido. La comuna es el lugar donde aflora de manera concreta nuestros sentimientos solidarios y de cooperación ante las tragedias personales y colectivas. Las sentimos como nuestras. La comuna es el lugar donde no nos podemos ocultar y debemos ser nosotros mismos ya sin mascaras, donde nuestros nombres y apellidos significan algo al resto de los vecinos y comunidad, donde somos personas y no solo consumidores, donde somos alguien. La comuna es la unidad más pequeña del país estado. En realidad es un pequeño estado compuesto por vecinos que buscan desarrollo socio-económico y trabajar en las soluciones a los impactos medio-ambientales que lo agreden día a día. La comuna, con sus particulares características dentro del estado país, se presenta como el lugar más apropiado para comenzar el trabajo reorganizador y trasformador del individuo y la sociedad. El hombre nuevo y la sociedad igualitaria amiga de la tierra que nos da la vida.

Esto en si plantea una doble lucha. La lucha por la democratización del estado chileno. Descentralizarlo de manera que las fuerzas vivas de la sociedad puedan organizadas y libremente participar en los designios de su destino y, en igual tiempo y espacio, comenzar la construcción de partidos comunales a partir de las organizaciones sociales comunales, en total independencia y autonomía de los partidos nacionales, de manera que permita dar paso a la coordinación de los diferentes partidos comunales de la región.

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