jueves, 31 de diciembre de 2009

Las antinomias de la izquierda institucional

Las antinomias de la izquierda institucional
Por: Montserrat Espejos Verbanaz
Fuente: www.elciudadano.cl
Asamblea Constituyente, nacionalización del cobre, participación, más democracia y nuevo modelo de desarrollo han sido frases y palabras con las que la Izquierda en Chile se ha identificado en los últimos tiempos. Sustentado en un discurso republicano, la izquierda ha intentado generar un programa que sea inclusivo y que brinde dinamismo a un proyecto de país que ha estado sumergido en las minorías políticas. La campaña de Arrate es prueba de ello, sus dirigentes, sus propuestas, su discurso apelaban justamente a eso, a un nuevo relato, centrado en un nuevo “pacto republicano” (como dijo Armando Uribe), que generara una matriz política dentro de cual se diera el debate cívico y partidario (o sea, un paso de un pacto neoliberal, con sus “adentro y afuera”, con sus temas debatibles y sus temas prohibidos, a un pacto que ampliara el campo de juego y de debate).
En el fondo, más democracia, autonomía en las políticas estatales, y mejor reparto de las riquezas como luz guía del proyecto. ¿Puede uno pedir algo más? Y el tema es que sí. Pedir algo más no en torno a los fines últimos, sino en los medios utilizados, o mejor dicho, en la estrategia de largo plazo que la izquierda ha tomado y sigue tomando. La tesis que sostengo, es que los fines que la izquierda ofrece a la población, no pueden ser realizados vía los medios que ella misma utiliza. El “pacto republicano” de Uribe brilla por su incapacidad de realización, de cristalización práctica por los mismos que dicen ser sus portavoces.
Y lo anterior no es cualquier cosa. La izquierda en Chile se ha tomado de la crítica del modelo neoliberal, ha hecho suyo el cuestionamiento a un modelo instaurado por la dictadura y perpetuado por la Concertación. Pero, ¿puede ser cambiado vía las estrategias seguidas por la izquierda desde 1990 hasta lo que fue aquella candidatura que tenía la derrota en su génesis, me refiero Arrate?
El problema esencial es ¿las tácticas y estrategias políticas para mejorar las condiciones de vida de la gran parte de la población dentro de los marcos del modelo de desarrollo dominante pueden ser las mismas de las que se requieren para cambiar el modelo, sus axiomas y lógicas? Arrate y la izquierda desde los 90s han utilizado una estrategia centrada en la conquista de los aparatos del Estado, vía los mecanismos electorales por un lado, mientras que por otro, se ha intentando copar los espacios de representación sindical y estudiantil. Las exigencias de cada uno de los sectores tomados por la izquierda se ha sustentando en un aumento de las exigencias al Estado, mayor intervención, mayores solicitudes de recursos, nuevos proyectos de Ley, etc. El Estado como centro del poder, como núcleo de acción, como campo de conflicto de la izquierda. La izquierda ha hecho girar sus temas en la dicotomía Estado/Mercado: a mayor control del mercado, se responde con exigencias por más Estado. Más royalties, más impuestos, más salarios, más leyes, etc. Todo gira en torno a este Leviatán.
La izquierda, por tanto, es estructuralmente estadocéntrica. Y no lo es sólo por lo que dice, sino esencialmente, por lo que hace. Se escucha a algunos dirigentes del antiguo candidato del PC que hablaban en base a un nuevo credo republicano, centrado en la participación, y el empoderamiento social. ¿Pero de dónde han salido estos tipos? O mejor dicho, ¿desde qué posición y situación hablan? Desde justamente una candidatura presidencial, desde la lucha por la conquista del Gobierno, del aparato ejecutivo. Convocando a las “masas”, al “pueblo” desde los altos mando de la elite política de la izquierda, se “llama” a la gente a que sea parte de este proyecto estatal en pos de “aumentar la participación”.
Por tanto, estadocentrismo, se habla y se piensa desde y para el Estado. Y de allí derivan estrategias, tácticas y formas de organización política. La estrategia es articular las diferentes instituciones conquistadas en pos de traducirlo en términos estatales, insertarlos en la ingeniería estatal, en su racionalidad y discurso. Tomar y articular los espacios que sirvan de mediación entre el individuo y el Estado para legitimar un proyecto nacional que nace desde formas de representación pública (asambleas de izquierda, elecciones internas, etc.). Las tácticas se refieren a la conquista de los espacios formales de representación de aquellas instituciones como federaciones, sindicatos con el fin de traducirlos en pilares de las futuras apuestas estatales. Y la organización política, en cuanto elemento que traduce las conquista locales dentro de la estrategia general, reproduce la “ley de hierro de la oligarquía”, la elite dirigente, esos mismos que vemos hoy en el PC, los mismos de los años 60, exactamente los mismos.
¿Puede esa estructura política cambiar el modelo? No. Sus límites estructurales son un Estado de Bienestar, con todas su contradicciones ya conocidas, con la tecnocracia benevolente y programación burocrática de la vida (mal que mal, la izquierda revolucionaria también se ha levantado históricamente contra esa propuesta, sólo hacer referencia a los textos de los sociólogos Sennett, Boltansky y Chiapello). ¿Por qué su límite es este modelo de desarrollo de “Bienestar”?
Para responder a esta pregunta debemos dar un pequeño viraje. Cuando hablamos de modelo de desarrollo estamos hablando de un sujeto social de desarrollo, de una articulación entre grupos sociales que genera un sujeto social que tiene la capacidad de hacer de su estrategia política y económica, la estrategia hegemónica entre diversas estrategias en choque. Cualquier modelo de desarrollo encierra un muy específico régimen de acumulación (aquí tomo la tradición regulacionista económica), que se articula con un modo de regulación, que genera una particular forma de Estado, con específicas formas de intervención en la economía, sistemas de representación y formas de organización interna. En fin, el Estado no es un sujeto por sobre el conflicto social ni por sobre las modalidades de desarrollo económico, tampoco es un complejo institucional neutral capaz de ser “llenado” por cualquier estrategia política. El Estado es, como lo dijera el “último” Poulantzas, la cristalización de una determinada estrategia política y económica hegemónica, una condensación de relaciones de fuerza.
El Estado actual, el Estado que busca ser conquistado por la Izquierda no es un espacio “vacío”, herramienta neutral para, desde allí, cambiar el modelo. Aquella visión liberal del Estado está incrustada en la izquierda institucional en prácticamente todas sus prácticas y discursos, desde los discursos más clásicos hasta estas extrañas apropiaciones “republicanas”. Sólo basta un análisis menor, ¿se ha escuchado a la izquierda en campaña hablar por ejemplo, de reformar al Estado, de nacionalizar el Banco Central, de disminuir el peso del Ministerio de Hacienda, fortaleciendo antiguas instituciones, como la CORFO, o aumentando la capacidad de determinación política de los ámbitos locales? El silencio como el lenguaje, también es un sistema de comunicación. Sencillamente la izquierda institucional cree que desde el Estado tal cual está, es posible generar nuevas prácticas políticas que vayan más allá del modelo neoliberal.
Y la cosa es que se cree que el Estado fuera un sujeto con vida propia, autónomo, independiente a las estrategias y correlaciones de fuerza que ocurren en el campo de los conflictos de clase, los conflictos de género, conflictos indígenas, etc. (¿nos nos recuerda aquél levantamiento de la politología anglosajona neoweberiana que gritaba “bringing the state back in”?) Esto nos lleva a otro terreno, ¿qué sujeto social se busca construir para que lleve en sus hombros un nuevo modelo de desarrollo? O mejor dicho, ¿se ha tomado en serio el tema de que un modelo de desarrollo alternativo requiere, como pilar, la construcción de un bloque contrahegemónico, de un sujeto social con capacidad de generar estrategias a la altura del desafío?
La convocatoria a la población por parte de la izquierda institucional es llamativa por decirlo menos. No sólo se convoca a la “población” para las clásicas conmemoraciones, fechas de rituales, o manifestaciones de exigencia al Estado, sino que se les llama para ejercer su voto de consumidor, como quien compra un jabón. La izquierda asume que “el pueblo” prácticamente viene en su código genético una “consciencia de clase” (perdónenme el lenguaje), o si de ortodoxos se trata, su conciencia viene dada por el lugar que uno ocupa en la producción social, y lo único que faltara es quitar la “falsa conciencia”, la alienación que se le da a la gente, mostrándole la Verdad del proyecto político, dando cuenta que la verdadera opción es la que Ellos representan, anteayer Hirsch, ayer Arrate, hoy Frei !!!.
¿Podemos vivir esperando que la gente decida votar por la izquierda? ¿podemos creer que el cambio del modelo de desarrollo viene primero desde la toma de los aparatos formales del Estado, para, desde allí iniciar el cambio de régimen (como gran parte de los PC europeos afirmaban)? Todos hablan de Gramsci, pero son muy pocos los que realmente han tomado en serio la estrategia que propuso. La guerra de posiciones –como nos recuerdan los trabajos sobre el autor italiano de Chantal Mouffe- se basa en la construcción de un sujeto social en aquellos campos donde las organizaciones y discursos de los grupos subalternos están dispersos, desarraigados, ensamblados a las instituciones dominantes.
Plantear un nuevo imaginario social (por hablar desde Castoriadis) que se contraponga al imaginario dominante no puede ser decretado por ley (“el socialismo no se realiza vía un proyecto de ley” decía el filósofo preso del fascismo), ni puede ser impuesto desde candidaturas presidenciales. Requiere comenzar un largo proceso de desarticulación de los códigos dominantes, vía la ampliación del campo de intervención político más allá del Estado. Ampliar el campo de intervención, implica una nueva estrategia, nuevas tácticas y, qué duda cabe, nuevas formas de organización política.
Parte con reconocer que la estrategia de la izquierda institucional debería, quizás, ser invertida. Plantear primero la reconstrucción de un tejido social tal que genere nuevas formas de instituciones políticas, novedosos mecanismos instituyentes de nuevas formas de vida. Descodificar el trabajo implica fortalecer el ámbito barrial (democracia de barrio) junto con la exigencia de mayor participación de los trabajadores no sólo en materia del reparto de las ganancias, sino del control del trabajo, de la intensidad del trabajo, disminuir los mecanismos disciplinarios. Esas prácticas que busquen generar prácticas instituyentes de nuevas formas de vida política que sea la matriz institucional de un nuevo sujeto social que lleve en sus hombros un nuevo modelo de desarrollo, son prácticas que se centran en problemáticas locales, partir de la desarticulación de los micropoderes dispersos a lo largo del campo social, de las tácticas locales que hacen de condición de existencia de la estrategia general del modelo de acumulación neoliberal. Desarticular esos micropoderes implica formas de organización política antagónicas a las actuales y formas de militancia totalmente novedosas. Implica más que un Partido centralizado, institucional, con su centralismo democrático, un partido que esté articulado con los movimientos locales, tal como lo fue en sus orígenes el PT brasileño e implica una forma de militancia totalmente en oposición a la visión leninista del “cuadro” político. Implica un activista social, un sujeto activo en la lucha contra los micropoderes, que se inserte en las problemáticas locales (tenemos ejemplos diversos, pero uno puede ser el trabajo de los jóvenes profesionales que hacen en los colegios autogestionados en la comuna de Renca, que no sólo son militantes políticos, sino activistas sociales, insertos en el territorio, agentes de cambio local y sujetos de transformación global) y que busque articular, ensamblar, arraigar, aquellas luchas locales con otras luchas en diversos campos, generando redes “desmercantilizadas” (como por ejemplo, la articulación de los colegios autogestionados, con preuniversitarios populares que se ensamblan con las asambleas de los feriantes –los papás de los niños que van al colegio- , apoyando en asuntos técnicos y vinculando al trabajador feriante con los educadores de sus hijos y éstos con sus hijos), “territorios” locales no-capitalistas, novedosas formas de autogobierno a-estatales, que sean la matriz desde el cual se vaya construyendo una masa social autónoma, con un nuevo imaginario social en ciernes.
Esa lógica política, considero, es completamente diferente a la que ha tomado la izquierda institucional, de hecho, los tiempos de esta estrategia son completamente diferentes a los tiempos de la estrategia tradicional. Los tiempos de la izquierda autónoma no son los tiempos de las elecciones. Los tiempos de una propuesta política que realmente asuma el desafío de cambiar el modelo de desarrollo hegemónico, que realmente asuma el desafío de ser un movimiento antisistémico no son los tiempos ni las estrategias, ni las tácticas ni la forma de organización política de la izquierda tradicional, aquella izquierda que tanto conocemos y que hoy realiza un triste intento de “renovarse” adquiriendo discursos en pos de un republicanismo político (sin reconocer, por cierto, que los grandes intelectuales republicanos, de la talla de gente como Pablo Ruiz-Tagle, Renato Cristi o Carlos Ruiz o son abiertamente activos intelectuales por Eduardo Frei, o ya han dado su apoyo formal) que, considero, no es un discurso apropiado para un movimiento que asume una estrategia antisistémica.
En síntesis, hoy la izquierda institucional hace lo que no dice, y dice lo que no hace. Hace un tiempo, leí sobre un pequeño partido en formación, que decía “si no somos nosotros , ¿quiénes?”. Vaya Humildad!, si no son ustedes, será la gente, serán sus propias formas de autogobierno y auto organización, y el rol de la institución partidaria es ayudar en la cristalización de aquél tejido social que genere tal sujeto social para un nuevo modelo de desarrollo. El fin del Partido Político revolucionario es su propia autodisolución, crear las condiciones para que si existencia no sea necesaria. Hoy, la tarea de la izquierda verdaderamente antisistémica es elaborar una estrategia que se centre en la desarticulación de los múltiples micropoderes locales que hacen de marco de la acumulación y reproducción del capital, no cambiándolo por una nueva elite partidaria, ni menos desde el Estado (ya hemos visto que esa estrategia o cae en totalitarismos o es incapaz de generar un sujeto social que pueda resistir los envites de la reacción del empresariado), sino proponiendo nuevas formas de vida cívica, de autogobierno, nuevos tejidos políticos que superen al Estado liberal. Un éxodo político que cambia los términos del debate y el terreno de conflicto.
Para la izquierda autónoma, hoy son, en fin, los tiempos de Gramsci, de Foucault, más que de Lenin o Pettit.
Por: Montserrat Espejos Verbanaz
Socióloga y máster en Development Studies

sábado, 26 de diciembre de 2009

Cumbre de Copenhague: Fracaso con proyecciones bíblicas

Cumbre de Copenhague: Fracaso con proyecciones bíblicas
escrito por Paul Walder
Fuente. El clarin.cl

No hubo acuerdo en la Cumbre del Cambio Climático de la ONU celebrada en Copenhague. Pero sí ha quedado de manifiesto la división, la falta de solidaridad, la prepotencia de las naciones industrializadas sobre el resto del mundo. Ha sido una cumbre de la mezquindad: los líderes representantes de las naciones ricas fueron a Copenhague a defender los intereses de sus corporaciones y la forma de vida, basada en el alto consumo y gasto energético de sus ciudadanos. El Primer Mundo ha defendido sin pudor alguno sus privilegios.

El documento, el seudo acuerdo de Copenhague, ha sido borroneado por estas naciones y algunas dependientes. Un documento que no tuvo en consideración las discusiones previas de los paneles de expertos ni las opiniones de los países emergentes. El texto, pergeñado por los poderosos, ha sido un formalismo, vago, confuso, sin orden ni cronograma, abierto a todo tipo de interpretación y burla.

Pero no todo ha sido un desastre. Como muestra positiva ha emergido la honestidad y valentía de los países en desarrollo, liderados por un grupo de naciones latinoamericanas, que expresaron su más enérgico rechazo a este documento. El mundo, que ha salido ciertamente más dividido de Copenhague, ha sumado una nueva bandera de lucha. Como dijo horas el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, “Copenhague fue el comienzo de la batalla decisiva para salvar el planeta”. Tras la extensa reunión en la capital danesa, tras la feroz represión de la policía a los activistas y representantes de ONGs, tras la prepotencia y el desprecio a los líderes de las naciones en desarrollo, el Tercer Mundo tiene hoy más claro cuáles son los objetivos e intereses del mundo industrializado y cómo la fuerza y el peso del dinero transparentaron la verdadera estructura de las relaciones políticas internacionales.

En Copenhague también se vino abajo un mito: Barack Obama. El presidente estadounidense llegó, entregó el borrador del falso acuerdo, y salió por la puerta trasera. No sólo Chávez dijo que su performance fue la del jefe del imperio, sino también ha recibido las críticas del gobierno de Brasil, que responsabilizó a Estados Unidos del “fiasco” de Copenhague. Para el Ejecutivo brasileño, "el texto final deja mucho que desear. Hoy es un día triste, de mucha frustración" y lamentó que "a pesar de todo el esfuerzo el resultado es muy pequeño de cara a las urgencias del mundo".
Los poderosos contra el mundo

El acuerdo de los países industrializados, liderados por Estados Unidos, no está a la altura del problema, lo que responde más a negociaciones entre las partes, las que a su vez son el resultado de la defensa de los intereses corporativos. Como si las dos semanas de reuniones hubiesen servido más para crear impresiones para engañar a la comunidad internacional que para resolver el que se presenta hoy como la mayor amenaza para la Humanidad. Una impresión engañosa que los líderes latinoamericanos se encargaron de desenmascarar.

Esta afirmación, compartida por los países en desarrollo, ONGs, millares de especialistas en medio ambiente y observadores, se apoya sobre la base de la evidencia científica. Con estos acuerdos, que aún no son vinculantes, sino que requerirán de nuevas reuniones para formalizarlos, la temperatura global continuará ascendiendo durante el resto del siglo para generar efectos devastadores sobre el clima y todas las formas de vida.
Copenhague ha terminado en nada. Los líderes mundiales llegaron a la capital danesa sin un esbozo de acuerdo. Llegaron con posturas muy divergentes, en cuanto quienes han tenido la responsabilidad en el calentamiento global, que son las grandes y tradicionales naciones industrializadas, no quieren hacerse cargo del problema. Esta actitud, que ya se percibió un año atrás en la conferencia preparatoria de Poznan (Polonia) y en noviembre en la reunión de Barcelona, se mantuvo con solidez en Copenhague.

A grandes rasgos, lo que ha surgido de Copenhague en un acuerdo político que tendrá que continuar discutiéndose durante el 2010. Un acuerdo en el cual los líderes de las naciones industrializadas han ofrecido lo menos posible, como si se tratara de una negociación comercial, o de un diferendo territorial. Bajo estos criterios, en el que cada uno ha salido a defender sus intereses del corto y mediano plazo, el escenario que se abre para el futuro de la civilización humana es extremadamente complicado.

¿Qué es lo que el mundo industrializado ofrece? Más capitalismo. La especulación y el comercio ahora tendrá como objeto el medio ambiente a través de las transacciones de los bonos de carbono. Un mecanismo más orientado a saciar el apetito de inversionistas y especuladores que a recortar las emisiones de gases de efecto invernadero. Estados Unidos, que es principal emisor mundial, demostró a través de su gobierno estar más interesado en buscar herramientas para resolver sus propios problemas económicos y de finanzas que cualquier otra cosa. Cuando el mundo, hoy todavía inconciente, evalúe estas decisiones, ya será tarde: muchas zonas costeras estarán bajo el agua, islas completas habrán desaparecido, extensas zonas del planeta serán inhabitables por las altas temperaturas, viviremos más y frecuentes catástrofes ambientales y hambrunas por la disminución de las cosechas.
El esbozo de acuerdo tiene enormes insuficiencias. De partida, no cumple las expectativas mínimas trazadas por la comunidad científica y por el mismo IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático), en tanto el principal mecanismo para la reducción de las emisiones descansa sobre el mercado. Si consideramos la reciente catástrofe del mundo financiero, que llevó la especulación a niveles históricos, no es mucho lo que se puede esperar de estas herramientas. Pero hay también una diferencia: no sólo podría ser una nueva catástrofe para el mercado, sino para la humanidad. Estamos al borde no sólo de volver a vivir catástrofes históricas, como en el siglo XX, sino mitológicas.

Horas después del fin de la Cumbre, el director internacional de Greenpeace, Kumi Naidoo, no sólo advertía sobre las inminentes catástrofes ambientales, sino sobre el caos político mundial. “El mundo se enfrenta a una trágica crisis de liderazgo. En lugar de trabajar conjuntamente para asegurar el futuro de cientos de millones de personas adoptando un acuerdo histórico que evite un caos climático, los líderes mundiales de los países más poderosos han traicionado al futuro y a las próximas generaciones”.

Aunque el Acuerdo de Copenhague está siendo denominado por algunos como un paso adelante Greenpeace considera que no lo es. De hecho, ni siquiera ha sido formalmente adoptado por la Conferencia de las Partes (COP). No contiene medidas firmes para reducir las emisiones en los países en desarrollo. Es una gran concesión a las industrias contaminantes, especialmente en el sector de los combustibles fósiles, que han estado presionando para debilitar el acuerdo y ahora tienen licencia para continuar emitiendo gases de efecto invernadero.

Según la organización ecologista, hay unos pocos puntos aceptables en el acuerdo ya que contiene el establecimiento de un nuevo Mecanismo de Financiación Climático y acuerda la necesidad de financiación a largo plazo, más de 100 billones de dólares para permitir que los países empobrecidos protejan sus bosques, apliquen medidas para reducir sus emisiones de CO2 y puedan adaptarse a los impactos del cambio climático.

El surgimiento de nuevos liderazgos mundiales

La Cumbre Climática ha descubierto la enorme brecha Norte-Sur, la distancia entre los países industrializados y los del llamado Tercer Mundo. Esta realidad tuvo una de sus fuertes expresiones el martes 15 de diciembre, cuando la delegación completa de los países africanos abandonó la sala de conferencias como protesta a la inflexibilidad de las posiciones de los países ricos.

La relación entre capitalismo y calentamiento global incomoda a los países industrializados, en especial a Estados Unidos. Aun cuando el vínculo inicial se construyó a partir de la Modernidad y la creencia en el progreso tecnológico infinito vía Revolución Industrial –creencia también acariciada por los países del denominado Socialismo Real- la llegada de la globalización comercial hacia finales del siglo XX marcó sin duda un enorme aumento en las emisiones y en la temperatura global.
Se trata de una relación hoy evidente, la que se estrella contra los intereses corporativos. Porque sin una tecnología o fuente energética distinta a las actuales, que dependen básicamente de los combustibles fósiles, será imposible conjugar crecimiento económico con reducción de las emisiones. La propuesta de los bonos de carbono fantasea con esta fórmula mágica, pero parece más un espejismo que una posibilidad real.

Han sido los nuevos líderes sudamericanos quienes en Copenhague han develado con valentía esta verdad. El presidente de Bolivia, Evo Morales, se mostró desde un comienzo muy pesimista sobre el curso que siguieron las negociaciones, las que podrían, dijo, extenderse por varios años. "Pienso que será difícil llegar a un acuerdo en esta cumbre, hay maniobras de países industrializados, países ricos para evitar que se realicen documentos que permitan salvar la vida (...) en esta cumbre todavía no se definirán las políticas para defender la vida de la Tierra ", manifestó. Porque para Morales, la única manera para salvar el planeta del cambio Climático es acabando con el capitalismo.

Chávez también fue muy claro y acusó a los países ricos de ser los responsables de que en la Cumbre no se llegara a un acuerdo, debido a su "falta de voluntad política" para bajar las emisiones de carbono y salvar al planeta. En su discurso dentro de la plenaria, Chávez expresó que el socialismo es el rumbo para lograr la salvación de la Tierra frente al capitalismo, el cual destruye al mundo con la intención de explotar los recursos naturales.



"El planeta está perdiendo la capacidad para autorregularse y cada día se liberan más desechos de los que pueden ser procesados y, a pesar de la urgencia, han transcurrido dos años de negociaciones para cumplir el protocolo de Kyoto y asistimos a esta cita sin ningún acuerdo fijo", dijo Chávez. Agregó que tanto su país como las naciones integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), grupo que representa ante la Cumbre, "no aceptamos desde ya ningún otro texto que no venga del Protocolo de Kyoto o de la Convención de la ONU (...) No me parece lógico que salga un documento 'de la nada'".
Este documento apareció, “de la nada” tras la llegada de Barack Obama a Copenhague el jueves 17 de diciembre. Desde aquel momento comenzó a circular un borrador de acuerdo, que el viernes se filtró a los delegados. Chávez, representantes de ONGs y líderes de países emergentes, como Lula da Silva y Evo Morales, denunciaron que Estados Unidos había negociado a puertas cerradas con los países industrializados y a espaldas del tercer Mundo para pergeñar ese documento que, en principio, exigiría a las naciones del mundo, sin hacer diferencias según su nivel de emisiones, limitar el alza de la temperatura mundial a dos grados y obligaba a donar a los países ricos cien mil millones de dólares para que las naciones más pobres puedan enfrentar los efectos del Cambio climático. Un ardid, que, como otras tantas políticas desarrolladas por los organismos financieros internacionales, obligarán a los países pobres a comprar la “nueva” tecnología a las grandes corporaciones.

Desastre económico para América Latina
Por aquellos días, en Santiago la CEPAL divulgó un informe sobre los costos que tendrá para los países latinoamericanos el cambio climático. Según el organismo, éste será un equivalente al 137 por ciento del producto regional en lo que resta del siglo. El informe subrayó que América Latina es la segunda región del mundo que menos emite gases de efecto invernadero (detrás de Africa), pero está sufriendo los efectos del calentamiento global más que ninguna otra.



El informe precisa que Argentina, Chile y Uruguay tendrían efectos positivos en su productividad agrícola si la temperatura aumentara entre 1,5 y dos grados centígrados en el período 2030-2050. Sin embargo, si se traspasa este umbral de temperatura, lo que es altamente probable, los efectos serán negativos.

Para 2100 calcula que en Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú las tierras degradadas oscilarían entre el 22 y el 62 por ciento del territorio. También disminuirá la disponibilidad de agua, sobre todo en América del Sur. El alza del nivel del mar provocaría desplazamiento de poblaciones y se perderían tierras por inundaciones permanentes.

Ante estas evidencias, lo que se ha acordado en Copenhague determinará el futuro de nuestros países. Este documento, que reemplazará al protocolo de Kyoto a partir del 2012, será el documento vinculante para quienes lo suscriban, pero carente de legitimidad para el resto del mundo. La pobreza de los avances y la indolencia de los líderes que representan a los países industrializados ante la amenaza del calentamiento global impulsaron a los líderes latinoamericanos miembros del ALBA a rechazar la suscripción del documento. En una conferencia de prensa conjunta dijeron que una veintena de presidentes –entre ellos Obama, Merkel, Rodríguez Zapatero, Gordon Brown- reunidos a puertas cerradas, consensuó un borrador de acuerdo.

El quiebre es total. Pero simplemente refleja en un momento crítico, extremo, el desempeño propio del capitalismo exacerbado por la globalización neoliberal. La ganancia, a costa de la explotación de los recursos naturales, a costa, claro está, de la explotación de la mano de obra, está por encima, incluso, de la supervivencia de la especie. La visión a corto plazo, la fruición por el consumo desmesurado, la mantención de un sistema de vida basado en los combustibles fósiles, han prevalecido.

En aquellos mismos días Fidel Castro escribía sobre el rotundo fracaso de la Cumbre. Pero no con una visión fatalista. Tal como Chávez, Morales y el gobierno brasileño, el líder cubano ha destacado de esta Cumbre la evidencia de los intereses corporativos, el caos de los gobiernos mundiales y las insostenibles contradicciones del modelo neoliberal. “Si en la capital danesa se logró algo importante, fue que a través de los medios masivos la opinión mundial pudo observar el caos político creado y el trato humillante a Jefes de Estado y Gobierno, Ministros y miles de representantes de movimientos sociales e instituciones, quienes llenos de ilusiones y esperanzas viajaron a la sede de la Cumbre en Copenhague”, escribió Fidel.

Los países industrializados convirtieron a la Cumbre en una farsa, en un circo. Boicotearon la Cumbre. Afortunadamente, la palabra de los líderes latinoamericanos dejó en evidencia esas intenciones.
PAUL WALDER

La derecha histérica, bipolar, soberbia y caníbal

La derecha histérica, bipolar, soberbia y caníbal
escrito por Rafael Luís Gumucio Rivas
fuente. el Clarin.cl

En primer lugar es necesario eliminar un cierto número de falacias que los medios de comunicación y los políticos de derecha quieren convertirlas en una especie de sentido común : Es falso que los sistemas electorales determinan el sistema de partidos y su número, pues en las ciencias sociales no existe la relación causa-efecto, y sólo los positivistas creen que es posible establecer leyes.
En cada situación histórica juega una serie de variables que hacen casi imposible cómo se va a desarrollar, por ejemplo, las famosas tres reglas de Duverger, en el sentido de que los sistemas mayoritarios a una vuelta favorecen la existencia de dos y medio partidos; a dos vueltas, cinco a seis partidos; y en proporcional, a una multiplicidad de partidos. Hay muchos casos que contradicen estas reglas: 1) en Venezuela y Colombia se aplicó el sistema proporcional, dando por resultado un bipartidismo (ADECO y COPEI, en Venezuela, y Liberales y Conservadores, en Colombia); 2) en Francia se aplicaron el mayoritario a dos vueltas, y el proporcional, sin cambiar el número de partidos; 3) en Chile, el sistema proporcional permitió una multiplicidad de partidos, en el período de Carlos Ibáñez, y terminó en el bipartidismo en 1973, UP y CODE.

- es falso que el sistema binominal sea una variante de los sistemas mayoritarios, pues el binominal es una aberración en los sistemas electorales. En ningún país del mundo , ningún cerebro medianamente cuerdo, puede concebir un sistema electoral que favorezca a la segunda mayoría y promueva el empate entre dos fuerzas políticas; a esta monstruosidad mental se le puede hacer reformas, como la propuesta por el gobierno para evitar la exclusión, sin embargo, auque la mona se vista de seda, mona se queda. En este plano, los jóvenes son muy sabios al no participar en semejante estulticia.
- Es falso que los sistemas electorales sean capaces de dar equivalencia entre sufragios y escaños, ya que todos los sistemas, sean proporcionales o mayoritarios, distorsionan la voluntad popular, incluso el famoso sistema D´Hont que, sucesivamente, favoreciendo en escaños a radicales, agrario-laboristas y demócrata cristianos sucesivamente.
- Es falso que el sufragio exprese, en forma transparente, la voluntad popular. La derecha política siempre temió al sufragio, pues creyó que este llevaría a la dictadura del proletariado, en razón del número superior de aquellos que tienen sólo prole, y los propietarios, razón por la cual, desde tiempos inmemoriales, han inventado diversas fórmulas para falsearlo: de 1833 a 1891, la intervención presidencial; de 1891 a 1958, el cohecho y el fraude; sólo de 1958 a1973 pudo expresarse, con cierto grado de transparencia, la voluntad popular.
- es falso que en la democracia chilena se ha aplicado la no exclusión: en 1937 y en 1948 se aplicaron leyes que excluían a los comunistas de los registros electorales; algo muy distinto es que la estupidez de la derecha no haya sabido aprovechar, electoralmente, la exclusión de sus rivales.

No necesariamente el crecimiento del padrón electoral y las leyes contra el cohecho han favorecido a las fuerzas progresistas, por ejemplo, en 1958 fue elegido el derechista Jorge Alessandri sólo meses s después de haberse aprobado la ley que instauró la cédula única, que eliminó el cohecho, sin embargo, el crecimiento del universo electoral, que aumentó de un 23,3 por ciento en 1930, al 82.3 por ciento en 1970, respecto a los ciudadanos en condiciones de sufragar, favoreció a la Democracia Cristiana y a la Unidad Popular, pero este hecho tiene explicación en otras variables que, no necesariamente, se deben al crecimiento del padrón electoral.

En la Constitución de 1925 el número de diputados correspondía a 30.000 ciudadanos, según el censo de la época; los senadores representaban circunscripciones regionales. El constituyente de 1980 desprecia la soberanía popular y, como la Constitución es pétrea, se puede incluir en su texto un número cualquiera de diputados, en el caso actual, 120, pero como colocar un número arbitrariamente, sin considerar el número de electores, es un absurdo y desvirtúa la representación; uno podría jugar y colocarle 666 ó 777, el del demonio o el de la perfección y, a la larga, el elector importa poco y, en general, es un vasallo del diputado o senador.

La inscripción y el voto voluntario me parece evidente en cualquier democracia civilizada; el voto obligatorio sólo es válido cuando se plantea el sufragio como un deber, en el supuesto de una democracia avanzada y con espíritu cívico, que no es el caso chileno. El sufragio de los chilenos en el extranjero constituye un mínimo reconocimiento de quienes han sido los embajadores de Chile en todo el mundo; es absurdo el argumento de que no puedan votar porque no pagan impuestos, lo cual sería válido en una democracia censitaria, donde los que más tributan tendrían más votos. Chile sería algo así como LAN: quienes tienen más acciones, tienen más votos. Por lo demás, en Chile la mayoría gana menos de $250.000, por consiguiente, no tributa y no tendría derecho al sufragio. Esta teoría es la expresión de la más perfecta plutocracia.

¿Por qué la derecha, desde 1958 no gana ninguna elección?

- La derecha, hasta hoy, ha tenido todo el poder, menos la presidencia de la república: ha sido siempre dueña de la judicatura, del Banco Central y de los Bancos privados, además de todas las asociaciones empresariales; habría que agregar, en el plano político, el Parlamento: de 1925 a 1949, fluctúa entre un 40% y un 50% del electorado; en 1932, el 42%; en 1941, el 31.2%; en 1945, el 43.7%; en general tuvo entre 50 y 70 diputados. En el sistema político chileno, el Presidente gobierna con los partidos y el Parlamento; la derecha fue perdiendo este poder electoral en las elecciones parlamentarias, en dos períodos: durante el gobierno de Carlos Ibáñez, que llegó apenas al 29.2%, en 1953, y durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, que llegó al 12% en 1965.
- La derecha siempre ha tenido que entenderse con el centro político: con los radicales, 1938-1964, y con los demócrata cristianos, 1964-1973; con los radicales más flexibles pudo formar gobierno con Gabriel González Videla, y atraerlos a la formación de una combinación, dirigida por el derechista Jorge Alessandri – le fue muy fácil convertir en gerentes a estos mediócratas.

La Democracia Cristiana ha sido más difícil para la derecha: en el fondo, estos hijos de los Conservadores se convirtieron en parricidas, eliminando a su padre en las elecciones de 1965; y, como si esto fuera poco, estos discípulos de los Jesuitas expropiaron los fundos a los terratenientes poniendo fin a su hegemonía política, por lo tanto, no es difícil explicarse el resentimiento que un sector de la derecha tendrá siempre con la Democracia Cristiana. Según Nietzsche, el “resentimiento es uno de los motores de la historia”.

El votante de derecha es individualista y, prácticamente, no milita en partidos, pues lo único que le interesa es preservar el dinero y la propiedad privada, y estos bienes se los garantiza perfectamente los partidos de clase media, como los radicales, no así la Democracia Cristiana que reformó, en 1965, el artículo 10, No.10 de la Constitución, precarizando la propiedad privada.

En las elecciones presidenciales, la derecha casi siempre jugó el papel de perdedor: lo hizo con Gustavo Ross frente a Pedro Aguirre Cerda, con Carlos Ibáñez frente a Juan Antonio Ríos, con Eduardo Cruz Coke y Fernando Alessandri frente a Gabriel Gonzáles Videla, Arturo Matte frente a Carlos Ibáñez-. En muchos de estos casos la derecha se dividió: Arturo Alessandri y Rafael Luis Gumucio Vergara, más un número de diputados liberales, se negaron a apoyar al ex dictador Carlos Ibáñez; en 1946, la derecha fue dividida: Eduardo Cruz Coke, apoyado por conservadores y falangistas, y Fernando Alessandri, por los liberales; si sumamos los votos de los dos candidatos, alcanzaron la mayoría absoluta de 56.9%, y González Videla apenas el 40.1%. Como seguramente ocurrirá, en las próximas elecciones, la derecha se perderá por la división y el individualismo. En 1958, de nuevo tuvo la oportunidad de llegar al poder, aliada con el centro demócrata cristiano: el Partido Liberal estuvo a punto de proclamar a Eduardo Frei, de no mediar el resentimiento del conservador Juan Antonio Coloma, (abuelo del actual senador), Frei hubiera sido el candidato de la derecha; un acontecimiento dramático, como la muerte de Raúl Marín Balmaceda, en plena Convención liberal, Jorge Alessandri nunca hubiera sido presidente de Chile.

Para los ingenuos, que creen que Piñera puede gobernar mejor el país, baste recordar el desastroso gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, un solterón, mamero y neurótico, según confesiones de su padre; quiso hacer un gobierno empresarial y manejar Chile como la Papelera de Puente Alto, empresa de la cual era gerente. A don Jorge se lo comió la inflación, se le acabaron los dólares y tuvo que sufrir la oposición de la CUT, indignada por las alzas permanentes del costo de la vida, que no iban acompañadas de aumento de salario. Los radicales perecieron por culpa de su alianza con la derecha.

Desde 1938 hasta los años 60 existió un divorcio entre la derecha y los militares, fundamentalmente Marmaduque Grove y Carlos Ibáñez representaban alternativas bonapartistas e, incluso, socialistas en el caso de Grove. Si bien los militares no podían sentirse cerca de los movimientos populares, pues rompería su formación prusiana de la disciplina, también fueron antiparlamentaristas y contrarios a la república plutocrática. Según Rafael Luís Gumucio, en sus Memorias los describe como antiderechistas y antiizquierdistas. Gustavo Ross perdió, por menos de un 1%, las elecciones de 1938 e intentó el apoyo del general Arriagada para desconocer el triunfo del Frente Popular, fracasando rotundamente. Siempre hubo un pequeño sector militar que adhería a la derecha, que se expresó en el golpe militar contra el gobierno de Aguirre Cerda, nuevamente derrotado. Sólo en los años 60 y 70 las Fuerzas Armadas se inclinan por la doctrina de la Seguridad Nacional, postulada por los gobiernos norteamericanos y el arbitraje militar se pronuncia por la derecha política.

La época de oro de la hegemonía de la derecha comienza a partir de la oposición al gobierno popular de Salvador Allende. En el fondo, bajo aparentes ropajes democráticos, la derecha toma la jefatura de la oposición reaccionaria al gobierno de Allende. Hay diversas fuentes para analizar la ideología de la derecha en las últimas décadas de nuestra historia: en primer lugar, un pequeño sector liberal y democrático, cuyos líderes eran los inolvidables Hugo Zepeda Barrios y Julio Subercaseaux, mantenía la tradición libertaria de conservadores y liberales; este liderazgo fue reemplazado, a raíz de la debacle electoral de la derecha, en 1965, por los nacionalistas, muchos de ellos de corte fascista, admiradores de Francisco Franco, que comenzaron a formarse en la Revista Estanqueros, dirigida por Jorge Prat Alemparte, y en la cátedra animada por el sacerdote ultrarreaccionario Osvaldo Lira, SSCC, y del historiador hispanista Jaime Eyzaguirre. Desde el Centenario hay una tendencia nacionalista antiparlamentaria y contraria a la soberanía popular, cuya cabeza visibles estaba conformada por el historiador Alberto Edwards y, posteriormente, por Francisco Antonio Encina. Es esta tendencia la que dominará el nuevo Partido Nacional, cuyo líder era Onofre Jarpa y que hoy forman parte del aspecto conservador de la UDI, que la ha conducido a oponerse, tontamente, por ejemplo, al reparto igualitario de la “píldora del día después”, que tanto daño ha causado a la derecha ante la opinión pública, y a todos los temas progresistas que atingen a la sociedad civil. Por último, está la Escuela Monetarista de los clásicos neoliberales, que se formaron en la escuela de Economía de la Universidad Católica.

Para la derecha, la democracia es una entelequia: el verdadero Leviatán no se encuentra en el autoritarismo – que no es malo para la libertad económica – sino en la soberanía popular que, como lo sostenía el ideólogo Jaime Guzmán, no es la única fuente, ni siquiera la principal, de donde surge el poder. El ideal final sería una especie de sociedad corporativista que tuvo expresión, en cierto grado, en los amarres institucionales de la Constitución de 1980, sobretodo en la inamovilidad de los comandantes en jefe, los senadores institucionales, la no participación en política de los líderes sindicales, el sistema binominal y otras lindezas. Esta tesis corporativista de desprecio de la soberanía popular ha condenado, durante toda la transición a la democracia, a la derecha a un permanente juego de perdedores, conformándose con las ventajas electorales, heredada de los amarres constitucionales.

Creo muy difícil que el gobierno concertacionista logre, por medio de pactos, cambios substanciales en el Sistema Electoral y de Partidos Políticos, pues la historia prueba que todas las grandes reformas electorales han sido producto de lo que podríamos llamar “golpes electorales”, es decir, aprovechar algunos momentos claves en que la derecha está desprevenida para lograr avances en el sistema electoral y político. Así ocurrió en 1912, como lo relata Manuel Rivas Vicuña; en 1958, con el Bloque de Saneamiento Democrático, que derogó la Ley de Defensa de la Democracia e instauró la cédula única; en 1970 y 1971, que concedió el voto a los mayores de 18 años a los analfabetos, aumentando el padrón electoral al 41% de los habitantes de la nación. Si me fuerzan a extremar el argumento, puedo afirmar que, incluso, la educación primeraza obligatoria y gratuita fue también producto de un golpe parlamentario, en 1920, producido por un acuerdo entre Manuel Rivas Vicuña y el líder conservados, Rafael Luís Gumucio Vergara. Podríamos seguir extendiendo el argumento a la separación de la iglesia y el Estado, en 1925, y a la aceptación, por parte de la jerarquía eclesiástica, del triunfo del masón Pedro Aguirre Cerda, que aterraba a una parte del clero, por a experiencia de la república española, de 1931. Rafael Luís Gumucio Vergara relata en sus Memorias la gestión realizada por él ante el Cardenal José María Caro.

En el comienzo de la transición a la democracia los partidos de derecha, si bien lograron mayores votaciones que el antiguo Partido Nacional, un 20% en 1973, fueron siempre minoría en las elecciones pluripersonales: diputados en 1989, 34.18%; diputados en 1993, 36.68%; Municipales en 1996, 32.47%, y así suma y sigue hasta llegar a fin de siglo. En las presidenciales, los resultados fueron aún más catastróficos: perdieron con Buche y, posteriormente, con Arturo Alessandri, ante los demócrata cristianos Aylwin y Frei. Sólo en 1999, por el fin catastrófico del gobierno de Eduardo Frei y el genial slogan del cambio, Joaquín Lavín logró casi empatar, en primera vuelta, con Ricardo Lagos, 47.58% para el primero y 47.96% para el segundo. Esta fue la parusía electoral de la derecha, perdida en la segunda vuelta gracias a los votos de la izquierda. De ahí para adelante, en las elecciones pluripersonales e incluso, en las presidenciales, la derecha cuenta con un sólido 40%, sin embargo, está condenada al juego de perdedores y a la freudiana desesperanza aprendida, respecto al anhelo de conquistar el sillón de O`Higgins.

Según pablo Longueira, una especie de profeta de la UDI populista, “la derecha es histérica y soberbia”, por eso mismo, seguramente, a pesar de los autogoles de la Concertación, volverá a perder las elecciones presidenciales del Bicentenario. Es muy posible que, como muchas de las profecías autocumplidas, este augurio de Longueira sea una realidad. Quienes no son especialistas en historia pueden entusiasmarse con la vocación popular de este ideólogo poblacional de la derecha. Si hubiera que buscar antecedentes a este aparente compromiso con los pobres, de que hace gala Longueira, creo que tendríamos que recurrir a la Falange española de José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera; los primeros falangistas españoles, plenamente fascistas, usaban el overol de obrero para identificarse con la clase trabajadora y cantaban Cara al sol con la camisa parda. El populismo es una nueva cara de la derecha en el mundo; baste recordar los casos de Nicolás Sarkozy, en Francia y de Álvaro Uribe en Colombia. Hay que tener mucho cuidado con este caramelo envenenado que la derecha ofrece a las masas despolitizadas.

Sebastián Piñera, un niño multimillonario, se ha apasionado por convertirse en el primer funcionario de la nación, único peldaño que le falta para poseer el poder total. Sabe muy bien que para conquistar el pequeño porcentaje que lo separa de la Concertación tiene que ofrecer el oro y el moro a los populáricos, hoy muy decepcionados de la política y con muy baja adhesión a la democracia, como lo prueban los informes del PNUD de los años 2001 y 2004, y la última encuesta de un conjunto de Fundaciones: menos de un 50% considera a la democracia el mejor de los sistemas políticos y a un 18% le atraen los regímenes totalitarios. Afortunadamente, la histeria, los escándalos, la estupidez del “Desalojo” y otros tantos torpes pasos que atentan contra la sociedad civil lleven, nuevamente, a la derecha a cumplir la condena de ser siempre perdedores. Por cierto, conservarán el poder económico y en las demás instituciones que siempre han tenido. Si en algo es hábil la derecha es en lograr que los concertacionistas administren mejor el modelo neoliberal que ellos mismos. Nada más eficiente que los laboristas y socialistas administrando el capitalismo especulativo.

Rafael Luís Gumucio Rivas

viernes, 25 de diciembre de 2009

Edgardo Condeza to




Agradeceríamos divulgar:
Comunicado

NUEVO TRIUNFO DE LOS CIUDADANOS Y DE LA DEMOCRACIA.
LAS TERMOELÉCTRICAS Y EL CAMBIO CLIMÁTICO.


Hoy 18 de Noviembre presentamos en la Municipalidad de PENCO, Región del Bio Bio, 2.968 firmas, para requerir a la Municipalidad la realización de un Plebiscito en Penco. Ya lo habíamos hecho en el Servicio Electoral. Para consultar a los ciudadanos, entre otras materias, la instalación de una termoeléctrica a carbón en la comuna.*
Ahora el Alcalde tiene 10 días de plazo para convocar a un Plebiscito.

En IQUIQUE en Octubre se realizó una consulta ciudadana organizada por la municipalidad. El 91 % rechazó la instalación de una termoeléctrica.
Estas centrales a carbón son las que liberan más CO2. Gas que produce o agrava muchas enfermedades y que es el principal productor del efecto invernadero, determinante en calentamiento global y el cambio climático.

ENCUESTA MUNDIAL CAMBIO CLIMÁTICO, el 16 de Noviembre, el Danish Board of Technology, del gobierno de Dinamarca dio a conocer el resultado de una consulta ciudadana realizada en 38 países, incluido Chile. El 91% opina que es urgentísimo un acuerdo mundial para disminuir las emisiones contaminantes y que influyen sobre el Cambio Climático.

Si nos comparamos con los países de América y Europa, en Chile estamos muy atrasados. Le hemos solicitado a la Presidenta de la Republica Señora Michelle Bachelet que, antes que finalice este gobierno, presente un proyecto de ley que permita que los ciudadanos reuniendo institucionalmente un cierto porcentaje de firmas queden facultados para srequerir al poder ejecutivo la realización de plebiscitos regionales y nacionales.
La institucionalización de este derecho es la obra más importante que se puede hacer con motivo del cumplimiento de 200 años de independencia.


Dr. Edgardo Condeza Vaccaro

Presidente
MOVIMIENTO POR LA CONSULTA Y LOS DERECHOS CIUDADANOS

* Todo el mérito de esta iniciativa, de la reunión de firmas, es de los ciudadanos que firmaron, de los que las recolectaron, en especial de Félix González, Presidente de Partido Ecologista, los hermanos Alejandro y Julia Villagrán, el Concejal Rodrigo Vera, con el apoyo de la institución PROMAC, Protección del Medio Ambiente y la Cultura, Eduardo Rubio, Héctor Escalona, José Torres, Pedro Farías, Anastelio Durán y del Notario Alejandro Abuter Game que certificó las firmas en forma gratuita..
Felipe Olaechea
colaboración de Asamblea Nacional por los Derechos Humanos

Medioambiente*

Para la comunidad de Iquique, para su población, para sus habitantes, tanto de la ciudad, como de la costa, existe hoy una preocupación permanente y vigente, que es la protección del medio ambiente, del aire que respiramos, de las aguas marinas y su biodiversidad y de las reservas de agua potable para el consumo humano, y para esto se han organizado reuniones, marchas, organizaciones, manifestaciones, para llamar la atención sobre estos problemas.

Todas las acciones mencionadas, tienen un origen común, que es el de manifestar la voluntad popular, el sentir de los ciudadanos y habitantes preocupados de su futuro y concientes de los riesgos a los que pueden ser expuestos, y además todas estas acciones tienen el común de que surgen tras de miles de intentos fallidos, de parte de las organizaciones sociales y personas, por que la autoridad se haga responsable de la protección y cuidado del medioambiente, ya que es este, el que tiene que velar por el respeto de los derechos de las personas ha “vivir en un ambiente libre de contaminación”, principio consagrado en la Constitución Política del Estado, por esto, es preocupante la situación, cuando leemos que el Intendente regional, representante del gobierno de la Concertación de Partidos Por La Democracia, (PPD) señala que “No le temblara la mano”, para llamar a carabineros en contra de los pobladores que se están manifestando por la desesperación para defender este derecho, uno esperaría, que no le temblara la mano, para firmar instrucciones a sus Seremis, para garantizar la salud y el derecho de los ciudadanos, ojala no le temblara la mano, para responderle a los pobladores que escriben cartas y cartas, solicitando audiencias para discutir temas ciudadanos, ojala que no le temblara la mano, para estrechar las manos de los pobladores entregándoles respuestas concretas a sus necesidades, ojala que no le tiemble la mano para firmar los informes con los resultados electorales de diciembre después que la población organizada tras la espera por protección del gobierno, les responda negativamente en diciembre, por que si hay manifestaciones hoy, es por la falta de respuestas y protección ayer.

Mientras tanto, los que creemos en la libertad, los que creemos en la democracia que nace del pueblo, continuaremos apoyando y fortaleciendo, el derecho ciudadano para la organización, por que esta es la base para la educación de un pueblo, que proteja y defienda sus derechos, fuertemente representados por el Movimiento Ciudadano No a las Termoeléctricas, que dio una lección de organización y participación ciudadana, que con las 65 mil firmas ciudadanas obligo a la municipalidad ha realizar la consulta, y que hoy continuara creciendo al refundirse en un movimiento mas fuerte y mas amplio, que caminara con los pasos firmes de lo correcto, que es la protección del Medioambiente, y la salud de niños y niñas de nuestra tierra.

Esta organización, se hace especialmente importante, por que quedan muchas luchas por la protección del medioambiente, entre ellas la necesidad de impedir que se apruebe en el Congreso Nacional, el proyecto de Ley Ambiental, negociado por la Concertación y la derecha, el que presenta las indicaciones favorables a los grupos económicos, quitándole fuerza a las indicaciones ciudadanas durante los procesos de autorización, restándole valor a las COREMAS, en definitiva, una vez mas, se privilegia y se busca legislar a favor de las transnacionales, adecuando la ley a estos intereses, cada vez que el pueblo demuestra ser capaz de utilizar las herramientas legales vigentes, a favor de la protección del medioambiente.

* Por segunda semana consecutiva, el diario 21 de iquique, censura esta columna, una lastima ya que es un golpe a la libertad de expresion que tiene que prevalecer en un pais que se dice libre.

Felipe Olaechea
Escritor y Documentalista
Asamblea por el Agua y la Vida
PRIMER MANIFIESTO DEL AGUA

El Gobierno de Chile en las últimas décadas ha concebido y empleado el bien vital AGUA, bajo políticas desreguladas y permisivas, heredadas de la dictadura, que favorecen la depredación de este elemento esencial para la vida.

Han convertido el AGUA en una mercancía de uso privilegiado de las grandes empresas extranjeras y de quienes detentan el poder económico en este país.

El gobierno concertacionista, desde la década de los 80 a la fecha, ha promovido la privatización del AGUA y de todos los bienes públicos de Chile sin importar los costos sociales y ambientales que esto ha traído consigo, permitiendo que la administración del AGUA sea propiedad mayoritaria de empresas transnacionales como ENDESA y las mineras, que sólo buscan el lucro y el monopolio de bienes estratégicos como el AGUA, fundamentales para el desarrollo de la vida.

Prueba de ello es la reciente aprobación que la Dirección General de Aguas ha hecho a la minera canadiense Barrick Gold en vísperas de que la Presidenta de Chile asistiera a una cena financiada y organizada por esta minera en la ciudad de Nueva York.

Queremos, en consecuencia, ratificar ante el pueblo chileno y la comunidad internacional lo señalado hace dos meses atrás en la 2ª Asamblea por el Agua y la Vida.

1. Como organizaciones autoconvocadas por la defensa de la vida y el agua, consideramos que es de vital importancia la recuperación del agua como bien común de los pueblos.

2. Exigimos el libre acceso al agua, en cantidad y calidad, pues esto no es un derecho que podemos ceder, transar ni vender, además de nuestro derecho a la Libre Determinación de los Pueblos.

3. Consideramos que el agua debe ser concebida y apreciada como un elemento fundamental para la vida, que debe hacerse valer en armonía con la naturaleza, no como un recurso de lucro transable en el mercado.

4. Creemos que la actual institucionalidad chilena e internacional es un impedimento para la realización de los objetivos recién señalados y facilita los conflictos socio ambientales existentes. Por todo ello, exigimos la anulación del actual Código de Aguas, del Código de Minería, el Tratado Binacional, el Decreto 600 Extenso y tratados de libre comercio.

5. Tenemos la profunda convicción de que es urgente la participación de todos los actores sociales, políticos, culturales y de todos y todas en general, para la construcción de los cambios que nos permitan materializar la sociedad que soñamos.

Además, como Asamblea por el Agua y la Vida creemos que es urgente tomar conciencia real del AGUA, concibiéndola en su verdadera dimensión.

6. El agua es vida, de ella depende todo sobre la faz de la tierra. Sin agua no hay vida, y quien detente el poder de ésta, controla también la existencia.

7. Es urgente levantar un verdadero significado acerca del agua entendiéndola como fuente de vida, energía y pureza, en equilibrio con la madre tierra, regando los valles, viajando en los ríos, dando vida a los pueblos.

8. El agua entendida como mercancía es una problemática que atraviesa a toda la sociedad y a todos los conflictos socio-ambientales que genera el sistema neoliberal. Es por esto que debemos concebir la recuperación del agua como un elemento central de nuestros sueños, luchas y demandas.

9. Como sociedad, se necesita tomar acciones directas e inmediatas en conjunto, definiendo con claridad nuestros planes conjuntos de acción desde la autonomía y la independencia social, alejándonos de aquellos gobiernos, partidos políticos y las falsas ONGs que sólo quieren cooptar y capitalizar este nuevo movimiento en ciernes.

10. Los principales responsables del mal uso, agotamiento y depredación del agua en Chile son las mineras, las termoeléctricas, las industrias pesqueras, las salmoneras, las hidroeléctricas, el monocultivo, el mal gobierno con sus permisivas políticas gubernamentales, al igual que las autoridades regionales y locales, los partidos políticos representados en el Parlamento, las organizaciones empresariales, estudiantes y profesores de las principales universidades de Chile y la mayoría de los medios de comunicación social que han patrocinado, deformando groseramente lo que está ocurriendo o guardando silencio cómplice de esta depredación.

11. No queremos y no aceptamos que este elemento vital para todos los Pueblos y para nuestra Madre Tierra, esté en manos de algunos pocos para lucrar y hacerse ricos. El Agua, junto con el Aire y la Tierra, NO nos pertenecen, SOMOS con ellos.

12. Debemos recuperar y liberar el agua, y construir un nuevo modo de vida que incluya y respete a todas las diferentes formas que de ella existen. Para ello también apelamos a significar el agua desde la toma de una real conciencia pero también dándole una gran importancia a las soluciones prácticas y a las medidas simples para su cuidado.

13. Exigimos agua limpia y vida sana para todos los pueblos y para todos los hijos e hijas de la Tierra.

¡¡Porque todas las luchas son la misma gran lucha!!

Estamos tod@s invitad@s
Todas las luchas

Todas las vidas

Todos los pueblos
Asamblea por el Agua y la Vida, Lolol, 4 de octubre de 2009
Candidato a la deriva
Daniel Mansuy
Fuente. El mostrador
Master en Filosofía y Ciencia Política
http://cuadernosdelaquincena.blogspot.com
La inaudita tozudez de Juan Carlos Latorre y Camilo Escalona es el síntoma inequívoco de que, en el fondo, la elección de enero ya está jugada. Pese a que cualquier posibilidad real de Frei pasaba por que ambos renunciaran a la cabeza de sus respectivos partidos, éstos optaron por negarse rotundamente. La actitud es cuestionable, pero tiene el mérito de dar un mensaje claro: Frei ya está perdido, y la preocupación actual tiene más que ver con las cuotas de poder de la nueva oposición que con la segunda vuelta. Quizás la mejor postal sea el repentino arranque de sordera de Latorre, quien no escucha las pifias porque ya no escucha nada: Frei es la última de sus preocupaciones. Sin embargo, también hay que ser compasivos: el hombre llevaba tantos años esperando ser presidente de la DC que es normal que se aferre al cargo como un náufrago. Poco le importa que el buque se esté hundiendo.
Abandonado a su destino, el candidato da palos de ciego siguiendo un libreto que plantea un serio problema para los analistas: encontrar la lógica detrás de sus pasos. Si Frei Montalva afirmaba que no cambiaba ni una coma de su programa por un millón de votos, Frei Ruiz Tagle parece dispuesto a vender la casa, los muebles y la ropa por un puñado de electores. Llegó a un acuerdo con el PC que contiene concesiones de importancia, y aceptó luego propuestas de Marco Enríquez que antes había rechazado con vehemencia: ya nadie sabe bien cuáles son los ejes de su programa ni cuáles son las convicciones del candidato, si es que acaso las hay.
Intentó renovar, una vez más, su comando con algunas caras nuevas. Al hacerlo, eludió el problema principal, el del mensaje. Frei no ha logrado dar con un equilibrio consistente entre continuidad y cambio, entre progresismo y centrismo. Posiblemente se trataba de una ecuación imposible. Frei ha querido decir tantas cosas a lo largo de su campaña que ha terminado por no decir nada. Ya no sabemos si quiere ser el continuador de Michelle Bachelet, un puente con las nuevas generaciones (¿por qué se necesita un puente?), un progresista que no sabe muy bien qué diablos es el progresismo (¿alguien podría definirlo?) o un estatista de última hora, entre varias otras cosas. Además, Frei podrá tener muchas virtudes, pero no es un buen candidato, y eso pesa mucho cuando el viento viene en contra.
¿Cuánto no ganaría, por ejemplo, el discurso de Frei si tuviera la valentía de oponerse en voz alta al proyecto de Horst Paulmann que se acaba de reiniciar? ¿Cómo es posible que un proyecto de esa envergadura se esté llevando a cabo sin un plan de mitigación vial previamente acordado, y el candidato “progresista” no tenga nada de que decir?
No quiere decir esto que Piñera haya mostrado mucho más. Su consigna vacía del cambio no es mucho más profunda que las de Frei, y sus propuestas se pasean entre la interminable lista de supermercado y un voluntarismo rayano en populismo. Ni Piñera ni Frei han sido candidatos audaces, pero el primero ha tenido buenas razones para no serlo: siempre ha estado en el primer lugar y, en consecuencia, el desafío ha estado siempre del lado del candidato oficialista. Éste último no ha encontrado una manera correcta de enfrentarlo y, por lo mismo, los repetidos relanzamientos de su campaña se parecen cada día más a los relanzamientos de la fallida campaña de Lavín el 2005, que sólo sirvieron para terminar de hundirlo.
Además, Frei es prisionero de sus compromisos y eso le impide ser creíble en su discurso. ¿Cuánto no ganaría, por ejemplo, el discurso de Frei si tuviera la valentía de oponerse en voz alta al proyecto de Horst Paulmann que se acaba de reiniciar? ¿Cómo es posible que un proyecto de esa envergadura se esté llevando a cabo sin un plan de mitigación vial previamente acordado, y el candidato “progresista” no tenga nada de que decir? ¿El estatismo al que Frei adscribe implica entonces que la sociedad debe financiar las externalidades negativas del Costanera Center, como si se tratara de una obra de caridad pública? ¿Y el candidato opositor tampoco tiene nada que decir, pudiendo criticar con buenas razones al gobierno? ¿Debemos deducir entonces que ambos candidatos se sienten cómodos con esa manera de hacer las cosas?
Para ellos, lo mejor es guardar silencio, pues parecen haber demasiados intereses en juego. En esta situación queda la inevitable sensación de que el estatismo progresista de Frei es de cartón, y el supuesto cambio piñerista es un poco cosmético.
A falta de buenas razones, buena parte de los electores parecen enfrentados a un triste dilema: votar por uno para evitar que salga el otro. Y es innegable que, en ese contexto, Piñera tiene todas las de ganar, pues a Frei no le dan ni los números ni las ganas, y ya no le queda ni épica a la que recurrir. Pero, más que un triunfo de Piñera, en enero veremos la derrota de Frei. Será, quizás, el triste final de su carrera política. Aunque, en honor a la verdad, habría que agregar también que él buscó estar allí, con una perseverancia digna de elogio. No podrá quejarse.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Copenhague: Seattle madura

Copenhague: Seattle madura
escrito por Naomi Klein


El otro día recibí una copia prepublicación de The Battle of the Story of the Battle of Seattle (La Batalla de la Historia de la Batalla de Seattle), de David Solnit y Rebecca Solnit. Planean sacarlo a 10 años de la histórica coalición de activistas que impidió que se llevara a cabo la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, la chispa que prendió un movimiento anticorporativo global.
El libro es un fascinante recuento de lo que realmente pasó en Seattle, pero cuando hablé con David Solnit, el gurú de acción directa que ayudó a que fuera posible el cierre, descubrí que estaba menos interesado en rememorar lo ocurrido en 1999 que en hablar acerca de la próxima conferencia de la ONU sobre el cambio climático, que tendrá lugar en Copenhague, y las acciones de justicia climática que ayuda a organizar en Estados Unidos, programadas para el 30 de noviembre. Ése es, definitivamente, un momento tipo Seattle, me dijo Solnit. La gente está lista para dar la pelea.

Sí, hay una cualidad estilo Seattle en la movilización de Copenhague: el enorme abanico de los grupos que estarán presentes; la diversidad de las tácticas que se exhibirán; y los gobiernos de los países en desarrollo listos para incorporar en la conferencia las demandas de los activistas. Pero Copenhague no es simplemente una segunda versión de Seattle. En vez, la sensación es que las placas tectónicas progresistas se desplazan y crean un movimiento que se construye a partir de las fortalezas de una época anterior pero también aprende de sus errores.

La gran crítica al movimiento que los medios insistían en llamar antiglobalización siempre fue que tenía una larga lista de quejas y pocas alternativas concretas. En contraste, el movimiento que converge en Copenhague aborda un solo tema –cambio climático– pero teje una coherente narrativa sobre su causa y sus curas, que incorpora prácticamente todos los temas en el planeta. En esta narrativa, nuestro clima cambia no sólo debido a ciertas prácticas contaminantes sino por la subyacente lógica del capitalismo, que valora, sobre todo lo demás, la ganancia de corto plazo y el crecimiento perpetuo. Nuestros gobiernos quieren hacernos creer que la misma lógica puede ser aprovechada ahora para resolver la crisis climática, mediante crear un bien que puede ser comercializado, llamado carbono, y mediante transformar los bosques y la tierra agrícola en sumideros que supuestamente van a compensar nuestras desenfrenadas emisiones.

Los activistas por la justicia climática en Copenhague argumentarán que, lejos de resolver la crisis climática, el mercado de carbono representa una privatización sin precedente de la atmósfera, y que las compensaciones y los sumideros amenazan con convertirse en una manera de apoderarse de recursos, de proporciones coloniales. Estas soluciones basadas en el mercado no sólo fracasarán en resolver la crisis climática; además, este fracaso profundizará drásticamente la pobreza y la desigualdad, porque los más pobres y los más vulnerables son las principales víctimas del cambio climático, y también los principales conejillos de Indias en estos esquemas de comercio de emisiones.

Pero los activistas en Copenhague no dirán simplemente no a todo esto. Promoverán soluciones que simultáneamente reducen las emisiones y la desigualdad. A diferencia de cumbres previas, donde las alternativas parecían una idea de último momento, en Copenhague las alternativas tendrán un lugar central. Por ejemplo, la coalición de acción directa Climate Justice Action (Acción por la Justicia Climática) ha llamado a los activistas a que el 16 de diciembre irrumpan en el centro de conferencias. Muchos lo harán como parte del bloque de bicis: manejarán juntos una aún no revelada irresistible nueva máquina de resistencia, compuesta de cientos de viejas bicicletas. La meta de la acción no es cerrar la cumbre, al estilo de Seattle, sino abrirla, transformarla en “un espacio para hablar acerca de nuestra agenda, una agenda de abajo, una agenda de justicia climática, de verdaderas soluciones en contraposición con las suyas, falsas… este día será nuestro”.

Algunas de las soluciones provenientes del campamento activista son las mismas que el movimiento por la justicia global ha defendido durante años: agricultura local y sustentable; proyectos energéticos descentralizados y más pequeños; respeto al derecho a la tierra de los indígenas; dejar los combustibles fósiles en la tierra; aflojar las protecciones en lo que respecta a la tecnología verde; y pagar estas transformaciones por medio de gravar las transacciones financieras y cancelar las deudas externas. Algunas soluciones son nuevas, como la creciente demanda de que los países ricos paguen reparaciones de deuda climática a los pobres. Está difícil de conseguir, pero todos acabamos de ver el tipo de recursos que nuestros gobiernos pueden congregar cuando se trata de salvar a las elites. Como dice un lema para Copenhague, Si el clima fuese un banco, ya lo habrían salvado. No lo hubieran abandonado a la brutalidad del mercado.

Además de la coherente narrativa y el enfoque en las alternativas, hay bastantes otros cambios: un enfoque más meditado en lo que se refiere a la acción directa, uno que reconoce la urgencia de hacer algo más que simplemente hablar, pero que está empeñado en no interpretar el cansado guión de policías contra manifestantes. Nuestra acción es de desobediencia civil, dicen los organizadores de la acción del 16 de diciembre. “Venceremos cualquier barrera física que se nos interponga –pero no responderemos con violencia si la policía ‘intenta’ escalar la situación.” (Dicho eso, no hay manera de que la cumbre de dos semanas no incluya unas cuantas batallas campales entre los tiras y los chavos de negro; después de todo, esto es Europa.)

Hace una década, en un artículo de opinión en The New York Times publicado luego que Seattle fue cerrado, escribí que un nuevo movimiento que defendía una forma radicalmente diferente de globalización acababa de tener su fiesta debut. ¿Cuál irá a ser el significado de Copenhague? Se lo pregunté a John Jordan, cuya predicción de lo que finalmente ocurrió en Seattle cité en mi libro No Logo. Respondió: Si Seattle fue la fiesta debut del movimiento de movimientos, entonces quizá Copenhague será una celebración de nuestra mayoría de edad.

Advierte, sin embargo, que crecer no implica ir a lo seguro, no tomar riesgos, evadir la desobediencia civil y favorecer sobrias reuniones. Espero que hayamos crecido para volvernos mucho más desobedientes, dijo Jordan, porque la vida en este planeta puede llegar a su fin por demasiadas acciones de obediencia.


Este texto fue publicado originamente en The Nation.
Traducción: Tania Molina Ramírez.

Léxico

Léxico
Manuel Riesco
Economista CENDA
Fuente el ciudadano
Los economistas ni se arrugan al hablar de “crecimiento negativo”, “aumento negativo”, “expansión negativa”, “inflación negativa”, “valorización negativa” y varias perlas por el estilo. Los empresarios ya no se endeudan, ahora se “apalancan” y a sus trabajadores no los despiden, sólo los “desvinculan.”
A nadie se le ocurriría utilizar expresiones tales como “subiendo hacia abajo”, “bajar para arriba” o “avanzar p’atrás,” a no ser que fuera en chunga o para corregir a los niños que empiezan a hablar. Mucho menos osaría escribirlas en informes oficiales que serían luego reproducidos en primera plana por la llamada “prensa seria.”
Sin embargo, los economistas ni se arrugan al hablar de “crecimiento negativo”, “aumento negativo”, “expansión negativa”, “inflación negativa”, “valorización negativa” y varias perlas por el estilo. Los empresarios ya no se endeudan, ahora se “apalancan” y a sus trabajadores no los despiden, sólo los “desvinculan”.
No hay que ser mal pensado para suponer que tales extremos eufemísticos no son sino ridículos esfuerzos por difundir la idea que la economía marcha siempre hacia arriba y que sus periódicas contracciones no constituyen sino anomalías muy pasajeras.
Es bien sabido, por otra parte, que la mayoría de los economistas que aparecen en los medios de comunicación son poco más que plumas arrendadas por sus empleadores y mecenas, que en la mayor parte de los casos son banqueros y otros peces gordos de las finanzas. Ricardo Ffrench-Davis, uno de los economistas chilenos más destacados y un verdadero orgullo para esta vapuleada profesión, ha venido reclamando por años la desmedida importancia que se ha venido dando a las opiniones de tales “expertos.” Por cierto, se ha expresado acerca de ellos en términos más comedidos, que quizás por lo mismo resultan aún más duros.
Del mismo modo, el espíritu crítico de los periodistas de economía de los principales medios no hace tampoco ningún favor a la dignidad de esa profesión. Ello ha llegado a extremos tales que ha sido tema de recientes novelas best-seller. La manera en que “inflan” y miman sin recato alguno a los empresarios, autoridades económicas y voceros que son del gusto de los primeros, constituye un verdadero bochorno. Se agrava porque al mismo tiempo silencian o descalifican de modo grosero a las voces críticas.
Todo esto no puede seguir y de hecho está terminando. Las palabras que no se podían pronunciar ahora forman parte del léxico diario de las páginas económicas y así continuará por décadas. Varias empiezan con “r,” como retroceso o recesión, otras peores con “d”, como desempleo, depresión, desvalorización o deflación, algunas con “c” como contracción o crisis y otra muy fea empieza con “q”.
Keynes es citado a diario y Marx a lo menos una vez por semana en la principal prensa financiera mundial. Al primero se lo nombra cada vez más incluso en Chile y de a poco se ha visto ir apareciendo en El Mercurio a premios Nobel antes ignorados, como Krugman y Stiglitz y a otros economistas críticos como Roubini.
Para resolver la gravísima situación que enfrenta el país y el mundo no se saca nada con hacer como que no pasa nada. Hay que mirarla cara a cara y prestar oídos a las ideas y personas que están preparadas para enfrentarla.
La crisis ha quebrado la ilusión que la economía capitalista siempre va para arriba o que se equilibra sola. Asimismo la utopía que las bolsas y el interés compuesto son capaces de enriquecer a los inversionistas y a los pensionados. O que el Estado es un problema para la economía. Ello simplemente no es así y nunca lo ha sido. Una nueva manera de pensar acerca de estas cosas, más realista, va a permanecer a lo menos por dos generaciones como ocurrió después de los años 1930.
El capitalismo se ha venido expandiendo y revolucionando todo alrededor del mundo entero desde hace dos siglos. Sin embargo, su avance ha sido a saltos a través de la destrucción brutal que él mismo ocasiona previamente. No despedaza solamente los viejos modos de producción, familias y estructuras sociales e ideas. Periódicamente arrasa también con aquello que él mismo ha creado. Derrumba las fronteras, barrios, industrias y minas que antes ha levantado y excavado para luego deprimir, destruir y reconvertir.
Como escribió Marx en la edición inglesa del Manifiesto Comunista y Marshall Bermann utilizó luego la frase como título en su hermosísimo libro que es una de las mejores guías para comprender la modernidad, a su paso: “Todo lo sólido se desvanece en el aire.”
En cuanto al Estado, ahora sabemos, es lo único que el capitalismo no destruye durante las crisis. Es su tabla de salvacion.

sábado, 7 de noviembre de 2009

IDENTIDAD

En solidaridad con el pueblo Mapuche

martes, 3 de noviembre de 2009

Desde la comuna, adhiere a la convocatoria del Movimiento G-80 a solidarizar con la nación mapuche
El Movimiento Generacional G-80 ha convocado a una jornada de solidaridad con la Nación Mapuche para el domingo 8 de noviembre a las 15. Hrs.
Espero que todos los amigos que visitan este blog puedan adherir sus nombres a esta convocatoria y sumarse el domingo a este acto de solidaridad. Para adherir sus nombres contáctense con Alejandro Toro al correo atoro@generacion80.cl
Ojala todos asistan.
Alfredo cerpa .
CONVOCATORIA
La nación mapuche nuevamente se levanta desarrollando las más diversas movilizaciones y acciones de recuperación de tierras a través de todo su territorio.
El gobierno chileno responde con violencia extrema, usando los mecanismos represivos heredados de la legislación dictatorial. La represión gubernamental ya ha costado la vida a los hermanos mapuche, Alex Lemún, Matías Catrileo y Jaime Mendoza Collio.
Nosotros, chilenos comprometidos con las causas de la justicia, la democracia y la igualdad, no podemos quedarnos inmóviles ante esta realidad. Por ello invitamos a todos a sumarse al acto Artístico y Cultural de Solidaridad con las luchas del pueblo mapuche.
Exigimos ya
AUTONOMÍA y devolución de los TERRITORIOS ancestrales a la nación mapuche
DESMILITARIZACIÓN de la Araucanía y LIBERTAD DE LOS PRESOS POLÍTICOS MAPUCHE
Súmate, adhiere, difunde
Domingo 8 de noviembre 15 hrs
PARQUE BUSTAMANTE DE SANTIAGO (Metro Baquedano)

domingo, 1 de noviembre de 2009

Sobre la Unidad y el MPT

Por Ricardo Balladares.
fuente. www.g80.cl

“Y ya solo la mención de una vía queda;
la de que es. Y en ella hay señales
en abundancia; que ello, como es, es ingénito e imperecedero
entero, único, inmutable y completo”.

Parmenides


El gran error tradicional de la izquierda y que es, en parte, lo que la define como tradicional es, pensar en la unidad como forma única, homogénea y como movimiento rectilíneo uniforme.

Este concepto de unidad tiene su origen en la construcción occidental clásica-moderna-europea, la que primero cedió a la tentación platónica, posteriormente cartesiana, más tarde a la tradición hegeliana de la Idea Absoluta, y finalmente a la metafísica kantiana del ser; así, el pensamiento occidental, desde Parménides, se auto-secuestró y también forzó, mediante formas sabidas de opresión y dominación, con efectivos resultados, al resto del pensamiento mundial científico-intelectual, lo que ha tenido impacto hasta nuestros días.

La matematización del concepto de unidad se define como la estandarización de una determinada magnitud física, la cual, a partir de la imposición de un patrón de reconocimiento sobre unidades básicas o primarias, establece una unidad secundaria o derivada. Esto se extendió y colonizó la definición de la unidad del ser colectivo en cualquiera de sus expresiones: societal (Estado-Nación), política (partido), económica (capitalismo), social (clase), etc. Cada uno de estos conceptos, cimentados en aquella idea mezquina de unidad, fueron concebidos como “hechos” de verificación legítima de la integración civilizatoria (forzada o cooptada) de la modernidad occidental euro-norteamericano céntrica. Todo desarrollo unitario, en su forma y movimiento, se entendía naturalmente como estructura mono-relacional y mono-decisional (monoétnico, monocivilizatorio, monopartidista, monoeconómico, etc.), considerando la multiplicidad como movimiento de sospecha y como forma que hay que aplastar.

El concepto de unidad en cuestión, no descansa solamente en una reflexión filosófica. La unidad así concebida tuvo consecuencias concretas en la historia del siglo XX. Ella, en sí, como partera civilizatoria también fue, con la misma fuerza, barbárica. Sino, ¿cómo explicar que 2.500 años de filosofía occidental y 150 años de modernidad ilustrada, no fueran suficientes para contener la barbarie católica, española, nacionalsocialista, estalinista, norteamericana, polpotiana, procesos de “pacificación” de los estados nacionales latinoamericanos, dictaduras, contrarreformas neoliberales, etc.?

Quizás la respuesta podría estar en aquel doble fondo totalitario y universalista de aquella concepción de unidad, en la cual, se sustenta una parte importante de nuestra tradición filosófica, hoy convertida en sentido común y tan convocado por las organizaciones de izquierda (reformadora o revolucionaria). Cómo explicar que algo tan nombrado, supuestamente tan convenido, determinado como el único camino posible, siga aún como horizonte utópico inmediato de las fuerzas anticapitalistas, antineoliberales y antiimperialista. Todas/os queremos la unidad pero a la vez ésta nos sigue saludando en lontananza. Puede que sea por aquella fuerte tradición mencionada más arriba.

Al entender la unidad como identidad, como lo único, obviamente se producirá un choque de expectativas que privilegiará la mismidad a costas de la alteridad. Lo otro, la otra, el otro, se suspende en provecho de aquello que es a mi medida y a mi escala. Se jibariza lo otro a lo mismo, consumido en la transición de lo múltiple a lo único. Los demás: mujeres, hombres, flora, fauna, mapuches, aymaras, quechuas, pascuences, mestizos, capaz medias, identidades heterogéneas, son vistas como imposibilidad al libre despliegue de lo Mismo, Mi Mismo como único sujeto de la acción.

Entonces, pensar que si Todos, que en realidad es Yo, no estamos preparados para tal o cual tarea o táctica, nadie lo está, es un síntoma de lo descrito anteriormente. Visualizar en el otro mis incapacidades/impotencias, y por ende totalizar la incapacidad/impotencia, resulta oportuno para Mí pero devastador para la iniciativa popular. Si el partido no está, la sociedad y las clases subalternas tampoco lo estarán. El obrerismo históricamente a tendido a esta interpretación de su relación para con el otro. Por eso, afirmaciones que identifican como aliados estratégicos “a todas las clases, pueblos y láminas sociales castigadas por el capitalismo” (Figueroa, 2009) resulta, en parte, atinado y alentador, siempre y cuando esa construcción emancipatoria sea con ellos, al lado de ellos y no delante de ellos. En eso se sustenta la idea de Federación.

La Federación es, si bien no opuesto, distinto a lo Unitario. Federación es la intersección de elementos comunes y no la unión de todos los elementos en un solo conjunto unión. En consecuencia la unidad en la intersección (federación) debería comprenderse como la convergencia de la multiplicidad manteniendo la forma multiplicidad y no como unidad síntesis en lo único, en lo total totalizante totalizado. La forma federación se opone a la forma unión en el sentido que la primera permite expresar la forma de la sociedad contemporánea y por ende facilita la atracción y acoplamiento de identidades múltiples, aumentando su extensión y densidad tanto en las relaciones como en su movimiento. Sin embargo la segunda, se convierte en un sistema cerrado, clausurándose operativa e incluso cognitivamente, dejando poca posibilidad a la regulación dinámica. Me explicó sucintamente, la forma unión es como la maquina a vapor, puede convertir materia en calor pero está imposibilitada de convertir materia directamente en energía mecánica; en cambio, la forma federación como sistema abierto tiene la posibilidad de intercambiar energía con el ambiente, por ende puede convertir su energía potencial en trabajo, un ser vivo. Para desplazar dicho ejemplo al MPT, vasta medir las intervenciones de la organización desde abril a octubre en la realidad social, su cantidad, su calidad, impacto y reproducción. Como se puede observar todas han sido actividades cuyo eje es concéntrico, es decir hacia adentro. Otro dato importante es que de 80 organizaciones iniciales ya vamos en la mitad y el ejecutivo sigue desmembrándose. Regiones no han sido incorporadas, asumiéndose como punto crítico. El ejecutivo “nacional” es en sí un ejecutivo metropolitano. Toda la dinámica es reflejo de aquella colonizada manera de entender la unidad. Dinámica contrapuesta a la aspiración de ser un “Instrumento Político Popular”.

Para convertirse en instrumento político popular y para afirmar cuales son las condiciones de la lucha electoral para los anticapitalistas, dichas descripciones o reflexiones no solo deben ofrecer coherencia lógica sino también coherencia empírica. Es el opuesto complementario sustantivo para acertar en la respuesta a la pregunta sobre cuál es la contradicción principal del periodo (táctica) y así poder distinguirla de la contradicción fundamental (estratégica).

Preguntas como ¿cuál es la condición obrera en Chile?, ¿cuáles son las condiciones de la revolución social? y ¿desde donde y bajo que procesos se reconstituye lo nacional y popular en el Chile de hoy? no se responden correctamente, tan solo, desde marcos lógicos ofrecidos por axiomas que fueron tales durante 100 años, hoy, puede constituir un acto plenamente conservador.

Por ejemplo, la tan anunciada crisis capitalista apocalíptica no ha llegado, por el contrario, cada crisis es más o menos crisis. Efectivamente, es crisis para masas empobrecidas y riesgo de crisis para las capas medias, pero para el capitalismo aún no. Por el contrario, el desarrollo de las fuerzas productivas y las crisis estaciónales han acrecentado el espacio de realización del capitalismo.

Para que la “hecatombe” capitalista ocurra, al interior de ella se deben desplegar fuerzas de autoorganización del trabajo. Es decir, trabajo emancipado, trabajo reapropiado, nuevas formas de valor que se enfrente a la forma valor (mercancía). Formas de valor que expresen la autoconciencia del trabajador por su trabajo, no como mercancía sino como valor de uso. El capitalismo en crisis se debe manifestar como impotencia del capital, como incapacidad de su continuidad, debe ser superado por nuevos patrones del trabajo y la producción. Para que esto ocurra -el surgimiento de nuevos patrones- se requiere de capacidad para generar tales patrones. ¿Dónde radica esa capacidad? Por ahora, acallada en el seno de la sociedad misma, en expresiones autónomas y emergentes de producción, intercambio y consumo, pero aún a una escala insignificante: cooperativas campesinas, modos de producción comunitarios, economías alternativas, redes de comercialización basadas en la justicia, redes de economía familiar, economía productiva-distributiva de comunidades mapuches, comprando juntos, agricultura tradicional, permacultura, etc. A su vez, existe una entidad constituida-constitutiva-constituyente de relaciones y estructuras con la capacidad de convertir una idea, un memorando, una firma, una decisión en materialidad social cierta. El estado.

El estado como campo decisional y relacional otorga dispositivos que permitirían, eventualmente, incentivar y reforzar las formas autónomas emergentes de la sociedad y potenciar su despliegue (García, 2009). Ampliar su base social y su autonomía. Aquí radica la diferencia entre un estado que reforma y atenúa el modo de producción capitalista y un estado revolucionario que potencia el germen de la sociedad poscapitalista. Por eso los pobres y oprimidos no pueden ni deben renunciar a la lucha por el estado. Si bien la perspectiva del estado es socialista; en lo inmediato, la lucha debe concentrarse en descubrir esas nuevas formas de reapropiación del trabajo y batallar por igualdad, redistribución de la riqueza y la ampliación de los derechos y libertades democráticas. Reconstituir lo nacional y lo popular y apoyar los procesos de los pueblos naciones originarias en su propia reconstitución.

La lucha por el estado, no como algo instrumental sino como espacio combinado de relación-decisión, estado-sociedad viva, requiere de un instrumento y una experticia igualmente combinada. Efectivamente las condiciones actuales hacen difícil la lucha electoral a gran escala pero, sí posibilita el ejercicio de capacidades, confianzas, habilidades, dotación de instrumental técnico-profesional, ensayos y visibilización de nuevas formas de gestión y nuevas formas de presentar la actividad política a nuestro pueblo, permite el salvamento de la política de los políticos tradicionales, demostrar la potencialidad plebeya en aquella disputa. por un lado el instrumento electoral y alternadamente el movimiento político social.

La idea de disputar los espacios locales el 2011, por toda la capacidad que se requiere para asumirlo con seriedad, no puede partir el 2010 o no puede dejarse a la suerte de tal o cual pacto o de la capacidad de tal o cual candidato para juntar los recursos y las firmas como independientes. Se debe generar un instrumento legalizado para facilitar la participación de dirigentes sociales acompañados de una amplia base social en todo el país. Las actuales elecciones legislativas pueden ser asumidas -con radicalidad e inteligencia- como el campo sobre el cual desplegar las primeras fuerzas de esa iniciativa.

El presente electoral permite construir esa confianza entre candidatos-dirigentes sociales populares independientes, ofrece la posibilidad de innovar y ensayar sin miedo a equivocarse, acumular experticia, contrastar formatos, desnudar discursos, etc. Si hay quienes creen que hoy pueden desplegar ese ejercicio, el MPT bajo la concepción federada y popular, debiera apoyar dichas candidaturas o por lo menos no castigarlas, insultarlas o desmerecerlas.

No se puede, a falta de Mi política, sacrificar la política de Otros. No podemos intelectualizar la negación para salvar con coherencia lógica la falta de coherencia empírica.

Las cabezas a convencer de que la revolución social es posible, no son nuestras cabezas, esa lucha no se define en nuestros debates, ni en nuestras casillas de correo (por más correos que se manden), ni en el rayado de muros en la ciudad, esa lucha se prueba y realiza (hacerse real), en el seno mismo de nuestra sociedad, en nuestros barrios, nuestras juntas de vecinos, nuestros espacios de luchas temáticas, comités de servicios básicos, asociaciones de pequeños productores, microempresa, etc. Lucha que no se reduce a actos políticos-culturales sino en la intervención cotidiana de dichos espacios y relaciones.

Las cabezas y manos que hay que ganar están hoy con la derecha, con la concertación y en la negación de la participación política. El MPT debe dejar de debatir entre sí y salir a debatir contra la derecha, la concertación y la apatía política.

Sí, debemos convencer, pero no como los españoles y el estado chileno, es decir a palos, no podemos maltratar a nuestro pueblo por estar contenido por el asistencialismo y acosado permanentemente por la doctrina de seguridad pública. Debemos ser la contraparte de esa dinámica. Mientras nosotros nos restamos, dicha experticia es acumulada por opciones de recambio concertacionistas, socialdemócratas y liberales. Acaso, ¿no es eso lo que ha ocurrido en el campo de los recursos naturales y el medio ambiente? donde la lectura predominante es la liberal burguesa y que hoy se resiste férreamente a la emergente posición de clase en defensa de la naturaleza y el hábitat. Lo mismo en la lucha por los derechos de género. Y para que hablar de cuanto se demoró la izquierda reformadora o la revolucionaria o el mismo movimiento de derechos humanos, ligada a ella, en comprender que la lucha del pueblo mapuche era cuestión de la clase y de los derechos humanos. O cuanto tardó el obrerismo en entender que los derechos humanos eran retaguardia de los movimientos sociales en periodos y acciones de radicalidad. En todos estos temas las lecturas seudoizquierdistas dejaron hacer a la burguesía liberal, mientras, supuestamente, se construía el camino para la huelga general, la insurrección y la lucha armada. Conste que no niego ninguna de las tres, pero las considero parte de un proceso acumulado social vivo.

Por otra parte y para subrayar lo de la falta de coherencia empírica o falta de política como espacio de realización concreta. La opción de voto nulo se votó hace dos meses, ¿cómo se ha expresado esa política en la realidad de la Federación?, ¿donde está la campaña del contenido?, ¿cuáles son los indicadores del avance y desarrollo de dicha campaña? ¿Por qué dichos elementos no constan en el informe del ejecutivo, si se supone que es un ejecutivo

Insisto, la potencialidad del MPT es su constitución federativa, ella es la que, por ahora, puede recoger la forma contemporánea de la constitución de lo social y de la nueva materialidad social obrera: la realidad obrera en las microempresas; empresas fragmentadas y desconcentradas; las mujeres y los jóvenes, hasta ahora muy poco estimados por las expresiones sindicales trabadas a la idea de la gran industria; el gran empresariado; las nuevas áreas estratégicas; el trabajo flexible, a contrata, part time, honorarios; el 65% de los trabajadores/as se desempeña en, comercio( 20%), transporte y comunicaciones (9%), servicios financieros (9%), servicios comunales y sociales (27%); la repartición del trabajo entre lo formal e informal; el comercio informal, dato desconocido; la pequeña industria familiar artesanal. Ciertamente los trabajadores/as no han desaparecido, sino que han aumentado pero, efectivamente, ha habido una modificación de su estructura material. Por eso, las centrales de trabajadores no se reposicionan como movimiento social unificador. Esta fragmentación es propia de la época, ya es parte constitutiva de ella, pensar en que será posible volver a expresiones unificadas, generalizadas, o circunscritas en una gran sola entidad, aún dependen de un gran esfuerzo dilatado en el tiempo, porque aquello está en manos de una nueva constitución de la materialidad social del trabajador/ra, del mundo del trabajo y de las fuerzas emergentes y subterráneas de la sociedad.

En tanto, el trabajador/ra expresa sus reivindicaciones, no solo desde la forma sindicato ni del espacio de la fábrica o de su lugar de trabajo, el trabajador/a expresa sus reivindicaciones desde la multiplicidad de identidades: como vecino/a, deudor/a, usuario/a de servicios básicos, consumidor/a, habitante de un territorio, pequeñ/a productor campesino, regante, miembro de una organización social o política, miembro de una federación política, desde la exigencia de un derecho económico-social, miembro de un pueblo-nación originaria, etc. Es decir, su condición puede ser obrera, pero su identidad puede manifestarse en otros campos de lucha y no necesariamente la obrera.

En tal sentido, la Federación ofrece espacio para la multitud, como espacio relacional-decisional, en el cual, podría expresarse y participar una indeterminada cantidad y calidad de asociaciones (estudiantes, mujeres, jóvenes, trabajadores/as sindicalizados/as, personas, deudores, campesinos, pueblos naciones originarias, ecologistas, partidos políticos, organizaciones o activistas de derechos humanos, etc.), pero se debe caracterizar en que la hegemonía se va trasladando o está determinada por las circunstancias, el tema en conflicto, movilizaciones temáticas, la emergencia social, y cada asociación mantiene su autonomía tanto en su repertorio como en su actividad, pero existe coordinación social y política, solidaridad de clase y liderazgos visibles.

Entonces, debemos emanciparnos de nuestro auto secuestro, de nuestro refugio, eliminar el miedo a echar andar la imaginación revolucionaria, descolonizarla de aquella noción de unidad mezquina sustentada en el Mí. También debemos liberarnos de la autocensura social del “¿qué dirá el compañero del lado?, ¿me tildará de reformista o contrarrevolucionario?”.

Debemos partir con otra actitud, solo así habrá otra consecuencia, distinta a la de los 90’. Todos/as podemos mantener nuestro repertorio e identidad, es bueno y correcto que así sea, pero no podemos pretender que el MPT sea el partido de la revolución trotskista, de la rodriguista, de la comunista, de la autonomista, de la sindicalista, de la mirista, de la mapucista, centralista o horizontalista. No puede ser el partido de la competencia. El MPT debe ser ante todo empetista, federado, popular, revolucionario, múltiple, dinámico, debe ser reflejo de la sociedad viva y no conformarse con ser mesa política. Lo único ortodoxo, tal como dijo Lukcas, es el método dialéctico. Solo así forjaremos una organización que camine junto a su sociedad, con su síntesis y no delante o tras ella. Solo allí es donde vale la pena estar.

RICARDO BALLADARES (Miembro del Polo Izquierdo de la Memoria)

Lo anterior no representa, necesariamente, la opinión del Polo Izquierdo de la Memoria

Los silencios de la campaña presidencial

Opinión

Fuente. El mostrador.
El desequilibrio entre crecimiento económico y estancamiento político constituye un obstáculo para mejorar la calidad de nuestra democracia. ¿Es posible construir una "agenda país" que considere debidamente los intereses nacionales, cuando nuestro sistema político tiene una enorme desigualdad de poder entre influyentes grupos de presión empresarial y grandes conglomerados, junto a débiles partidos y baja afiliación sindical? Esta asimetría de poder tiene directas consecuencias en la formación de la agenda pública y, con ello, en las prioridades del gobierno y el Congreso.
Por Carlos Huneeus*
La campaña presidencial es la ocasión para que los aspirantes a La Moneda se refieran a los grandes problemas del país y entreguen sus propuestas para alcanzar objetivos que impliquen cambios institucionales. Después, la presión de las tareas del día a día se lo impide al nuevo presidente, con un período de gobierno de cuatro años, sin reelección.
Era evidente que la quinta elección presidencial después del régimen de Pinochet (sexta, porque el plebiscito de 1988 fue una no competitiva) sería la más difícil para la Concertación y para la derecha. A diferencia de las anteriores, no había una nueva figura en la coalición de gobierno que aspirara al sillón de O´Higgins, quedando la opción entre los ex presidentes Ricardo Lagos y Eduardo Frei, siendo elegido este último. Y por la derecha, se encuentra Sebastián Piñera, senador elegido hace dos décadas y posteriormente, presidente de RN y su abanderado presidencial en los comicios del 2005.
No hubo renovación en el pacto Juntos Podemos: Jorge Arrate fue ministro del gobierno del presidente Allende y de los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei. La excepción sería el joven diputado Marco Enríquez-Ominami, aunque su discurso lo desmiente pues carece de planteamientos innovadores, predominando los ataques a la Concertación y a Frei, identificando los problemas (y las soluciones) en la élite política, apoyándose en la larga tradición contra los partidos y los políticos, con el general Carlos Ibáñez, Jorge Alessandri, el régimen de Pinochet y actualizada en los años 90 por la UDI.
El desafío de la Concertación era muy difícil, además, porque debía hacer una propuesta de futuro que combinara la valoración de los logros alcanzados por la coalición, especialmente los del gobierno Bachelet, con una evaluación crítica de la misma, que planteara nuevas tareas a acometer en el nuevo período. La alta aprobación de la presidenta Bachelet en las encuesta inhibió a la candidatura oficialista de identificar esas importantes tareas pendientes, que sin duda existen, impedida, además, por la intensa labor presidencial durante los meses de campaña. La continuidad no es garantía de triunfo para los candidatos oficialistas.
La dificultad de la oposición se encontraba en la complejidad de tener que sumar a votantes de la Concertación para obtener la mayoría y evitar una nueva derrota, de consecuencias devastadoras para sus partidos y dirigentes. Para ello, la candidatura de Piñera planteó que dará continuidad a las principales políticas de la Concertación, especialmente las de protección social, y fue aún más lejos, con propuestas sobre el matrimonio que están en las antípodas de los valores de los votantes conservadores que representa, causando malestar en éstos. Es muy peligroso sumar intereses antagónicos a partir de focus groups, como lo hizo su comando.
Esta parquedad sobre las alternativas para enfrentar los principales problemas del país perjudica la calidad de la competencia electoral, porque no basta la presencia de varios candidatos, sino también es necesario que los ciudadanos sean informados de sus diferentes propuestas y vean que no da lo mismo quién ocupe el sillón de O'Higgins.
El menor interés en discutir sobre problemas y debilidades del sistema económico, político y social no es nuevo y tiene que ver con el consenso durante la fase de instauración de la democracia, con la prioridad entregada a la política económica que, además, se caracterizó por enfatizar más la estabilidad y la continuidad económica, que la reforma del sistema económico impuesto por el régimen militar. La preeminencia de economistas en la élite de gobierno, incluido el senador Carlos Ominami, dio un sesgo marcadamente económico a las tareas de gobierno, más visible luego que se alcanzaron importantes objetivos en verdad y justicia por los atropellos a los derechos humanos cometidos por el régimen militar.
La prioridad de alcanzar crecimiento y equidad se justificó porque la entrega de bienes materiales es indispensable para mostrar la eficacia del orden político, que ayuda a la legitimación de la democracia. Sin embargo, mantener esa posición dominante en la preocupación del ejecutivo durante dos décadas es una tarea demasiado general, requiriendo una imagen del país que no se encuentra sólo en la economía. Los bienes económicos son necesarios, pero no suficientes para dar legitimidad a la democracia, pues requiere que se den bienes políticos, inmateriales. Después de alcanzar importantes logros en materia de derechos humanos, no hubo nuevos bienes políticos que sirvieran de contrapeso a la obtención de bienes económicos. Se descuidó el desarrollo político, como el debilitamiento de los partidos, y se asumió erróneamente que el crecimiento económico era suficientemente importante para abarcar las necesidades de la consolidación y profundización de una democracia.
El desequilibrio entre crecimiento económico y estancamiento político constituye un obstáculo para mejorar la calidad de nuestra democracia. Ello se manifiesta en diversas partes del sistema político, ajenos a las preocupaciones de los candidatos. ¿Es posible construir una "agenda país" que considere debidamente los intereses nacionales, cuando nuestro sistema político tiene una enorme desigualdad de poder entre influyentes grupos de presión empresarial y grandes conglomerados, junto a débiles partidos, baja afiliación sindical y una lamentable debilidad asociativa en la población? Esta asimetría de poder tiene directas consecuencias en la formación de la agenda pública y, con ello, en las prioridades del gobierno y el congreso.
Enseguida, la competencia electoral requiere la existencia de múltiples recursos políticos que permitan a los ciudadanos informarse libremente, limitados por la acción de cierta prensa, que resalta los intereses de los empresarios y silencia los de los trabajadores y del público en general, por lo cual la agenda pública tiene un sesgo conservador. Este sesgo se fortalece por decisiones de la élite de gobierno, por ejemplo, al convertir la encuesta del CEP -Centro de Estudios Públicos, creado por el grupo Matte durante el régimen militar y financiado por los principales grupos económicos-, como la única que informa de las prioridades de los chilenos. El poder del CEP fue reforzado por el presidente Lagos, institución en la cual se reunió con los grandes empresarios en siete oportunidades durante los primeros tres años de gobierno.
El foro presidencial de TVN, cuyo formato fue convenido con los representantes de los candidatos, partió con un resultado de la encuesta CEP: el "problema fundamental" de los chilenos sería la delincuencia, dejando en un segundo plano los problemas económicos, percibidos como prioritarios del país y son los que más los afectan, destacando los de empleo y los bajos salarios y pensiones. Estos distintos resultados tienen diferentes consecuencias en la agenda de los candidatos presidenciales. Mientras el énfasis en la delincuencia remite a las políticas de orden público, prevención y combate a la delincuencia, dominantes en la agenda conservadora, los problemas de inestabilidad laboral y bajos ingresos a la reducida participación del trabajo en los beneficios del crecimiento, es decir, a las desigualdades económicas. El problema de las desigualdades apareció marginalmente en el debate de TVN.
La práctica de algunos de nuestros dirigentes políticos, incluso de gobierno, y de los grupos de presión ayuda a fortalecer las desigualdades sociales. El segundo foro de los candidatos presidenciales fue organizado por "Comunidad Mujer", que reúne a un variopinto grupo de damas de la clase alta y del poder económico, en las antípodas del pluralismo social de Chile, presidida por la pareja de Max Marambio, jefe político y principal financista de MEO.
Es llamativa la ausencia de preocupación por las "escandalosas desigualdades", como las calificaron los obispos de la Iglesia Católica en 2005, porque los chilenos las rechazan abiertamente. En la encuesta CERC de Octubre 2009 casi la mitad de la población, 47%, estima que las desigualdades son hoy "mucho mayores" que las que había hace 20 años , compartida por los adherentes de todos los candidatos, incluso de Piñera, 49%. Un 20% opina que son "algo mayores". Es decir, más de dos tercios consideran que han aumentado durante cuatro gobiernos de centro-izquierda, un resultado que golpea la conciencia progresista de los gobiernos de la Concertación.
Hemos replicado algunas preguntas del National Election Study de los EE.UU. sobre las desigualdades y los resultados muestran que los chilenos somos bastante más críticos que los norteamericanos. Un 86% está de acuerdo con la afirmación ""uno de los mayores problemas en Chile es que no le damos a todos la misma igualdad de oportunidades", 35 puntos por encima de los norteamericanos; un 65% rechaza la afirmación "hemos ido demasiado lejos en presionar por la igualdad de derechos en Chile", el doble de la opinión que existe en el gran país del norte, considerado por buena parte de la élite política y económica como el modelo a seguir; un 65% rechaza la afirmación "el país estaría mucho mejor si se preocupara menos sobre cuanta desigualdad existe entre las personas", casi el doble del rechazo que existe en EE.UU., 39%.
¿Qué opinan los candidatos para disminuir las desigualdades? Jorge Arrate tiene propuestas, pero los otros tres no las tienen o no se conocen. Piñera la confunde con la disminución de la pobreza, que es otro tema. También hay desigualdades en países que han eliminado la pobreza. ¿Es viable a mediano plazo una democracia de calidad con este rechazo a las desigualdades? Hay quienes piensan que los buenos niveles de crecimiento, consumo y beneficios sociales darán estabilidad política. La "paz social" que tenemos, definida como el bajo nivel de conflicto social, confirmaría esa interpretación. Sin embargo, esto es un espejismo, porque es una paz ficticia, producida como consecuencia de la debilidad de los grupos de presión y de las asociaciones voluntarias, que no será indefinida. Además, nada impide que aparezca una figura que convoque a los perjudicados y los movilice para mejorar sus condiciones económicas y políticas. MEO se ha centrado en criticar a la Concertación, limitando la proyección de su operación política. La ausencia de demandas sociales no será indefinida (recordemos los pingüinos). Sostener que la disminución de las desigualdades se encuentra en la educación es desviar la atención sobre la importancia de un problema actual, que puede tener un alto nivel de conflictividad.
Estos (y otros) silencios de la campaña presidencial explican el menor interés que ha tenido entre los ciudadanos y las enormes dificultades que tienen los dirigentes de las cuatro candidaturas para movilizar a sus adherentes y la poca claridad sobre el desenlace de ella, aunque la oposición está más cerca que nunca antes de entrar a La Moneda.
*Carlos Huneeus es director del CERC.