sábado, 28 de marzo de 2009

Proposiciones para la construcción de partidos comunales Proposición II.

    

            Una Alternativa de participación.

Por Alfredo Cerpa.

http://desdelacomuna.blogspot.com

    

    El poder político y administrativo comunal debe nacer y ser ejercido por sus habitantes, por sus organizaciones sociales vivas y líderes naturales.

     Cualquier persona no inserta en partidos políticos podría considerar la propuesta anterior lógica y de sentido común desde el ángulo de la democracia, su forma práctica de representatividad y efectividad, que lo es, sin embargo sus implicancias practicas afecta de una manera radical tanto el restringido sistema democrático representativo actual como el status quo de partidos, siendo esto dos elementos los que hace el camino difícil de llegar a un sistema democrático más participativo como el propuesto en el primer párrafo en un espacio local.

    Los partidos, tanto los que gozan de las bonanzas del sistema binominal como aquellos que quedan fuera, son en una definición estricta partidos representativos o corrientes de opinión más que partidos de masas como a los que estuvo acostumbrada la sociedad chilena hasta 1973. No cuentan con gran cantidad de militancia como tampoco influencia en la sociedad. Son organizaciones conformadas y controladas por elites políticas. Elites que dominan estructuras partidarias mediante restricciones democráticas internas y promesas de puestos burocráticos. Solo basta mirar las estadísticas en tiempos de elección para darnos cuenta que su influencia en la sociedad varía desde el 4 o 5 % hasta el mayoritario 20 o 21% no de militancia sino de votos. Votos que se dan dentro de una variedad de condiciones y factores ajenos a los apoyos intrínsecos de los partidos mismos, como por ejemplo, voto de castigo, mal menor, o presiones paternalistas, que indica que no son votos duros o de adherencia a sus estructuras, plataformas o programas y en caída progresiva de elección en elección. (Ver 19 años del retorno a la democracia, publicado por G-80. http://www.generacion80.cl)

    Es en estas condiciones que el sistema democrático representativo se desarrolla. En una abismal separación entre pueblo y organización política. Dos entes separados por la desconfianza mutua, donde uno toma todo el poder para sí y al otro solo cabe delegar en quien no confía ni tiene relación. En esta situación la ciudadanía se ve obligada, de acuerdo a las limitadas opciones organizativas, a delegar, entregar su poder a cierta cantidad de representantes que lo solicitan pero que no tienen ninguna clase de control ni legal ni organizativo sobre ellos y sus partidos. Los elegidos a su vez, no sienten ni tienen ninguna ligazón a este de otra manera que no sea la paternalista y la mal llamada vocación social. Si democracia es el gobierno del pueblo en esta fórmula, en esta relación, claramente no se da.

    El sistema de primarias, tan popular, usadas y manoseadas a raíz de las elecciones presidenciales, nunca hubiesen sido posible en Chile en una situación donde los partidos fuesen masivos de claros principios y con arraigo popular, porque este sistema trata en lo fundamental, de reemplazar la falta de bases y arraigo social mediante este inteligente mecanismo que les quita la necesidad de un trabajo político de base y de acumulación de fuerzas. Las primarias como nueva importación no es otra cosa que una baraja donde los dueños de las estructuras partidarias son los distribuidores y manipuladores de las cartas, las cuales son presentadas una y otra vez para pedirle a un pueblo sin más alternativa a que les entregue su poder a cambio de una ilusoria participación en la elaboración de plataformas. Tanto es el vacio organizacional, es tanto el desfase entre ciudadanía y representantes y es tanto el rédito político que les ha entregado esta fórmula que algunos ya plantean llevarlas a cabo a nivel comunal.

    La lucha demencial por primarias o no primarias a la cual hoy somos espectadores en la izquierda se da en el mismo contexto. Partidos y organizaciones sin influencia ni arraigo popular quieren y se pelean por hacer uso de un mecanismo de cuestionada legitimidad democrática, que permite a pequeños grupos con ideas generales escogidas y basadas en estrategias de marketing ser actores por un momento sin necesidad de llevar adelante un trabajo lento, doloroso, reflexivo y de largo alcance en el seno de la ciudadanía. Las primarias no son un instrumento democrático para el pueblo. No lo es ni siquiera con la legitimización de este concepto por la izquierda. No lo es porque no tiene mecanismo de control ni rendición de cuentas que no los diferencia de las otras fuerzas a las cuales quieren ser alternativa. Y, no lo es porque los candidatos siguen siendo propuestos por estructuras alejadas de los ciudadanos. Las primarias que solo pueden existir dentro de un vacio organizacional permite el surgimiento de caudillos populistas y otros llamados dirigentes de opinión. Las primarias son una consulta que se nos hace por un día cada cuatro años sobre propuestas de cosas que no están dispuestas hacer, por gente desconocida o que conocemos demasiado bien, pero que no tenemos poder para cambiarlas. La lucha democrática en su principio en su medio y en su fin es una lucha por el poder. Poder que no tienen las mayorías lo tiene la minoría y las primarias con su engaño de participación democrática legaliza o avala un sistema democrático restringido a favor de la minoría en nuestro país. Las primarias como engaño democrático de participación hacen difícil el camino a una democracia más amplia y verdaderamente participativa.

    Pero si las restricciones democráticas, vacio organizacional y engaño hacen difícil el camino propuesto para que el pueblo desde su base social levante alternativas amplias y democráticas de participación en los procesos políticos locales, regionales y nacionales, esta misma situación, esta falta de representatividad de la ciudadanía, lo hace posible necesario y alcanzable. Es un camino difícil, pero es un camino necesario. La ciudadanía nunca hace lo fácil, de lo fácil está cansada y lo fácil nunca trae recompensa. Pero si hoy es difícil, para nada se compara con a principios del siglo pasado o tan solo a cincuenta o cuarenta años atrás. En aquellos tiempos hubiese sido impensable y quizás innecesario proponer empoderar las organizaciones sociales en la autogestión política y administrativa de sus propias comunas. Impensable porque no hubiese encontrado el eco necesario para desarrollarse en la población, que confiaba y era parte de poderosas organizaciones políticas tan diferentes a las de hoy. Diferentes como difícil de recrear. Este planteamiento hubiese chocado de manera frontal con estas prestigiosas, poderosas y bien preparadas organizaciones políticas que daban respuesta a los enfrentamientos de clase más directos y con diferentes ideas sobre la organización social necesaria para luchar por los intereses de las mayorías postergadas, que lo harían improbable.

Impensable también porque el monopolio de la información, el conocimiento de las técnicas, se encontraba en manos de los que ostentaban y ostentan el poder político-económico y, en los intelectuales burgueses o pequeños burgueses que se unían y participaban en organizaciones y partidos políticos de la izquierda que luchaban por educar y empoderar al proletariado y su aliado el campesinado.

    El trabajo fundamental al cual se dedicaban las de entonces poderosas organizaciones políticas de izquierda aparte de organizar, defender y luchar por los derechos y necesidades del proletariado y demás desposeídos, fue elevar mediante la educación teórica y acciones práctica, el nivel de conciencia necesario que ayude a la clase proletaria dar el salto de "clase en sí" (clase que se encuentra en un estado inconsciente de su explotación y de su lugar en la sociedad) a, "clase para sí" (clase consciente de su explotación y lugar en la sociedad), condición indispensable para llevar adelante la revolución socialista e implantar el estado obrero al que nos convocaban.

    En este accionar de educadores que por décadas llevaron adelante estas organizaciones y partidos, fueron desarrollando una actitud aparato-paternalista con el movimiento obrero y las organizaciones sociales y populares que solo jugaban un papel de apoyo al partido sin poder ejercer independencia alguna. Mientras más crecían los partidos más se incentivaban en desarrollar y comprobar las idea y teorías sobre el partido de vanguardia de los explotados de la sociedad y, se fue acentuando la idea de infalibles en ellas, quitándoles la necesidad de autocritica, algo tan importante para desarrollarse. La falta de critica a su accionar teórico practico las ha llevado en los últimos 20 años al inalterable hasta hoy, estancamiento teórico-organizativo e intelectual reduciéndolas a pequeños grupos de militante sin arraigo popular.

    Evidentemente, hoy no son poderosas organizaciones ni son representativas de las aspiraciones de la sociedad toda. No lo son porque hoy en pleno siglo 21, ninguna de esas premisas se da o son necesarias para avanzar en la idea de una sociedad más justa e igualitaria.

    El desarrollo de la tecnología informática que permite el traspaso de información libre y rápida, crea una situación de igualdad entre el individuo, las organizaciones y su dirigencia que cuestiona la idea de los partidos vanguardias depositarios del conocimiento.

    Los cambios producido por el desarrollo de las técnicas de producción y de las comunicaciones que han acercado el mundo hasta empequeñecerlo, ha impactado a las sociedades en los últimos veinticinco años de manera rápida y sorprendente, cambiando o alterando de manera brutal las relaciones humanas la cultura y los hábitos.

La revolución tecnológica e informática que ha recorrido el mundo en los últimos 25 años entregando acceso a la información de manera instantánea sobre todos los campos imaginables de la actividad humana, ha creado de paso una revolución cultural que ha cambiado de manera profunda y de alcances aun insospechados, las maneras y modos de relacionarnos entre los seres humanos. Esto ha venido a cambiar las relaciones de manera permanente y de forma igualitaria entre individuos, de los individuos con respecto a las organizaciones e instituciones y de organización a organización. Con lo anterior no me refiero al dominio de la televisión ni los medios escritos en manos de poderosos conglomerados económicos que han usados estos medios como instrumento de idiotización sino a los medios alternativos y el internet como fuente investigativa.

    Hoy de manera instantánea podemos obtener información y educarnos sobre cualquier tema, sobre cualquier proceso, sobre cualquier pensador, que pone al individuo y las organizaciones en condiciones de igualdad entre ellos.

    La nueva tecnología informática nos ha entregado una capacidad extraordinaria de investigación y una capacidad increíble de crear vínculos con organizaciones e individuos a través del mundo sobre diferentes puntos de interés, permitiendo con esto, un crecimiento teórico-intelectual inmenso y profundo a individuos y organizaciones.

    Esto les permite a las organizaciones sociales y populares estar, o poder estar, en condiciones desde el punto del conocimiento teórico intelectual y de las técnicas, administrar sus propias comunas a través de sus propias organizaciones mediante la coordinación entre ellas, que permita a todas juntas dar un salto de solo la actividad social a la política social, creando ellas mismas su instrumento político, que les permita participar de manera democrática por el poder ejecutivo en sus comunas. Vale decir para usar una terminología marxista, las organizaciones sociales hoy, son organizaciones sociales para sí y, ya nunca más organizaciones en sí.

    Esta es la razón fundamental que ha hecho difícil a los partidos desarrollar una relación con el movimiento social y popular como con los organismos sindicales y estudiantiles en los últimos veinte años. El no revisar los conceptos de vanguardia y depositarios del conocimiento, ni las maneras y formas de llevar adelante las relaciones con organización social, los mantiene alejados de los ciudadanos que quieren representar. Esta misma situación les crea problemas para intentar unidad entre ellos de otra manera que no sea utilitario a intereses propios. Si cada una de ellas se siente "la vanguardia" o verdaderos representantes, imposible resulta entonces, crear algún tipo de unidad que pueda tener permanencia en el tiempo pues constantemente se anulan unos a otros.

    La apatía y desilusión con que se acusa al movimiento social y popular, es algo que tiene que ver desde el punto de la apatía, particularmente con la izquierda y con la desilusión particularmente con la Concertación.

    La apatía o escepticismo que siente la sociedad chilena frente a los partidos extraparlamentarios y sus propuestas, nace de la inhabilidad de los partidos para proponer formas organizativas que se ajuste al nivel de conocimiento y la necesidad de autonomía en la ciudadanía más avanzada de la población chilena. Mientras que la desilusión, por otra parte, se manifiesta porque la Concertación ha sido incapaz de llevar adelante su propio programa de crear las bases para una nueva constitución política que abriera paso a una verdadera democracia, y cambiar la política económica neo-liberal que implanto la dictadura. Puesto así, la apatía y la desilusión son solo manifestaciones de una crisis de credibilidad en los partidos de la izquierda y su incapacidad de adaptación a los nuevos tiempos, por una parte, y a la incapacidad de la Concertación de mantenerse verdaderos a sus propias definiciones y programas por otra.

    La apatía y desilusión es un fenómeno relativo a la falta de organizaciones creíbles y confiables no achacables a las organizaciones sociales de base, porque cuando estas han encontrado imprescindible movilizarse lo han hecho y dado su lucha. La movilización de los estudiantes, los trabajadores del cobre, movilización de las organizaciones sociales cuando el transantiago y un gran número de luchas que se dan y están dando, como la defensa de gran avenida y la lucha de la ciudadanía en Vitacura. Todas ellas han sido basadas en necesidades reales y en independencia con respecto a los partidos nacionales.

    Es todo lo anterior lo que hace insostenible que por más de 35 años en todas las comunas del país, las autoridades locales que administran las comunas hayan sido señaladas a dedo sin ninguna participación directa de los habitantes de las comunas. Esta forma de representatividad comenzó con la dictadura pero no cambio con la limitada democracia, en tanto hoy, son los partidos políticos de izquierda a derecha quienes apuntan a dedo y a espaldas de la población, desde los comités centrales y comisiones políticas, los candidatos que representaran las comunas. Aun cuando ni siquiera habitan las comunas y no conocen sus necesidades de desarrollo ni sus problemas. Lo mismo ocurre a nivel legislativo donde de la misma forma son repartidas las senadurías y puestos a diputados. Todo esto dentro de un gran vacío democrático en el seno de sus propias organizaciones partidarias y sin ninguna o escasa representatividad en las comunas o región.

Este tipo de representatividad ha fallado a las comunas y las regiones en sus anhelos de democracia, desarrollo y progreso en sus múltiples necesidades. Ha creado y desarrollado un estado de corrupción y clientelismo.

    La participación de las organizaciones sociales de la comuna queda relegada al voto, pero sin ningún tipo de injerencia en los procesos de selección de candidatos. Esto ocurre cuando ni los partidos nacionales tienen una visión social de lo que debería ser el país, para no mencionar lo local. En ausencia de ideas y propuestas los habitantes de la comuna son llamados a votar por slogans cada vez más ridículos, que de no cambiar esta situación, las comunas seguirán siendo espectadores en este juego de poder, negocio y corrupción, mientras su propio futuro les pasa por el lado.

El poder comunal debe estar en manos de los interesados en el desarrollo de la comuna, esto es, sus habitantes. Nadie más que ellos mismos pueden desarrollar su comuna, llenarla de valores y principios integradores. Nadie más que ellos puede estar interesado en la seguridad, educación y salud de sus niños, padres y abuelos. Nadie más que ellos mismos está interesado en desarrollo económico, cultural, deportivo y social para su comuna. Nadie más que ellos pueden llevar la lucha por sus reivindicaciones sin renunciar nunca a sus intereses ni traficarlo en un juego político.

La comuna de Vitacura y su lucha reciente demuestra la capacidad de los ciudadanos para movilizarse por intereses propios, organizarse y luchar por ellos. Si bien Vitacura no es representativa de la mayoría de las comunas del país, de igual forma demuestra la capacidad de unidad, organización y lucha inherentes a todas las comunas.

Demuestra que la unidad es algo que se construye primero y antes que nada en función de intereses colectivos necesarios sentidos y relevantes a la ciudadanía. Demuestra que una vez identificados estos intereses se precisa de organización, pero trata de una organización trasversal no definida por ideologías ni políticas particulares, sino y solo definida por los intereses colectivos necesarios para poder determinar ellos mismos, en unidad intransable y perdurable, un desenlace positivo a su causa. Demuestra que esta férrea unidad basada en intereses comunes, les permite luchar y educarse ante el poder político que se les opone con cada traba y subterfugio para evitarles llegar a satisfacer sus intereses comunes. Demuestra que una vez llegado a este punto del enfrentamiento, la organización comunal basada en sus intereses y su unidad, es capaz de enfrentarse aun aquellos que los representan política o ideológicamente y por los cuales votaron, dejando en claro los intereses de cada uno y el lugar que cada cual ocupa. Pero Vitacura deja una lección aun más importante. Enseña que la sola unidad por intereses sentidos y necesarios no basta o es suficiente, que la organización y movilización no basta, porque de no operarse un cambio mayor en ellas nuevamente se verán enfrentadas, quizás por otras causas e intereses comunales al mismo poder político que ya derrotaron una vez. Esto nos invita a concluir por lo tanto, que las organizaciones sociales de bases deben dar un salto político y organizarse en un ente superior coordinador, sin que ello signifique, para las organizaciones sociales, cambiar o entregar su independencia y los puntos o plataformas que las llevo a organizarse, para de esta forma luchar democráticamente por el poder local y dirigir la comuna por ellas mismas

Las organizaciones sociales de las comunas están maduras o pueden llegar a estar maduras para tomar el control político de sus comunas. Están a la altura del conocimiento necesario para crear por ellas mismas sus propios instrumentos políticos, el partido comunal, basado en las organizaciones sociales comunales y líderes naturales y populares y mantenerse independientes de partidos nacionales. Las organizaciones sociales en sus inmensas gamas de intereses son y representan las comunas en toda su extensión en toda su trasversavilidad social y necesidades creando tan solo con su existencia un programa comunal representativo a todos. En nuestras comunas cada uno de nosotros es representado, en algún momento de nuestros diferentes estadios de existencia, por alguna organización social ya seamos partes de ellas o no. Nos representan porque cuando un club deportivo se enfrenta a la municipalidad exigiendo un plan de desarrollo deportivo para la comuna, por el mejoramiento o la creación de espacios de prácticas deportivas, lo hace, aun si no es su intención, por todos los niños, jóvenes y adultos de la comuna. De la misma manera lo hacen toda la gama de organizaciones sociales existentes en nuestras comunas.

La creación de partidos comunales no es solo una nueva forma organizativa ni solo trata de una nueva forma de hacer política ni de un salto político organizativo para las organizaciones sociales comunales. Tiene alcances mayores, es la lucha real por la ampliación de la democracia que le permita al pueblo a través de sus organizaciones sociales representativas comenzar el camino propio de buscar una sociedad más acogedora e igualitaria de manera práctica y consientes de sus significados. Significa unidad desde la base basada en intereses transversales y significa solidaridad y cooperación con todas las otras comunas de la región para desarrollar una federación de comunas, que les permita coordinación y participar de los procesos regionales, elegir por ellos mismos diputados y senadores, consejeros regionales, pensando a su vez unir regiones e ir pensando un Chile diferente, democrático diversificado e igualitario económica y socialmente. Permite de manera democrática cambiar las viejas y estropeadas dirigencias actuales, por nuevos actores en todos los campos de la actividad política, local regional y nacional, surgidos de la base misma y controlados por ella. Todo posible desde la unidad de intereses por la base, posible solo si la ciudadanía se trasforman en actores y dejan de ser espectadores, para no delegar ya nunca más su inmenso poder.


 


 

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