martes, 17 de agosto de 2010

El reality del dolor

Nicolás Espejo Yaksic
Abogado y Master en Derecho Internacional. Profesor de las universidades Adolfo Ibáñez y Central. Consultor de Unicef y socio fundador de la Corporación Interés Público.

Ya estoy hastiado, molesto, asqueado. Ya es más de una semana de reportajes sin parar, equipos de televisión instalados el día entero dando cuenta del valor de esos mineros pobres -más que pobres mineros- que ya deben estar todos muertos debido a la miseria de un oficio regulado por la codicia y la falta de escrúpulos.
Estoy hastiado de esos contactos en vivo, haciendo preguntas estúpidas a los familiares de esos mineros, buscando una frase que enganche a la dueña de casa del matinal, al oficinista que prende la tele luego del trabajo, a todos nosotros, morbosos despiadados que seguimos este drama con interés animal. Molesto con la utilización patética y asquerosa del Gobierno, de sus llamadas a la espera de milagros, de los viajes del Presidente, de su esposa, del Ministro de Minería (llore o no llore) de cuanto tonto oportunista de izquierda y de derecha que pueda colgarse de la noticia y relacionarla con el Bicentenario… Estoy asqueado con los reportes pelotudos que relacionan esta tragedia con algún otro evento similar, con el conteo de los metros que avanzan las máquinas esas y del despliegue de conocimiento minero de Amaro Gómez Pablos, en fin, de la portada de los diarios electrónicos que actualizan la noticia minuto a minuto: “¿está aburrido en su oficina? Lea acá que pasa con los mineros pobres”.
La solidaridad de la clase trabajadora se hundió hace rato en el fondo del mar y los partidos de la mal denominada izquierda se encargan que no reflote.
Todo esto es una porquería, falsa, insensata, que no parece acabar nunca. Nadie está satisfecho. Hay que seguir mirando, mientras calentamos la sopa, sorbeteamos el plato de tallarines, le echamos sal a la ensalada y vemos como van los sondajes. ¿Importa esta gente en realidad? Un níspero. La realidad de esta gente no vale nada, para nadie. Los políticos de izquierda –puro progresismo desclasado- están más preocupados de un royalty que se relaciona con los derechos laborales de mineros que trabajan en óptimas condiciones, que reciben bonos espectaculares y que prefieren enviar a sub-contratistas que entrar ellos mismos a las faenas más duras. La solidaridad de la clase trabajadora se hundió hace rato en el fondo del mar y los partidos de la mal denominada izquierda se encargan que no reflote.
¿Qué tiene que decir el PPD sobre la explotación de los pirquineros? Nada. El tema es otro, la diversidad, reencantar a la gente con la política, más participación ciudadana, y los mismos rotos olvidados. Los políticos de derecha, en tanto, en silencio máximo. Salvo los que creen que la injusticia social se subsana con milagros, no hay nada que decir. ¿Cómo se enfrenta esa miseria cuando uno está pensando en cualquier otra cosa, menos en el fenómeno de la explotación de algunos hombres por otros hombres?
Seguro creerán que el tema es el management de esa institución que vinimos a conocer recién ahora (SERNAGEOMIN) y que cambiando algunas prácticas ahí, estamos al otro lado. Ingenuidad o maldad, no sé. Lo que si se es que el entierro de esos mineros pobres es el síntoma de cuanto importa en realidad la vida de quienes tienen que vivir como animales para que otros hombres y mujeres vivamos como reyes (igual que los trabajadores de temporada agrícola, los pescadores artesanales, los inmigrantes ilegales). Pero se supone que nada de esto tiene que ver con el capitalismo.
Lo cierto es que las máquinas llegarán al fondo, a descubrir esos cadáveres, hediondos, con costras, destrozados. No los veremos, si los reportajes de TVN, Megavisión, Chilevisión y UCTV, con historias de esfuerzo, música para emocionar, las emotivas palabras del Presidente –que ya deben estar circulando en el Segundo Piso-, la propuesta de revisión a la institucionalidad de la minería informal, etc., etc., etc. Cuando eso pase, y la parrilla programática nos haga volver a Fiebre de Baile, Yingo o SQP, habremos sólo pasado de un reality a otro. Nada habrá cambiado en nosotros, como tampoco cambia cuando la Vale Roth se dobla el pie o la Geisha queda embarazada. Bienvenidos al Reality del Dolor.

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