¿Crees que con las actuales condiciones político-económicas se puede avizorar una mejora para esa mayoría de los chilenos que ven desde la vereda de enfrente todo este éxito económico del que tanto se habla?
Ciertamente que es muy difícil imaginar una mejora significativa en las condiciones sociales de la gran mayoría de chilenos. Esto fundamentalmente por la enorme asimetría de poder que hay en la sociedad chilena y que se expresa en el monopolio de la prensa al servicio de los intereses del gran capital, lo que implica una ausencia real de libertad de prensa y expresión; en un gobierno complaciente con la SOFOFA y los grupos empresariales; en partidos políticos antidemocráticos; en un sistema electoral excluyente; y en un modelo económico orientado a la concentración y acumulación de riqueza. Si consideramos honestamente las cifras de ingreso y desigualdad disponibles, podemos ver que las desigualdades crecen sistemáticamente y son gigantescas. El famoso éxito económico solo sirve a un pequeño sector que no representa sino el 0,1% de los chilenos y, obviamente, a las corporaciones multinacionales que operan fundamentalmente en el cobre, nuestra principal riqueza nacional que ha servido básicamente para que en el año 2006 se hayan llevado más de 20 mil millones de dólares en utilidades después de impuestos, mientras el Estado de Chile con un presupuesto apenas 20% superior a esa cifra no soluciona adecuadamente las necesidades educacionales ni de salud de la población. Desgraciadamente, la institucionalidad política del país asegura más que holgadamente las necesidades del capital en cuanto a obtener una alta rentabilidad que las necesidades de los chilenos de obtener una buena vida.
Conforme a tu experiencia ¿Consideras que existe o sabes qué se esté tratando de implementar alguna política que busque cautelar eficientemente nuestros recursos con miras a alcanzar un desarrollo sustentable?
El desarrollo sustentable es nada más que un cliché para nuestras autoridades. Algo que puede hoy en día considerarse parte de las "palabras de buena crianza" que muestran a los dirigentes políticos y empresariales como personas modernas y sensibles. Pero cómo ya fue instalado como método para evaluar las virtudes de los hombres hace más de 2000 años con la frase "por sus obras los conoceréis", es evidente que no hay una real política de Estado orientada a la preservación y uso racional de los recursos naturales. En la pesca, por ejemplo, prácticamente todas las especies comerciales están sobre explotadas, gracias a que el Estado de Ricardo Lagos le ha regalado a grupos como Angelino el 80% de la propiedad de los recursos pesqueros. En materia de bosque, aún no hay protección al Bosque Nativo, básicamente porque ello pasaría por detener la sustitución de éste en favor de las plantaciones de pino y eucalipto, lo cual ha sido la base del desarrollo forestal de grupos como Celco o el grupo Matte. En el cobre y la minería, se ha privilegiado la renta de las multinacionales que la calidad de vida de las personas y el desarrollo de las regiones mineras. Es evidente que no habrá sustentabilidad mientras perdure la relación privilegiada entre el Capital y el Estado, mientras la Concertación no deje de servir el interés privado y no se dedique a servir el interés público que es lo honesto y lo que debe ocurrir en una sociedad bien organizada y en un sistema democrático real y eficaz.
¿Qué opinión te merecen los tres gobiernos de la concertación y el actual de la presidenta Bachelet?
He sido y soy muy crítico de estos gobiernos y, para mí, no hace la diferencia entre un Frei, un Lagos o una Bachelet. En ninguno de estos gobiernos se ha profundizado la democracia ni se ha hecho actuar al pueblo chileno. La ciudadanía es el no invitado a esta fiesta, es el actor más menospreciado y ninguneado del quehacer político chileno. Hoy los únicos invitados son los grandes empresarios, pero, los intelectuales, los estudiantes, los trabajadores, el ciudadano común y corriente están fuera de esta historia. Llevamos ya más de 33 años de soledad –al decir de García Marquez- y esta coalición ha sido francamente lamentable desde la perspectiva de avanzar en la concreción de una sociedad medianamente organizada y medianamente democrática. Es realmente lamentable esta transición interminable que se explica en parte importante por la actitud pusilánime y mediocre de los políticos de la Concertación. Ha habido no sólo falta de voluntad política sino también cobardía y mediocridad, así como una cuota no menor de traición y abandono de compromisos y valores históricos que partidos como el socialista o la democracia cristiana han pretendido servir a lo largo de sus historias políticas.
¿Consideras que los medios de comunicación tradicionales y el gobierno cumplen con su rol de informar a la ciudadanía? ¿Qué te parece la utilización que se da a indicadores y estadísticas para el sustento de discursos?
Los medios de comunicación lamentablemente hoy no están para informar ni promover la discusión pública, están más bien preocupados de crear las condiciones para evitar el conflicto, la crítica y el levantamiento de una conciencia ciudadana responsable y comprometida con el interés colectivo de la ciudadanía. Si uno observa con cuidado qué tipo de valores públicos promueven los medios, es posible observar no sólo el individualismo, el éxito personal, el descrédito de la solidaridad, sino también el nihilismo como espíritu de la época, es decir, la desesperanza, la falta de una fe siempre necesaria para el progreso moral de los pueblos. Ni Roma ni Grecia ni la Modernidad habrían logrado progresar sin la convicción de que era posible alcanzar estados superiores de existencia. Los medios hoy se han constituido en los mecanismos más eficaces para difundir la idea nefasta de que el hombre sólo es el león devorador de otros hombres, que la deslealtad paga -y muy bien- mucho más que ser leales y honestos –de hecho el contenido valórico que se difunde es que la honestidad no paga-, que la virtud es una buena estupidez, que la política es corrupta, que los hombres son intrínsecamente egoístas y nada más. A ello contribuye la sistemática y permanente parrilla informativa concentrada en hechos de violencia y asaltos, crímenes y violaciones, las comedias y teleseries llenas de violencia, deslealtad, traición y miserabilidad humana. Hoy nada induce a pensar en la posibilidad y la legitimidad de la virtud. Eso está fuera de lo normal, es tonto y absurdo, no renta. Y todo esto promueve una actitud colectiva apática, retraída, volcada a lo material, al consumo y al inactivismo político, lo cual favorece obviamente a quienes hoy controlan los puestos de comando y control de la sociedad chilena. No menos importante es la manipulación deshonesta de las cifras y de los datos para sustentar discursos ideológicamente intencionados, como por ejemplo, el uso de indicadores de pobreza y desigualdad que son evidentemente falsos pero que permiten sostener la política de focalización del gasto público inventado por la dictadura que no ha permitido eliminar ni la pobreza ni reducir la desigualdad sino al contrario. Para ello han ocultado las cifras de riqueza y han contado con la complacencia de los medios de comunicación.
¿De qué forma se podría fortalecer la participación ciudadana con el descrédito que presentan muchas instituciones y partidos políticos?
La historia demuestra que siempre la solución es política, pero que deben articularse las fuerzas de manera eficaz para ello. Si los partidos políticos no funcionan, entonces hay que crear otros partidos y si las instituciones no lo hacen tampoco, entonces, hay que presionar y exigir que así lo hagan. Las nuevas generaciones juegan un rol fundamental, puesto que son la fuerza y la energía necesarias para impulsar cambios en la dirección correcta, para llenar de esperanza el espacio colectivo, para derrotar la desesperanza y la depresión y para abandonarse al espíritu constructivo y esperanzado. Esas nuevas generaciones deben crear medios de comunicación, nuevas organizaciones, nuevas formas de presión y constituirse en ejemplo de lucha y articulación para los adultos y para los trabajadores. Pero, fundamentalmente, deben contribuir al crear una nueva fe y una nueva esperanza. No pueden ni deben aceptar la derrota moral de contentarse con una vida mediocre y pobre, sin sueños ni utopías. La generosidad y la solidaridad son virtudes que en los jóvenes siempre calan profundamente y han sabido siempre hacer presente como factores de construcción social.
Mi recomendación es entonces atreverse a ser honestos con las virtudes y anhelos de cambio que se alojan siempre en el corazón de las nuevas generaciones y de los hombres y mujeres que no quieren renunciar a construir una vida mejor.
Marcel Claude
Economista y Magister en Economía de la Universidad de Chile. Master of Arts y Candidato a Doctor de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. En 1993 fue designado como jefe del proyecto de cuentas ambientales del Banco Central de Chile, que dió origen a los informes sobre el bosque nativo chileno, la pesca y la minería. Desde 1997, fue director de la Fundación Terram que creó a fin de realizar estudios destinados a promover el desarrollo sustentable en Chile. Es columnista de diversos medios de comunicación nacionales e internacionales. Desde el 2003 hasta el 2006 fue director de la Fundación Oceana para América Latina. Se ha destacado por su trabajo en pos del desarrollo justo y democrático de Chile y del ejercicio de las libertades ciudadanas. De hecho, ganó un litigio contra el Estado chileno en la Corte Interamericana por acceso a la información pública y desde el 2002 enfrentó una demanda judicial por denunciar conflictos de intereses en la discusión de la Ley de Pesca. Actualmente ganó categóricamente dicho juicio en contra de los hermanos Zaldivar y se desempeña como consultor en temas económicos.
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