domingo, 30 de noviembre de 2008

La nueva forma de hacer política.

Por Alfredo Cerpa


 

    La renuncia del Senador Navarro al P.S. declarando la necesidad de una manera diferente de hacer política, nuevamente pone en la mesa de discusión el significado mismo de "diferente".

    Son muchas las organizaciones que surgen proponiendo cambiar las formas en que se da la política actualmente en nuestro país, pero pocas ha planteado exactamente qué significa en concreto, como se da en la práctica o, la forma que la política debería tener. A lo más, ha existido un cambio de discurso, que si bien más progresista y democrático que el existente, no explica esta nueva manera, como tampoco están presente conceptos que puedan permitir entenderla y sostenerla en el tiempo, de manera que se transforme en una práctica cotidiana.

    Sin embargo, la definición más precisa de lo que se propone como nuevo y diferente es de una importancia extrema si se quiere tener éxito en reunir a los excluidos en la nueva propuesta, porque esta no puede quedar suscrita solo a una declaración de intenciones o tan solo al nuevo discurso amplio y democrático, porque de quedar así, solo significa una nueva manera de pensar que no cambia ni incorpora un nuevo actuar, una nueva ética, una nueva moral.

    Una nueva forma de hacer política trata en lo fundamental, del ser diferente y, para ser diferente, necesitamos nuevas concepciones tanto orgánicas como éticas morales.

    Nuevas formas para organizarnos, nuevas formas para relacionarnos, nuevas formas de ver la representación en los marcos institucionales actuales como en la nueva institucionalidad que Chile deberá dotarse más temprano que tarde. De no desarrollar estos nuevos conceptos, quienes abogan por la nueva forma de hacer política, más democrática, más incluyente, solo estarán haciendo el camino más largo para llegar a lo mismo de siempre.

    La nueva forma de hacer política no solo trata de pensar diferente sino que a la vez, en el mismo tiempo y espacio, actuar diferente. El hablar de mas democracia, mas integración, es solo parte de un discurso evidente a la luz de lo mostrado y desarrollado por los conglomerados que luchan por alternarse en el poder dentro de un marco excluyente como es el sistema binominal.     El definir las formas orgánicas que permitan no solo participación democrática sino integración de gruesos contingente de personas a la política, permitirá dar confianza a esos nuevos contingentes, en el sentido que su integración es a algo vivo y dinámico, donde ellos son parte importante y fundamental y no se trata de aquella integración militante a organismo donde los sueños y los aportes llegan a morir. Eso sería un paso a cambiar lo existente. No se trata de solo abrir las viejas visiones y estructuras existentes a los nuevos contingentes con un discurso de bienvenida, porque las viejas estructuras que han abrigado a los partidos y organizaciones políticas y que tan bien sirvieron en el pasado, no dan cuenta hoy, a los cambios de mentalidad y cultura desarrollada en los últimos 25 anos, especialmente con el acceso a la información instantánea que provee el internet.

    Se debe a su vez definir, los tipos de relaciones que la organización que plantea cambiar la forma de hacer política tendrá y desarrollara con las organizaciones sociales de base y aun con movimientos que se han venido generando al margen de los partidos existentes, porque la vieja política copadora con la que se pretendía ganar la representación de las organizaciones sociales y populares, muchas veces dividiéndolas, tampoco hoy, darán resultados. La soledad en que actúan los partidos y organizaciones debería ser una prueba más que suficiente, de que eso no funcionara.

    Por lo tanto, quienes proponen nuevas formas de hacer política, tienen una enorme responsabilidad en explicar de qué exactamente están hablando.

    Necesariamente deberán desarrollar una nueva política de unidad que permita en un marco orgánico dar libertad y espacios a las organizaciones sociales y populares como así a los movimientos existentes para que sigan su marcha y desarrollo de actividades libres e independientes tras sus propios objetivos locales. La nueva política de unidad debería estar basada en el concepto de unidad necesaria más que en el concepto de la necesidad de la unidad.

    La necesidad de la unidad está basada en unirnos tras un enemigo común para fortalecernos y no ser arrasados, es en gran parte defensiva. Por el contrario la unidad necesaria está basada en aunar objetivos y necesidades comunes donde todas las fuerzas puedan aportar a su consecución iniciando una ofensiva por conquistar espacios, es unidad en base a intereses que durara mientras esos intereses estén representados y sean respetados y solo cambiaran una vez conquistados. Es una Unidad que no permite dejar los intereses de un sector botado a la orilla del camino por conveniencia política. La unidad basada en intereses comunes es más fuerte y duradera que cualquier declaración de principios generales, que más que unir, amarra organizaciones quitándoles espacios constriñéndolas o dirigiéndolas a lugares donde no quieren ir. La unidad basada en interés común y necesarios, es verdaderamente unitaria porque une a personas de diferente pensar con cosas e intereses comunes a todos y por las cuales están todos dispuesto a luchar por y, a defender.

    El caso del J.P.M. es más que elocuente y habla volúmenes acerca de la ineficacia de la unidad basada solo en necesidad y de sus declaraciones de principios con objetivos de larguísimo plazo, que abarcan todo y nada a la vez. Pero, que además deja fuera grupos, gente y organizaciones que si bien buscan una mejor sociedad no se suscriben a ciertos puntos, más bien ideologizantes que concretos, en la declaración de principio.

        La necesidad de la unidad es centralizante y presenta obligaciones a veces difícil de asumir como lo fue el punto seis para el PC en la declaración del JPM. Pasa por encima de las direcciones de las organizaciones y su dirigencia, quien después de todo es la que goza con la confianza de sus bases, donde muchas veces se ven trabajando por objetivos y caminos que no encuentran como propios ni han decidido seguir. Otro ejemplo en este sentido, esta vez por la derecha. La Alianza por Chile también es un manifiesto de que la unidad solo basada en la necesidad les representa más problemas que beneficios, aun cuando los dos socios ven la necesidad de ganar la presidencia. Cada vez que el candidato presidencial trata de centralizar la Alianza en función de propuestas, se quiebra la Alianza. El objetivo es común, pero sin un interés común, sin un para que común, sino más bien obligado, crea y desarrolla las desavenencias, que para un observador lejano le parecen ridículas, pero para ellas, no lo son.

    El pegamento que aun mantiene junta a la Concertación es precisamente el concepto de necesidad de la unidad. Pero no es una Unidad Necesaria. Para el pueblo de Chile no es necesaria, porque no lo representa en sus intereses ni aspiraciones. No hay una tarea común, no existe un para que común y no puede existir porque los intereses y objetivos estratégicos entre ellos son demasiado diferentes. Más que una necesidad para actuar juntos se trata de una necesidad de existir y sobrevivir juntos para gozar de privilegios que un partido por sí solo no podría obtener. El Partido Radical por fuera de la Concertación es bien probable que ya hubiese desaparecido, sin embargo cuenta con Senadores y Diputados privilegios increíbles, que organizaciones más grandes pero fuera de la Concertación no tienen.

    Las fuerzas progresistas no deben olvidar que la izquierda ya ha prometido nuevas formas de hacer política como lo fue el proceso de Renovación Socialista por los 80. Que fundamentalmente trato de una nueva forma de pensar pero no de actuar. Se cambio el discurso se desembarazo de parte de su ideología, levanto la democracia interna como una bandera importante de cambio e integración, pero mantuvo las mismas estructuras orgánicas que contradecían el nuevo discurso, para con el paso del tiempo olvidar el discurso y solo quedaron las estructuras que permiten el desarrollo de hombres fuertes y poderosos a cargo de la burocracia dueña del partido donde la militancia no tiene rol importante a jugar ni puede cambiar. Esta burocracia surgida de un nuevo pensar pero dentro de viejas estructuras a convertido al P.S en un partido de derecha que de paso a convertido la palabra izquierda en una palabra cochina y confusa. Confusa porque ha muchos hace hablar de izquierda autentica, verdadera, para diferenciarse de una izquierda no autentica y usurpadora. Que más que clarificar ayuda a confundir más a las fuerzas progresistas que tratan de organizarse a través del país por fuera de todo partido.

    Una nueva forma de hacer política trata de una nueva forma de actuar, que dé cuenta de la nueva cultura y necesidad de espacios. Por ende los llamados a la creación de organización a nivel nacional no pueden ser restringidos solo a la izquierda sino a todo el país en sus diferentes facetas e intereses para que pueda ser un llamado integrador y nacional. Los llamados solo a la "Izquierda verdadera" son limitantes con una gota grande de idealismo, porque pretende hacer pensar que todos en la izquierda "verdadera" piensan igual, cosa que no es cierta. Aun en la Izquierda y sus organizaciones existen diferentes visiones no solo de lo que se persigue en lo inmediato y como conseguirlo, sino también, sobre el objetivo estratégico de cambio de sociedad, que aunque todos le llaman igual no todos entienden lo mismo.

    La nueva forma de hacer política debe, como una cuestión de máxima importancia, mostrar no solo de palabras sino en hechos, una ética y moral diferente. Esta nueva ética y moral no puede estar supeditada a los cálculos políticos, porque es el cálculo político el que castiga y hace desaparecer la ética y la moral de los líderes y de las bases, quienes deben salir a defender a sus líderes por cosas indefendibles.

    Hacer lo ético y moralmente correcto precisa de un coraje y grandeza política tal, que por muchas décadas no hemos podido ver en los líderes de los partidos actuales. Es la falta de ética y moral lo que hace al grueso de la población del país ver a todos los políticos corruptos y apegados solo al poder y no a las causas que dicen representar.

    En este aspecto, de la ética y moral nueva, el Senador Navarro tiene un desafío en sus manos que espero pueda resolver mediante la grandeza y el coraje político, que lo merite a verlo como líder de nuevo cuño y moral diferente a sus pares en el Senado o a otros que han abandonado el partido por el cual fueron elegido a su cargo Senatorial. Ojala no resuelva el desafío de mostrar que es un líder diferente solo en base a retorica diferente de cálculo político. El Senador Navarro cuenta con una oportunidad histórica. Renunciar a su Senaduría y transformar su renuncia en lucha por la democracia, a luchar por no aceptar la denominación a dedo de el nuevo Senador para la Región, pero de ser elegido y quien acepte en el PS una nominación a dedo, este deberá someterse día a día a las protestas en el parlamento y su domicilio por parte de las fuerzas democráticas del país, crear un movimiento por la democracia que pida y luche por elecciones nuevas para la región, porque el derecho de elegir es del pueblo y no del PS u otro partido. Un Senador para tener cierta legitimidad aun en un sistema binominal, debe someterse al veredicto del pueblo o de una región en este caso. Nadie más debe tener ese derecho. Si el Senador Navarro logra hacer eso, ya comportaría una nueva forma de hacer política.

    
 

    
 

    
 


 

    
 

    
 

    
 


 

    
 

    


 

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